Bogotá, Colombia -Edición: 785

 Fecha: Miércoles 16-04-2025

 

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INTERNACIONAL

 

 

 

Hamas rechaza propuesta israelí de tregua por exigir su desarme

 

 

En medio de una creciente presión internacional por un alto el fuego en Gaza, las negociaciones indirectas entre Israel y Hamas enfrentan un nuevo tropiezo. Según una fuente palestina de alto nivel citada por la BBC, el grupo islamista ha rechazado la última propuesta de tregua impulsada por Egipto debido a que incluye como condición su desarme. Esta exigencia ha sido calificada por Hamas como “inaceptable” y una “línea roja”, alejando aún más la posibilidad de un acuerdo inmediato.

La propuesta israelí ofrecía una pausa de 45 días en las hostilidades, la liberación de cientos de prisioneros palestinos —incluyendo más de un centenar condenados por atentados— y el restablecimiento de la ayuda humanitaria a Gaza, suspendida desde marzo. A cambio, se esperaba que Hamas entregara diez rehenes con vida y dieciséis cuerpos de personas secuestradas durante el ataque del 7 de octubre de 2023, que desencadenó la actual ofensiva militar israelí. De los 251 secuestrados inicialmente, se estima que 59 siguen en manos del grupo, aunque Israel considera que solo 24 siguen con vida.

Hamas, que mantiene contactos en Doha y El Cairo, aún no ha emitido una respuesta oficial, pero las filtraciones apuntan a que estaría dispuesto a liberar entre ocho y nueve rehenes vivos si se garantizara una tregua más prolongada y con respaldo internacional, especialmente de Estados Unidos. Sin embargo, desde su perspectiva, el punto de quiebre no es la cantidad de rehenes, sino lograr que Israel se comprometa públicamente a cesar la ofensiva de forma definitiva.

Ese compromiso es, precisamente, lo que el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y sus principales aliados de gobierno rechazan tajantemente. Alegan que una tregua permanente sin desarme permitiría a Hamas mantener el control de Gaza y preparar futuros ataques. Durante una visita al norte del enclave palestino, Netanyahu reafirmó que su objetivo sigue siendo doble: recuperar a todos los secuestrados y destruir la capacidad militar de Hamas.

Mientras tanto, la presión interna también crece. Reservistas y veteranos del ejército israelí han empezado a manifestarse por escrito, pidiendo al gobierno priorizar la liberación de los rehenes, incluso si esto implica detener la guerra. En el otro extremo, Hamas insiste en que mientras exista ocupación, seguirá resistiendo. La paz, por ahora, parece aún lejana.

 

Rusia lanza ofensiva de primavera y Putin parece ignorar gestiones de paz de Trump

 

 

La guerra en Ucrania entra en una nueva y peligrosa fase. Con la llegada del buen clima, el ejército ruso ha iniciado una ofensiva que podría ser la última gran embestida de Moscú en este conflicto, marcado por el desgaste militar y una

 

 

 

sangría humana que no cesa. Los ataques se han intensificado especialmente en la región de Pokrovsk, en el Donbás, y en la frontera norte, en la provincia de Sumy, donde el pasado Domingo de Ramos murieron 35 civiles tras el impacto de dos misiles rusos con munición de racimo.

La ofensiva no ha sorprendido del todo. Desde hace semanas, Kiev venía alertando sobre una acumulación de tropas rusas cerca de la región fronteriza de Kursk. La inteligencia ucraniana intuía lo que estaba por venir. La estrategia del Kremlin, según analistas militares, busca tomar al menos una capital provincial ucraniana, como Sumy, para presentarlo como una victoria simbólica que pueda justificar el enorme costo humano y material de la invasión. Esta ciudad, además, representa un punto estratégico que podría comprometer las líneas de abastecimiento hacia Járkiv, la segunda ciudad más grande del país.

Pero los avances rusos, en la práctica, están resultando muy costosos. El Ministerio de Defensa del Reino Unido estima que el ejército ruso sufre unas 1.300 bajas diarias entre muertos y heridos. Una cifra aterradora que, sin embargo, no ha detenido la maquinaria bélica de Vladimir Putin, que parece decidido a continuar con la guerra pese al evidente agotamiento de recursos y a la creciente presión internacional.

Mientras tanto, el supuesto proceso de paz que algunos medios vincularon a gestiones del presidente estadounidense Donald Trump parece haber quedado en segundo plano. Ni Putin ni su entorno más cercano han dado señales reales de querer negociar. En lugar de diplomacia, Moscú continúa con la planificación de ofensivas que requieren meses de preparación, ignorando cualquier intento externo de mediación.

El acercamiento simbólico entre Trump y el Kremlin, representado en gestos tan llamativos como el del empresario Steve Witkoff llevándose la mano al corazón frente a Putin, parece más un espectáculo que una iniciativa con verdadero peso político.

