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ilegal ha
contribuido a un descenso drástico en el número de tortugas charapas en
Colombia, especialmente en el río Meta, donde se encuentra una de las
poblaciones más saludables del país. Por eso una de las propuestas de la
magíster es que establecer este sitio como una reserva de la charapa.
El itinerario de la charapa
Entre 2020 y 2021 se les instalaron a las hembras estudiadas transmisores
acústicos y de radiofrecuencia que permitieron realizar seguimiento y
georreferenciación de sus movimientos, lo que reveló información pionera y
valiosa sobre el comportamiento de la especie en su hábitat.
Los resultados arrojaron que estas tortugas tuvieron un área de acción promedio
de 36 km2. “Encontramos que se mueven más en época seca que en época húmeda,
probablemente porque los pulsos de inundación crean condiciones con mayor
disponibilidad de recursos como alimento, refugio, parejas, etc., por lo que las
tortugas se quedan más tiempo en el mismo lugar”, explica la bióloga.
Durante la época seca las tortugas monitoreadas se concentraron en el canal
principal del río Meta, donde se forman grandes playas de arena, ideales para
anidar, mientras que en la época de lluvias se desplazaron a caños, bosques
inundados y tributarios menores (cuerpos de agua más pequeños que fluyen hacia
ríos principales), en donde se esconden de los depredadores, además hay menos
corriente y perturbación y más alimento nutritivo como algas, frutas, semillas,
o algunas larvas.
“Después de la anidación las tortugas no se limitan a una zona, sino que se
dispersan a lo largo del río utilizando diversas áreas a lo largo del año. Por
eso se debe fortalecer el diálogo con los pescadores para que respeten las áreas
de anidación de la especie y eviten tanto las mallas cerca de las playas como la
práctica de ‘chinchorreo’, que además está prohibida por las autoridades
colombianas”, asegura.
El comportamiento disperso identificado en las hembras monitoreadas subraya la
importancia de desarrollar estrategias de conservación que aborden tanto las
áreas de anidación como los diversos hábitats que las tortugas frecuentan en
diferentes épocas del año, especialmente de las hembras, para asegurar la
continuidad de esta emblemática especie en el Orinoco colombiano.
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La tortuga charapa (Podocnemis expansa), la más grande de agua dulce de
Suramérica, enfrenta serias amenazas en uno de sus principales hábitats, la
cuenca del río Meta, debido a la caza intensiva para el consumo de su carne, la
pérdida de su hábitat y el saqueo de sus nidos, que han llevado a reducir su
población a menos de 10.000 ejemplares en todo el país.
En Colombia la tortuga charapa habita en las cuencas de la Amazonia y la
Orinoquia. Según datos históricos, solo en el río Orinoco -en área venezolana-
las hembras nidificantes pasaron de ser más de 330.000 en 1800 a unas 1.000 en
2010, tendencia que también se ha observado en regiones específicas de su
hábitat, como la cuenca del río Meta.
Por eso es una de las especies catalogadas en el Libro rojo de reptiles de
Colombia y por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN)
como en “estado vulnerable” y “peligro crítico de extinción”, pues la
disminución de su población es cada vez más notoria.

Dichos datos y antecedentes sustentan la tesis de la bióloga Mónica Tatiana
Nieto Vera para la Maestría en Ciencias - Biología de la
Universidad Nacional (UNAL), quien durante 2 años monitoreó por telemetría
sónica a 16 hembras adultas de charapa en el medio río Meta, en alianza con
Sociedad para la Conservación de la Vida Silvestre (WCS) Colombia y la Alianza
para la Supervivencia de las Tortugas (TSA).
“El caparazón de esta especie puede llegar a medir un poco más de 1 m de
longitud; tarda muchos años en llegar a su edad reproductiva y pone una gran
cantidad de huevos -alrededor de 120 por cada hembra-, aunque la probabilidad de
que solo 1 de estos huevos se convierta en tortuguillo para luego ser adulto es
muy baja por la depredación natural, y especialmente por la intervención
humana”, expresa la investigadora.
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Su carne se consume en la región, especialmente en festividades
como Semana Santa, en platos tradicionales como las hallacas de tortuga, y los
huevos, por su alto contenido de grasas, se utilizan en la elaboración de unos
dulces típicos que forman parte del arraigo cultural llanero, muy apetecidos por
los lugareños y visitantes.
“El problema radica en la caza de las hembras reproductoras, pues al alimentarse
con una hembra se le quita al sistema esa producción anual, y ellas son las más
expuestas porque son las únicas que salen a tierra a poner sus huevos, mientras
los machos se quedan en el agua”, enfatiza la bióloga.

Las amenazas
Aunque los lugareños han utilizado las tortugas como una fuente secundaria de
proteínas, ahora ven un incentivo económico en su venta, debido a que el
aprovechamiento comercial de los huevos y la carne de charapa está en aumento,
según evidenció la bióloga en su estudio.
La combinación de caza furtiva y comercio
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