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Nacionalismo y fatalidad

Por: Guillermo Navarrete Hernandez
Desde 1776, los Estados Unidos de
América se convirtieron en un referente en términos de su sistema
democrático y económico, factores que contribuyeron a su ascenso como
potencia mundial. Entre los elementos que influyeron en dicho
crecimiento se destaca el papel de la religión, promotora de valores
como la ética del trabajo, la honestidad, el ahorro y la caridad. Estos
principios, junto con el activismo de denominaciones religiosas como la
Iglesia congregacional, los presbiterianos y las reformadas holandesa y
alemana, sentaron las bases para un desarrollo económico sostenido.
Este fenómeno no solo transformó la vida espiritual de las colonias,
sino que también fomentó una cultura de responsabilidad individual y
esfuerzo colectivo. Ideas que se alinearon con otros factores clave,
como la existencia de un mercado unificado, un sistema político-legal
favorable, abundantes recursos naturales y los avances de la Segunda
Revolución Industrial, sumados al espíritu emprendedor y la inversión en
capital.
Durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918), la producción industrial
y la exportación de bienes a Europa, en contraste con la devastación que
sufrían las naciones de dicho continente, consolidaron el protagonismo
de Estados Unidos en la política y la economía global.
La Segunda Guerra Mundial (1939-1945) afianzó la hegemonía
estadounidense, gracias a su contribución decisiva en la derrota de la
Alemania nazi, la posterior reconstrucción de Europa mediante el Plan
Marshall, la producción industrial masiva y desarrollo tecnológico.
La Guerra Fría, un conflicto ideológico desatado entre países de corte
comunista y capitalista, lo erigió como líder del bloque occidental.
Promovió la creación de la Organización del Tratado del Atlántico Norte
(OTAN), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial. A
través de estas dos instituciones financieras impulsó el neoliberalismo,
modelo económico conveniente para sus intereses, especialmente en los
países del sur global, que se vieron obligados a recurrir a créditos
externos condicionados para financiar sus déficits fiscales.
Paralelo a lo descrito el apoyo a dictaduras en Chile, Argentina,
Uruguay, Brasil, Paraguay, El Salvador, Guatemala y Nicaragua, en el
marco de la Doctrina de Seguridad Nacional, pese a la demostrada y
documentada violación sistemática de los Derechos Humanos. provocó una
estela de inestabilidad política, desplazamientos masivos, cinturones de
miseria en las goteras de las grandes ciudades y desigualdad social.
Además, su invasión a Irak en 2003, justificada con la falsa excusa de
la producción de armas químicas y respaldada por medios de comunicación
afines, evidenció su intervencionismo.
En el caso de Colombia, está documentado que fueron norteamericanos los
que introdujeron el narcotráfico al descubrir marihuana de alta calidad
en la costa norte, de superior calidad a la que consumían sus tropas en
Vietnam. Promovieron su cultivo en la Sierra Nevada de Santa Marta y La
Guajira, para luego enviar cargamentos de la yerba en avionetas a su
propio país. Paradójicamente, años más tarde, impusieron la llamada
"guerra contra las drogas", con profundas secuelas económicas, sociales
y de violencia para nuestra patria.
Con el ascenso al poder de Donald Trump, un mentiroso consagrado
caracterizado por su retórica nacionalista, su desprecio por las normas
diplomáticas y su disposición a establecer alianzas cuestionables, la
política
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hipócrita ya pasó de moda, es la
desfachatez, la codicia, la chabacanería, el fanático nacionalismo y la
fatalidad, las que se imponen y generan preocupación a nivel global.
CHARLAS CON UN MAESTRO SAMMASATI

