Bogotá, Colombia -Edición: 380

 Fecha: Domingo 11-09-2022

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\\ Opinión //

EDITORIAL

Conductores seguros es la exigencia

Cada vez abundan los casos de personas que interponen diferentes tipos de denuncias contra los conductores Uber o de otras plataformas del transporte informal.

Estas denuncias van entonces desde acoso sexual hasta hurto, secuestro y extorsión.

Se trata de una problemática que es constante y que hasta la fecha no se ha solucionado por parte de los administradores de plataformas de transporte.

Son muchas las mujeres víctimas de acoso sexual y las personas hurtadas de sus pertenencias, quienes aseguran que la única solución que han recibido por parte de estas plataformas es el bloqueo del conductor.

Estamos saciados hasta el cansancio de las denuncias que aseguran que es tanta la negligencia de estas plataformas virtuales de transporte informal que ni siquiera en caso de hurto contribuyen con la identificación de los datos del conductor para ser capturado por las autoridades.

Y esta situación se presenta porque está demostrado que son tan básicos los requisitos que se exigen en esta plataforma virtual para acceder a trabajar que los delincuentes no tienen ningún inconveniente en suplantar otra entidad para trabajar como conductores ya que generalmente estas plataformas no exigen antecedentes entre sus requisitos para trabajar.

Los usuarios abordan el vehículo porque se supone que la plataforma que buscó en Internet ya realizó un filtro de seguridad de una manera mucho más anticipada.

Pero lamentablemente no es así y los usuarios de este servicio sin saberlo pueden llegar a ser presas fáciles de los delincuentes.

Por las razones citadas, desde este medio de comunicación hacemos el urgente llamado para que sea un familiar o un conductor conocido la persona que se encargue de realizar la carrera en el momento que se requiera y más aún si es de noche ya que las autoridades indican que este tipo de delitos se cometen principalmente en las noches.

Mi País del tinto # 10

La magia de la `Capital musical de Colombia”.
La ciudad de las trompetas, pianos y liras que no pierde su esencia.

 Por: Ruben Darío Varela
 

Encontrar un lugar cuya magia se siente solo al ingresar y observar su arquitectura, sus colores y decoración barroca hace que la mente así sea por unos instantes se transporte en el tiempo y se sienta una especie de sensación literaria impregnada por la época colonial colombiana.


Dicha sensación fue aquella que sentí al ingresar a la sala Alberto Castilla de este lugar y observar las luces, los cuadros, la decoración, las vibras y la ocasión especial del evento que allí se realizó. Enseguida me di cuenta que me encontraba al frente de una joya arquitectónica colombiana.


En mi ‘País del tinto’ la existencia de estos lugares que yo llamo mágicos por ser deslumbrantes por su llamativa pintura y arquitectura se convierte quizás en otra alternativa de conservación de nuestra memoria, nuestras raíces, nuestra idiosincrasia, nuestra cultura, nuestro origen, nuestra alma, nuestro todo.

Viajar a Ibagué y darme cuenta que en mi `País del tinto` existe una ciudad intermedia colombiana cuyo apodo es la ‘Ciudad capital musical de Colombia’, me hizo reflexionar acerca del legado cultural que le ha aportado la cultura de los ‘pijaos` para mi país.


Encontrar entonces a las afueras de aquel conservatorio a 20 jóvenes que no superan los 25 años de edad ensayando con trompetas, liras y partituras, me reconfirmaron el merecimiento del apodo a la ciudad de Ibagué, la ciudad colombiana de mi `País del tinto` en donde en vez de armas, se empuñan liras, tambores, violines y trompetas.


Así es Ibagué, Colombia, la ciudad capital de la música colombiana, la misma que le ha escrito a la historia del país y que ha visto nacer a decenas y decenas de escritores que a través de sus relatos de historias tratan de explicar todos aquellos fenómenos sociales, culturales y de otros ámbitos históricos que hacen de Ibagué, una ciudad especial.


Además, el hecho de celebrar los 50 años de la editorial `Pijao Editores’, se constituye como una fidedigna representación del intrínseco afán de los tolimenses para a través de la literatura hacer grande a la Ibagué, Colombia, así como lo han hecho escritores como Jorge Eliécer Pardo y Carlos Orlado Pardo que durante 50 años a través de su editorial construyen la memoria de ‘Mi país del tinto’.

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