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EDITORIAL
Sociedad
inerte
El dinero, es un medio; no la
finalidad. Aún cuando de forma consciente o inconsciente
entendemos que el dinero nunca es en realidad aquello que
deseamos, este monstruo parece haberlos absorbido por completo,
siempre necesitamos más, para así poder desear más. Pero, si
generamos una leve reflexión sobre aquello que deseamos nos
damos cuenta que nuestros deseos o no son claros o simplemente
ni siquiera nos pertenecen.
Cuando el día se acaba, descargamos todos los problemas de la
realidad laboral o estudiantil, etc., y así nos permitimos
encontrarnos con ese preciso momento antes de caer dormidos, ese
justo momento en donde estamos, ónticamente hablando; solos. El
pensamiento nos comienza a producir formas extrañas, de cosas
que deseamos, mostrando lo poco que nos conocemos, en realidad,
este momento óntico es tan absurdo, que cae en un sin sentido y
a su vez este sin sentido, se vuelve tormentoso, tan tormentoso
que nos acobardamos, nos alejamos o buscamos la compañía de
quien sea, con tal de no estar sólo con nuestros pensamientos.
Porque es allí en esa soledad óntica en donde nos damos cuenta
de los vacíos que estamos, de lo mucho que hemos perdido
nuestras vidas. Pero, esta última premisa sólo se vuelve
consciente cuando ya tenemos una vida llena de obligaciones o
simplemente hemos vivido tanto ese sin vida, que ya nos asusta
dejarlo a medias, por ende, nos comprometemos más, soñamos con
la casa, el auto, la pareja y demás del ensueño del colectivo,
nunca de nuestros sueños, porque esos sueños los abandonamos tan
jóvenes que ahora parecen patéticos o absurdos, es decir,
dejamos de soñar para caer en la ensoñación colectiva.
Sin embargo, acaso porque nos
parezca patético, no son lo más propio que podemos llegar a
tener, de hecho, es la única pertenencia que tenemos en realidad,
ya que después de todo son nuestros sueños, no el de mis amigos
o de los vecinos. Entonces ¿por qué no aceptarlos, por qué no
volver más amena la soledad óntica? tal vez y sólo tal vez, es
esto lo que nuestro mundo necesita, sujetos que puedan soñar con
tranquilidad las cosas más patéticas y absurdas del mundo, sin
miedo, sin angustia, sólo es soñar, entonces ese soñar seguro
dejaría de ser un imaginario en algún momento, después de todo
si podemos volver reales los sueños de los otros, que nos
impediría volver reales los nuestros, o ¿acaso volar no fue un
absurdo en algún momento de la historia? al igual que la energía
y demás inventos que si bien los hemos normalizado, no significa
que haya sido un sueño absurdo en algún momento de la historia.
Pero, los sueños que debemos llevar a la realidad no sólo son
cosas materiales, ¿porque no podemos soñar con una sociedad
mejor? una en donde, los sueños patéticos no sean aplastados,
por los colectivos, una sociedad con individualidades y no una
comunidad idéntica con un gran hedor a snobismo, mismo hedor que
parece dormir los sueños más propios, impidiendo así pensar lo
impensable, porque en sí como dijimos antes nunca desarrollamos
nuestros propios sueños, en la medida que el sentido común nos
ha obligado a que como primer momento tenemos que cumplir los
ensueños del colectivo, perdiendo en ese movimiento nuestra
propia identidad, para así sólo se una fotocopia de una copia
mal hecho, de lo que es el acto de soñar, o simplemente pensar
dejando sólo una existencia inerte, esperando su último día.
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Cuando los impuestos nos
convierten en sus esclavos
Por: Zahur
Klemath Zapata
zapatazahurk@gmail.com
En el principio los guerreros
impusieron los impuestos como una forma de hacer pagar al
vencido el derecho de sobrevivir en su territorio. Esa mesada se
fue volviendo obligatoria y fue pasando de mano a mano con los
siglos hasta nuestros días.
Hoy las conquistas no son de bárbaros ambiciosos que se hacían
del botín humano y económico sino de políticos que se apoderan
de todo a través del voto democrático e imponen los impuestos
para sostener la burocracia y su establecimiento.