Por: Gongpa Rabsel Rinpoché
Lama Sammasati para Latinoamérica
El Alquimista Interior: Una Transformación
Budhista
"El alquimista es aquel que deja de
sentirse victima, para convertirse en el dueño de su propia existencia".
La alquimia, ancestralmente asociada a la transformación de metales
básicos en oro, ha trascendido su significado literal para convertirse
en un símbolo de la transformación personal. En el budhismo, esta
metáfora cobra una profundidad especial, pues la práctica espiritual se
entiende como un proceso continuo de refinamiento y transformación de la
mente.
Según la filosofía budhista, cada individuo es el alquimista de su
propia existencia. El sufrimiento, lejos de ser una fatalidad, se
presenta como el crisol en el cual se forja la liberación. Al igual que
el alquimista somete a los metales a intensas pruebas de fuego, el
budhista enfrenta los desafíos de la vida como oportunidades para
purificar su mente y cultivar cualidades como la paciencia, la compasión
y la sabiduría.
De Sentirse Víctima al Creador
La visión budhista desafía la tendencia humana a sentirse víctima de las
circunstancias. Al atribuir nuestro sufrimiento a factores externos, nos
eximimos de la responsabilidad de cambiar nuestra situación. Sin
embargo, el budhismo enseña que la mente es la fuente de todo
sufrimiento.
Al igual que un alquimista puede transformar un metal base en oro,
nosotros podemos transformar nuestra mente, llena de apegos, aversiones
e ignorancia, en una mente clara y pacífica.
Los Ingredientes de la Transformación
Para emprender este viaje alquímico interior, el budhismo ofrece una
serie de herramientas y prácticas:
* La atención plena (mindfulness): Al cultivar la atención plena,
observamos nuestros pensamientos y emociones sin juzgarlos, lo que nos
permite reconocer los patrones que generan sufrimiento.
* La meditación: A través de la meditación, desarrollamos la
concentración y la introspección, lo que nos permite acceder a niveles
más profundos de la mente.
* La compasión: Cultivar la compasión hacia nosotros mismos y
hacia los demás nos ayuda a romper los ciclos de odio y rencor que
alimentan el sufrimiento.
* La sabiduría: La sabiduría budhista nos enseña a ver las cosas
como realmente son, sin ilusiones ni apegos.
El Oro Interior
El objetivo final de la alquimia budhista no es la acumulación de
riquezas materiales, sino la realización de la naturaleza búdhica, la
cual es intrínseca a todos los seres. Al igual que el oro se encuentra
oculto dentro de la materia prima, la iluminación se encuentra oculta
dentro de cada uno de nosotros. A través de la práctica espiritual,
podemos desvelar este tesoro interior y vivir una vida plena y
significativa.
En conclusión, la metáfora del alquimista nos invita a asumir la
responsabilidad de
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nuestra propia transformación. Al
igual que un alquimista paciente y perseverante, podemos convertir el
plomo de nuestro sufrimiento en el oro de la liberación. El viaje puede
ser largo y desafiante, pero la recompensa es incalculable: la paz
interior y la libertad de ser quienes realmente somos.
Título

Por: Edgar Cabezas
Si se me
concediera el noble titulo de virrey de parte de su majestad, el pueblo
soberano, o si fuera un animador excelente ad honoren de la Asamblea
Nacional Popular, sin título alguno y sin reconocimiento popular en
calidad de ciudadano, me tomo la palabra escrita para manifestar que
desde la junta directiva de la Asamblea Nacional Popular constituyente
por el pueblo unido en sus organizaciones sindicales, étnicas y
culturales, se ordene al poder constituido por las tres ramas del poder
público, que en el presupuesto que se invierte en beneficio social a
través del programa “Colombia Compra Eficiente”, se asignen los recursos
monetarios justos y equitativos a los mil ciento y más municipios y a
todas la entidades territoriales étnicas.
Hay que superar la lentitud de las reformas a las leyes que posibiliten
en los territorios las transformaciones que se tienen que hacer en lo
correspondiente a la salubridad pública y la seguridad propia de los
derechos fundamentales del ambiente sano, la salud y la alimentación. Es
preciso que esa legislación sea una realidad, un hecho cumplido, un
contrato social recibido a satisfacción por parte de las comunidades
organizadas municipales y étnicas.
El presidente Petro ha dicho que él va hasta donde el pueblo mande, y
para mandar hay que ordenar, entonces, la pregunta es: ¿Cuál es la
organización del pueblo que manda? La respuesta es: la Asamblea Nacional
Popular. Mandar se hace a través de ordenes a cumplir, y, el pueblo que
hay en mí, no quiere que le sigan mamando gallo aplazándole un buen
vivir, gobierno tras gobierno. La única manera es que las organizaciones
sindicales, sociales, étnicas, culturales y comunales, como poder
constituyente y organizado que son, decidan impartir esa orden a las
ramas del poder constituido para que sin dilaciones ni objeciones se
aprueben las reformas propuestas por el gobierno al congreso y la
justicia las ratifique.
Entonces hay que convocar al pueblo para la permanente movilización
alrededor de las iniciativas legislativas en curso, para asegurar que se
aprueben antes del 21 de noviembre del presente año y así cerrar con
éxito algunos de los puntos incluidos en la convocatoria a la huelga
general de las centrales sindicales; al Paro Nacional de 2019, su
continuidad hasta febrero de 2020; las protestas de abril de 2021 hasta
diciembre del mismo año y que, desde entonces a hoy, según los puntos
contenidos en los pliegos de negociación que aún están vigentes.
La Asamblea Nacional Popular tiene la gran responsabilidad y la
obligación de hacer realidad la coordinación entre el poder
constituyente y el poder constituido para el establecimiento de la
democracia popular directa con mandato delegatario y representativo.
Entonces, que la orden del poder constituyente a través de la Asamblea
Nacional popular, sea la de ordenarle a los funcionarios y
representantes de las tres ramas del poder público que aprueben las
leyes para el buen gobierno justo, equitativo y honesto al que algunos
llaman bienestar, otros buen vivir, y aquellos más, “vivir sabroso”.
Porque, de no hacerlo, el pueblo organizado en la Asamblea Nacional
popular irá a la huelga general y al paro nacional hasta que Colombia
tenga un gobierno que coordine de manera eficaz las funciones que tiene
asignadas en materias de paz, salubridad pública, medicina preventiva,
alimentación agroecológica y aumento de las transferencias de la Nación
a municipios y departamentos. Pues es que con ambiente sano, salud
universal y barriguita llena, libre de pesticidas, todo es bello.
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