Con una guerra que ya ha dejado decenas de miles de muertos, la esperanza de una salida negociada sigue siendo lejana. Y mientras los misiles caen y las tropas avanzan a duras penas, la población civil continúa pagando el precio más alto.

 

Trump y Bukele refuerzan alianza en medio de deportaciones polémicas

 

 

Donald Trump y Nayib Bukele se vieron las caras este lunes 14 de abril en la Casa Blanca, en un encuentro que prometería intensificar las ya polémicas medidas migratorias impulsadas por el presidente estadounidense. Esta es la primera visita oficial de un mandatario latinoamericano a Washington desde el regreso de Trump al poder, lo que confirma la sintonía entre ambos líderes y su enfoque común en temas de seguridad y migración.

Uno de los puntos clave de la reunión fue la cooperación en el control de los flujos migratorios, un asunto que ya ha dejado consecuencias visibles. En marzo, Estados Unidos deportó a 238 venezolanos y 23 salvadoreños señalados como presuntos miembros de pandillas como MS-13 y Tren de Aragua, muchos de ellos sin pruebas claras. Las deportaciones fueron posibles gracias a una antigua ley de 1798 que Trump revivió para agilizar estos procesos en nombre de la seguridad nacional.

Como parte de este acuerdo, del que aún se desconocen muchos detalles, El Salvador ha habilitado su prisión de máxima seguridad, el Centro de Confinamiento para el Terrorismo (CECOT), para recibir a los deportados. Washington, a cambio, destinó 6 millones de dólares al gobierno de Bukele. La medida ha despertado la alarma de

 

 

 

organismos de derechos humanos, que acusan arbitrariedad y falta de garantías en los procesos.

 

El caso más simbólico es el de Kilmar Ábrego García, un salvadoreño con residencia legal en EE.UU., deportado por error pese a que un juez había prohibido su expulsión. El Tribunal Supremo ya ordenó su repatriación, pero las autoridades migratorias han señalado que Ábrego no está bajo su custodia, lo que complica su regreso.

Mientras tanto, el secretario de Estado, Marco Rubio, anunció la deportación de otros 10 individuos hacia El Salvador, reforzando la narrativa de que la alianza entre ambos países es clave para erradicar “organizaciones terroristas”.

El encuentro entre Trump y Bukele promete ser mucho más que una reunión bilateral. Para muchos, parece ser un termómetro del rumbo que tomará la política migratoria estadounidense en los próximos meses.

 

Ollanta Humala, expresidente de Perú, condenado a 15 años de prisión por lavado de activos

 

 

El expresidente peruano Ollanta Humala fue sentenciado el martes a 15 años de prisión tras ser hallado culpable del delito de lavado de activos por haber recibido dinero ilícito del gobierno de Hugo Chávez y de la constructora brasileña Odebrecht para sus campañas presidenciales de 2006 y 2011. La sentencia fue dictada por el Tercer Juzgado Colegiado de la Corte Suprema Nacional, que además ordenó su detención inmediata.

La jueza Nayko Coronado, a cargo del tribunal, aseguró que durante el juicio quedó probada la existencia de una organización criminal cuya finalidad era canalizar y legitimar fondos de origen ilegal. Según el fallo, en la campaña de 2006 se recibió cerca de un millón y medio de soles de origen venezolano, mientras que en 2011, ya con Odebrecht como protagonista, ingresaron aproximadamente 3 millones de dólares.

Junto a Humala también fue condenada su esposa, Nadine Heredia, a 15 años de prisión. La exprimera dama, conectada de forma virtual a la audiencia, fue señalada como figura clave en la organización de las campañas del Partido Nacionalista Peruano. Su hermano, Ilán Heredia, recibió una condena de 12 años por su participación en la recolección de los fondos.

La sentencia pone fin a un juicio que se extendió por más de tres años y cuya investigación arrancó en 2015. La jueza Coronado adelantó que la lectura completa del fallo se realizará el próximo 29 de abril, aunque ya confirmó que los condenados deberán pagar una reparación civil de 10 millones de soles (unos 2,67 millones de dólares).

Humala, que gobernó Perú entre 2011 y 2016, ha negado repetidamente las acusaciones. En una entrevista con la agencia EFE en febrero pasado, sostuvo que si Odebrecht envió dinero a su campaña, fue robado por Jorge Barata, entonces jefe de la constructora en Perú. Nadine Heredia también rechazó haber recibido aportes de Chávez, Lula da Silva o empresas brasileñas.

A pesar de sus declaraciones, el tribunal consideró que existen suficientes pruebas de que los fondos fueron encubiertos con aportes falsos e inexistentes, lo que constituye un “típico caso de lavado de activos”, según la magistrada. La decisión marca un nuevo capítulo en la larga lista de expresidentes peruanos involucrados en escándalos de corrupción.

 

 

 

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