Bogotá, Colombia -Edición: 783

 Fecha: Viernes 11-04-2025

 

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TECNOLOGÍA-CIENCIA

 

 

 

Propulsión nuclear por fusión: La revolución que promete viajes a Marte en tiempo récord

 

 

 

 

nucleares basados en fisión, también con la mira puesta en Marte. Aun así, el enfoque de Pulsar destaca por su osadía: llevar la fusión al espacio antes que a la Tierra, y hacerlo con un objetivo tan concreto como viable.

Desafíos y promesas

 

Por supuesto, el camino no está exento de obstáculos. Aaron Knoll, profesor en el Imperial College de Londres, lo resume bien: los reactores de fusión actuales son enormes, pesados, y requieren una infraestructura técnica que hoy es incompatible con un diseño ligero y compacto necesario para el espacio. “Miniaturizar esos sistemas es uno de los mayores retos de ingeniería que enfrentamos”, señala.

 

Bhuvana Srinivasan, profesora en la Universidad de Washington, coincide. Aun así, asegura que si se logra superar esa barrera, los beneficios serán extraordinarios. “Podríamos desplegar una base lunar completa en una sola misión. Y no hablamos de mejoras incrementales respecto a la propulsión actual, sino de un cambio radical en la forma como exploramos el espacio”, afirma. También sugiere un posible futuro en el que bases lunares sirvan de plataforma para extraer helio-3, lo que añadiría una dimensión económica a la exploración espacial.

 

 

Esa combinación de ciencia, tecnología y visión empresarial convierte a Sunbird en algo más que una promesa futurista. Es un primer paso hacia una nueva etapa de la historia humana, donde Marte deja de ser una quimera lejana y se convierte en un destino alcanzable. Y más allá del planeta rojo, este tipo de propulsión podría abrir la puerta a misiones que hasta hace poco eran materia exclusiva de la ciencia ficción.

Hoy, el proyecto de Pulsar Fusion está aún en pañales. Pero si la historia de la exploración espacial nos ha enseñado algo, es que los grandes saltos tecnológicos comienzan con ideas que al principio parecen imposibles. La fusión nuclear, nacida en el corazón de las estrellas, podría ser la chispa que lleve a la humanidad hacia sus próximos horizontes.

 

Durante décadas, científicos de todo el mundo han soñado con la posibilidad de recrear la fusión nuclear, el mismo proceso que alimenta al Sol, aquí en la Tierra. La promesa es inmensa: una fuente de energía limpia, virtualmente inagotable, sin los residuos peligrosos que deja la fisión. Pero aunque los avances son notables, la humanidad aún está lejos de construir una planta de energía de fusión plenamente funcional en nuestro planeta. Paradójicamente, el espacio podría ofrecernos una ruta más corta hacia ese objetivo, y de paso, abrir una nueva era en la exploración espacial.

La startup británica Pulsar Fusion está apostando precisamente por esa idea. Con financiamiento de la Agencia Espacial del Reino Unido, presentó su ambicioso proyecto Sunbird, un cohete propulsado por fusión nuclear diseñado para reducir a la mitad los tiempos de viaje a Marte. No es una promesa menor: si se concreta, significaría no solo una revolución en la movilidad espacial, sino también una profunda reconfiguración de los planes interplanetarios de las agencias espaciales.

 

 

Sunbird no es un cohete tradicional. Su propósito no es despegar desde la Tierra, sino encontrarse con naves espaciales en órbita terrestre, acoplarse a ellas y llevarlas a su destino a velocidades que podrían alcanzar los 805.000 kilómetros por hora, muy por encima de los 692.000 km/h logrados por la sonda solar Parker de la NASA. En palabras de Richard Dinan, CEO de Pulsar, “la fusión es un fenómeno natural del espacio. Allí es donde quiere ocurrir. Es un entorno mucho más lógico para generar este tipo de reacción que la atmósfera terrestre”.

La física detrás de un sueño

La fusión nuclear es, en esencia, la unión de átomos ligeros, como el hidrógeno, para formar otros más pesados, como el helio. Este proceso libera cantidades colosales de energía —cuatro veces más que la fisión y hasta cuatro millones de veces más que los combustibles fósiles—, pero requiere temperaturas y presiones extremas para iniciarse. En la Tierra, esos requisitos implican una enorme inversión de energía, lo que ha hecho que hasta ahora solo se haya alcanzado un equilibrio muy frágil entre lo que se gasta y lo que se produce.
 

Sin embargo, Sunbird no busca generar electricidad. Su único propósito es crear impulso. Por eso, la ecuación energética es diferente: no se necesita un superávit de energía, basta con producir suficiente empuje. Para ello, el cohete empleará un reactor lineal, distinto a los diseños toroidales de la mayoría de los reactores terrestres. En lugar de evitar que las partículas escapen, como en un reactor cerrado, aquí esas partículas —cargadas eléctricamente y generadas en un plasma— son las que proporcionan la propulsión. Es una lógica inversa, pero efectiva.

Sunbird utilizaría helio-3 como combustible principal, un isótopo escaso en la Tierra, pero que no produce neutrones como

 

 

subproducto de la fusión, sino protones, los cuales pueden ser dirigidos para generar el empuje del motor. A diferencia de los combustibles fósiles o la fisión nuclear, la fusión con helio-3 no produce residuos peligrosos ni material radiactivo, y se requiere solo una cantidad mínima de combustible —unos pocos gramos— para lograr velocidades increíbles.

Un futuro en construcción

Los planes de Pulsar Fusion son ambiciosos. Este mismo año lanzarán los primeros componentes electrónicos a órbita para ensayos técnicos. Y en 2027 esperan poner en órbita el primer experimento de fusión lineal, que validará los cálculos físicos de su modelo. No será un Sunbird operativo, sino una prueba experimental cuyo costo ronda los 70 millones de dólares. Si todo sale bien, un prototipo funcional podría estar listo en menos de cinco años.

A largo plazo, el plan es aún más interesante. Dinan visualiza estaciones orbitales equipadas con Sunbirds, listas para acoplarse a las naves espaciales y propulsarlas hacia destinos como Marte, Júpiter o incluso asteroides cercanos a la Tierra. Al desconectar sus motores convencionales, las naves ahorrarían combustible, reducirían peso y ganarían eficiencia con esta especie de “bicicletas eléctricas espaciales” que las llevarían más lejos y más rápido.
 

Un ejemplo concreto: Sunbird podría llevar hasta 2.000 kilogramos de carga a Marte en menos de seis meses, reducir en más de la mitad los tiempos de llegada de sondas a Júpiter o Saturno, e incluso hacer posible una misión de minería a un asteroide cercano con un viaje de ida y vuelta en solo dos años, en lugar de tres.

No es la única empresa en esta carrera. Helicity Space, con sede en Pasadena y respaldada por Lockheed Martin, trabaja en su propia tecnología de propulsión por fusión. General Atomics, en colaboración con la NASA, está desarrollando reactores

 

 

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