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Hamas
rechaza propuesta israelí de tregua por exigir su desarme

En medio de una creciente presión internacional
por un alto el fuego en Gaza, las negociaciones indirectas entre
Israel y Hamas enfrentan un nuevo tropiezo. Según una fuente
palestina de alto nivel citada por la BBC, el grupo islamista ha
rechazado la última propuesta de tregua impulsada por Egipto
debido a que incluye como condición su desarme. Esta exigencia
ha sido calificada por Hamas como “inaceptable” y una “línea
roja”, alejando aún más la posibilidad de un acuerdo inmediato.
La propuesta israelí ofrecía una pausa de 45 días en las
hostilidades, la liberación de cientos de prisioneros palestinos
—incluyendo más de un centenar condenados por atentados— y el
restablecimiento de la ayuda humanitaria a Gaza, suspendida
desde marzo. A cambio, se esperaba que Hamas entregara diez
rehenes con vida y dieciséis cuerpos de personas secuestradas
durante el ataque del 7 de octubre de 2023, que desencadenó la
actual ofensiva militar israelí. De los 251 secuestrados
inicialmente, se estima que 59 siguen en manos del grupo, aunque
Israel considera que solo 24 siguen con vida.
Hamas, que mantiene contactos en Doha y El Cairo, aún no ha
emitido una respuesta oficial, pero las filtraciones apuntan a
que estaría dispuesto a liberar entre ocho y nueve rehenes vivos
si se garantizara una tregua más prolongada y con respaldo
internacional, especialmente de Estados Unidos. Sin embargo,
desde su perspectiva, el punto de quiebre no es la cantidad de
rehenes, sino lograr que Israel se comprometa públicamente a
cesar la ofensiva de forma definitiva.
Ese compromiso es, precisamente, lo que el primer ministro
israelí, Benjamin Netanyahu, y sus principales aliados de
gobierno rechazan tajantemente. Alegan que una tregua permanente
sin desarme permitiría a Hamas mantener el control de Gaza y
preparar futuros ataques. Durante una visita al norte del
enclave palestino, Netanyahu reafirmó que su objetivo sigue
siendo doble: recuperar a todos los secuestrados y destruir la
capacidad militar de Hamas.
Mientras tanto, la presión interna también crece. Reservistas y
veteranos del ejército israelí han empezado a manifestarse por
escrito, pidiendo al gobierno priorizar la liberación de los
rehenes, incluso si esto implica detener la guerra. En el otro
extremo, Hamas insiste en que mientras exista ocupación, seguirá
resistiendo. La paz, por ahora, parece aún lejana.
Rusia lanza
ofensiva de primavera y Putin parece ignorar gestiones de paz de
Trump

La guerra en Ucrania entra en una nueva y
peligrosa fase. Con la llegada del buen clima, el ejército ruso
ha iniciado una ofensiva que podría ser la última gran embestida
de Moscú en este conflicto, marcado por el desgaste
militar y una
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sangría humana que no cesa. Los ataques se han
intensificado especialmente en la región de Pokrovsk, en el Donbás, y en
la frontera norte, en la provincia de Sumy, donde el pasado Domingo de
Ramos murieron 35 civiles tras el impacto de dos misiles rusos con
munición de racimo.
La ofensiva no ha sorprendido del todo. Desde hace semanas, Kiev venía
alertando sobre una acumulación de tropas rusas cerca de la región
fronteriza de Kursk. La inteligencia ucraniana intuía lo que estaba por
venir. La estrategia del Kremlin, según analistas militares, busca tomar
al menos una capital provincial ucraniana, como Sumy, para presentarlo
como una victoria simbólica que pueda justificar el enorme costo humano
y material de la invasión. Esta ciudad, además, representa un punto
estratégico que podría comprometer las líneas de abastecimiento hacia
Járkiv, la segunda ciudad más grande del país.
Pero los avances rusos, en la práctica, están resultando muy costosos.
El Ministerio de Defensa del Reino Unido estima que el ejército ruso
sufre unas 1.300 bajas diarias entre muertos y heridos. Una cifra
aterradora que, sin embargo, no ha detenido la maquinaria bélica de
Vladimir Putin, que parece decidido a continuar con la guerra pese al
evidente agotamiento de recursos y a la creciente presión internacional.
Mientras tanto, el supuesto proceso de paz que algunos medios vincularon
a gestiones del presidente estadounidense Donald Trump parece haber
quedado en segundo plano. Ni Putin ni su entorno más cercano han dado
señales reales de querer negociar. En lugar de diplomacia, Moscú
continúa con la planificación de ofensivas que requieren meses de
preparación, ignorando cualquier intento externo de mediación.
El acercamiento simbólico entre Trump y el Kremlin, representado en
gestos tan llamativos como el del empresario Steve Witkoff llevándose la
mano al corazón frente a Putin, parece más un espectáculo que una
iniciativa con verdadero peso político.
Con una guerra que ya ha dejado decenas de miles de muertos, la
esperanza de una salida negociada sigue siendo lejana. Y mientras los
misiles caen y las tropas avanzan a duras penas, la población civil
continúa pagando el precio más alto.
Trump y Bukele
refuerzan alianza en medio de deportaciones polémicas

