Bogotá, Colombia -Edición: 636

 Fecha: Viernes 03-05-2024

 

 

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TECNOLOGÍA-CIENCIA

 

 

 

Desarrollo en China de interfaces cerebro-computadora aviva la carrera tecnológica global

 

 

 

interfaces portátiles que podrían permitir al personal militar controlar sistemas de ciberdefensa o drones. No obstante, Margaret Kosal, profesora asociada de Asuntos Internacionales en el Instituto de Tecnología de Georgia, observa una distinción clave entre cómo EE. UU. y China abordan la investigación en ICC: indica que EE. UU. no ha vinculado explícitamente la ciencia civil con la investigación militar, mientras que la estrategia de China vincula fundamentalmente lo militar y lo comercial, y por eso parece haber una remarcada preocupación.

Kosal también advierte que una adopción temprana de las ICC en China podría tener implicaciones significativas para la seguridad nacional de EE. UU. si estas tecnologías proporcionan una mejora cognitiva en los combatientes o fusionan la inteligencia humana con la artificial, pues indica que si eso es algo que un Estado puede convertir en arma, cambiaría la naturaleza de la guerra.

 

 

China lanzó su propio proyecto sobre el cerebro en 2016 con el objetivo de desarrollar tecnologías tanto para el diagnóstico y tratamiento de trastornos cerebrales como para imitar la inteligencia humana y conectar a humanos y máquinas. Desde entonces, ha financiado importantes trabajos en ICC que buscan conectar de manera más efectiva el cerebro humano con las computadoras, un campo que promete no solo revolucionar la medicina, sino también la forma en que interactuamos con el mundo digital.

Este avance en ICC por parte de China refleja su ambición no solo de alcanzar sino de liderar en la próxima frontera de la tecnología. La carrera global por el dominio en la interfaz cerebro-computadora está claramente en marcha, con implicaciones profundas tanto para la ciencia como para la sociedad en general.

 

En un reciente foro tecnológico en Pekín, una empresa china desveló una innovación que podría revolucionar la interacción entre humanos y máquinas: una interfaz cerebro-computadora (ICC) desarrollada íntegramente en China. Este dispositivo permite a un mono, mediante el pensamiento, controlar un brazo robótico para realizar tareas simples como agarrar una fresa, según se demostró en un vídeo presentado en el evento. Esta tecnología, desarrollada por NeuCyber NeuroTech en colaboración con el Instituto Chino de Investigación Cerebral, utiliza electrodos blandos implantados en el cerebro, reveló Xinhua, la agencia estatal de noticias.

 

 

Esta demostración no solo muestra el avance tecnológico de China en el desarrollo de ICC propias, sino que también pone de manifiesto su creciente competencia con Occidente en un campo que ha estado dominado principalmente por investigadores estadounidenses. Hasta ahora, tecnologías similares en los EE. UU. han permitido a personas con parálisis controlar dispositivos externos, como brazos robóticos, a través de interfaces cerebro-computadora invasivas, que requieren implantación en el cerebro o su superficie.

Sin embargo, la tradición china en la materia había favorecido hasta hace poco las tecnologías no invasivas, que se usan sobre la cabeza y son menos intrusivas. Ahora, China está avanzando rápidamente en el desarrollo de interfaces implantables, explorando su potencial no solo para aplicaciones médicas sino también para el uso general de la población.

 

William Hannas, analista principal del Centro de Seguridad y Tecnologías Emergentes (CSET) en la Universidad de Georgetown, señala que China está cerrando la brecha con Estados Unidos en la tecnología de ICC. “Están muy motivados y están haciendo un trabajo pionero, al menos tan avanzado como cualquier otro en el mundo”, afirma. 

 

 

Hannas coautorizó un informe que examina la investigación china sobre ICC con fines no médicos, revelando un fuerte interés en las aplicaciones que van más allá de la medicina.

 

El gobierno chino no ha sido tímido al respecto. En febrero de 2024, publicaron directrices éticas que incluyen la mejora cognitiva de personas sanas como un objetivo de la investigación en ICC. "Los fines no médicos como la modulación de la atención, la regulación del sueño y la memoria deben explorarse y desarrollarse", indica una traducción de las directrices realizada por el CSET, agregando que es necesario que haya una regulación estricta y un beneficio claro. También se enfatiza que la tecnología ICC debe evitar "interferir significativamente o difuminar la autonomía y la autoconciencia humanas".

Estas directrices se aplican principalmente a las ICC no invasivas, que se basan en electrodos colocados en el cuero cabelludo y son conocidas como dispositivos de electroencefalografía (EEG). Sin embargo, las señales eléctricas del cuero cabelludo son más difíciles de interpretar que las del interior del cerebro. En China, se está realizando un gran esfuerzo para utilizar técnicas de aprendizaje automático que mejoren el análisis de estas señales cerebrales.

 

Empresas estadounidenses como Emotiv y Neurable también están desarrollando ICC wearables que podrían clasificarse como dispositivos de mejora cognitiva. Incluso el Departamento de Defensa de los EE. UU. ha financiado investigaciones sobre 

 

 

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