Las sociedades han mutado de simples pastores a ciudadanos
educados y profesionales que han construido su entorno a través
de las disciplinas académicas y el aprendizaje empírico enseñado
de otros para lograr una formación laboral.
Los impuestos son una extorsión que imponen los políticos a las
cosas que ellos pueden poner gravamen para recoger dinero de
quien lo produce o lo tiene. De esta forma quien hace parte del
establecimiento público recibe su cuota sin miramiento de donde
vino.
Hemos evolucionado, los estándares que antes eran mirados como
cosa buena, hoy son el látigo que castiga a quien viva en
sociedad, sin cuestionarse ¿por qué estoy obligado a pagar
impuestos para que otros vivan en mejores condiciones de las que
yo vivo? ¿Por qué mi nación carece de todos los bienestares si
yo estoy pagando para que se nos dé un bienestar del que hoy
carecemos?
Hemos avanzando en todas las formas tecnológicas y estamos en la
cumbre del conocimiento intelectual, hemos logrado que cientos
de enfermedades se puedan tratar o curar, que nuestra vida se
haya prolongado por muchos años más y aún nos siguen
esclavizando los políticos con sus impuestos.
La pregunta que siempre se hace, ¿Cómo se va sostener el
establecimiento o la nación?
La nación es el espacio que todos ocupamos y en la cual estamos
afincados y es nuestro nicho y nuestra posesión emocional y
nuestro amor patrio. Ahí están nuestras raíces y valores, ahí
está nuestra patria.
Esta patria no necesita de políticos, lo que necesita son
personas organizadas que pongan a marchar ese capital
intelectual humano y que vuelva productivo todo el territorio
nacional y las utilidades que
produce ese esfuerzo colectivo se
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convierten en económico y genera
capital para que todas las cosas buenas las tengan los
ciudadanos.
Mientras no existan los políticos
el dinero alcanza para hacer los más bellos monumentos y nación.
AHORA LA PELOTA
ES JUDÍA
CRÓNICA #873
Por: Gustavo Álvarez Gardeazábal
Audio:
https://www.youtube.com/watch?v=yQmYs9zukqA
El hecho de poner al mundo entero a hablar de la
ruptura de relaciones diplomáticas de Colombia con el gobierno
israelí de Netanyahu, pero en especial, el sobreponer esa
noticia muy por encima del éxito populista de haber llenado la
Plaza de Bolívar, así fuera pegándose de las tradicionales
marchas de todos los primeros de mayo, resulta difícil de
entender para quien deba hacer diariamente la fotografía del
comportamiento del gobierno.
Haber dado un paso adelante, señalandole a la faz del mundo que
el gobierno de Netanyahu es genocida con el pueblo palestino,
masacrando 30 gazatíes por cada
israelí que el grupo Hamás consiguió matar o secuestrar el 7 de
octubre en la frontera de Gaza, le abre al presidente Petro, no
solo la puerta del reconocimiento internacional que ha venido
buscando, sino que consigue opacar suicidamente el buen
resultado de las marchas a su favor.
A partir de ayer mismo, cuando le dijo al mundo
que romperá relaciones hoy con el gobierno de Jerusalén, Petro
parece haberse olvidado del juego de pelota que había
establecido con sus enemigos antipetristas en las plazas
públicas. Por poquito se le reconocerá que empató el juego,
porque la plaza de Bogotá se llenó, aunque trasteó indígenas
desde el Cauca hasta Bogotá. Pero es contradictorio que minimice
las marchas en Buenaventura, Barranquilla y Cali,
suficientemente nutridas, más imposibles de ser resaltadas por
encima de la noticia internacional de romper relaciones con el
Estado judío.
Por supuesto, la débil línea que separa al gobierno de Netanyahu
del resto del pueblo hebreo no se hace tan notoria como
verdaderamente lo es, y como tal, lo que ha hecho peligrosamente
el presidente de Colombia es muy parecido a lo que hace cada
rato con la política colombiana. Cambia de cancha y de pelota en
medio del juego, y desconcentra con su espíritu suicida la
verdadera batalla de apoyo o rechazo a la que está enfrentado
con la otra mitad del país.
El Porce, mayo 03 del 2024
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