Donald Trump y Nayib Bukele se vieron las caras este
lunes 14 de abril en la Casa Blanca, en un encuentro que prometería
intensificar las ya polémicas medidas migratorias impulsadas por el
presidente estadounidense. Esta es la primera visita oficial de un
mandatario latinoamericano a Washington desde el regreso de Trump al
poder, lo que confirma la sintonía entre ambos líderes y su enfoque
común en temas de seguridad y migración.
Uno de los puntos clave de la reunión fue la cooperación en el control
de los flujos migratorios, un asunto que ya ha dejado consecuencias
visibles. En marzo, Estados Unidos deportó a 238 venezolanos y 23
salvadoreños señalados como presuntos miembros de pandillas como MS-13 y
Tren de Aragua, muchos de ellos sin pruebas claras. Las deportaciones
fueron posibles gracias a una antigua ley de 1798 que Trump revivió para
agilizar estos procesos en nombre de la seguridad nacional.
Como parte de este acuerdo, del que aún se desconocen muchos detalles,
El Salvador ha habilitado su prisión de máxima seguridad, el Centro de
Confinamiento para el Terrorismo (CECOT), para recibir a los deportados.
Washington, a cambio, destinó 6 millones de dólares al gobierno de
Bukele. La medida ha despertado la alarma de
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organismos de derechos humanos, que
acusan arbitrariedad y falta de garantías en los procesos.
El caso más simbólico es el de Kilmar Ábrego García, un
salvadoreño con residencia legal en EE.UU., deportado por error pese a
que un juez había prohibido su expulsión. El Tribunal Supremo ya ordenó
su repatriación, pero las autoridades migratorias han señalado que
Ábrego no está bajo su custodia, lo que complica su regreso.
Mientras tanto, el secretario de Estado, Marco Rubio, anunció la
deportación de otros 10 individuos hacia El Salvador, reforzando la
narrativa de que la alianza entre ambos países es clave para erradicar
“organizaciones terroristas”.
El encuentro entre Trump y Bukele promete ser mucho más que una reunión
bilateral. Para muchos, parece ser un termómetro del rumbo que tomará la
política migratoria estadounidense en los próximos meses.
Ollanta Humala,
expresidente de Perú, condenado a 15 años de prisión por lavado de
activos

El expresidente peruano Ollanta Humala fue sentenciado el
martes a 15 años de prisión tras ser hallado culpable del delito de
lavado de activos por haber recibido dinero ilícito del gobierno de Hugo
Chávez y de la constructora brasileña Odebrecht para sus campañas
presidenciales de 2006 y 2011. La sentencia fue dictada por el Tercer
Juzgado Colegiado de la Corte Suprema Nacional, que además ordenó su
detención inmediata.
La jueza Nayko Coronado, a cargo del tribunal, aseguró que durante el
juicio quedó probada la existencia de una organización criminal cuya
finalidad era canalizar y legitimar fondos de origen ilegal. Según el
fallo, en la campaña de 2006 se recibió cerca de un millón y medio de
soles de origen venezolano, mientras que en 2011, ya con Odebrecht como
protagonista, ingresaron aproximadamente 3 millones de dólares.
Junto a Humala también fue condenada su esposa, Nadine Heredia, a 15
años de prisión. La exprimera dama, conectada de forma virtual a la
audiencia, fue señalada como figura clave en la organización de las
campañas del Partido Nacionalista Peruano. Su hermano, Ilán Heredia,
recibió una condena de 12 años por su participación en la recolección de
los fondos.
La sentencia pone fin a un juicio que se extendió por más de tres años y
cuya investigación arrancó en 2015. La jueza Coronado adelantó que la
lectura completa del fallo se realizará el próximo 29 de abril, aunque
ya confirmó que los condenados deberán pagar una reparación civil de 10
millones de soles (unos 2,67 millones de dólares).
Humala, que gobernó Perú entre 2011 y 2016, ha negado repetidamente las
acusaciones. En una entrevista con la agencia EFE en febrero pasado,
sostuvo que si Odebrecht envió dinero a su campaña, fue robado por Jorge
Barata, entonces jefe de la constructora en Perú. Nadine Heredia también
rechazó haber recibido aportes de Chávez, Lula da Silva o empresas
brasileñas.
A pesar de sus declaraciones, el tribunal consideró que existen
suficientes pruebas de que los fondos fueron encubiertos con aportes
falsos e inexistentes, lo que constituye un “típico caso de lavado de
activos”, según la magistrada. La decisión marca un nuevo capítulo en la
larga lista de expresidentes peruanos involucrados en escándalos de
corrupción.
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