Bogotá, Colombia -Edición: 791

 Fecha: Miércoles 30-04-2025

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TECNOLOGÍA-CIENCIA

 

 

 

Amazon entra en la carrera espacial por el internet global

 

 

 

 

 

los del bloque europeo, que han comenzado a desarrollar sus propias redes satelitales como OneWeb, podrían buscar diversificar sus opciones para no depender exclusivamente de empresas estadounidenses.

 

A pesar del escepticismo, Amazon tiene cartas fuertes bajo la manga. Su ecosistema empresarial, que incluye desde servicios en la nube con AWS hasta una robusta cadena logística global, podría beneficiarse enormemente de una red satelital propia. Imaginemos un futuro donde cada vehículo de entrega de Amazon esté conectado a Kuiper, optimizando rutas en tiempo real incluso en lugares sin cobertura terrestre. O donde AWS pueda ofrecer servicios ultrarrápidos de computación en la nube gracias a esta conectividad espacial.

 

Rajeev Badyal, vicepresidente del Proyecto Kuiper, expresó una visión realista pero optimista. “Esta será la primera vez que volamos nuestro diseño final de satélite y la primera vez que desplegamos tantos satélites a la vez”, dijo en un comunicado tras el lanzamiento. “No importa cómo se desarrolle la misión, este es solo el comienzo de nuestro viaje, y tenemos todas las piezas en su lugar para aprender y adaptarnos mientras nos preparamos para lanzar una y otra vez en los próximos años”.

 

 

La clave, por ahora, es el tiempo. Amazon espera comenzar a ofrecer el servicio a clientes selectos antes de que finalice el año, un plazo ambicioso si se tiene en cuenta que aún debe ampliar su constelación y probar a fondo la eficiencia del sistema. En paralelo, Starlink continúa expandiéndose sin freno, consolidando acuerdos con aerolíneas, gobiernos y empresas privadas.

La pregunta que flota en el aire no es solo si Amazon llegará a tiempo, sino si podrá innovar más allá del modelo de Musk. Porque para ganar esta carrera, no basta con imitar. Habrá que ofrecer algo distinto, mejor o más confiable. Tal vez no se trate de vencer a Starlink, sino de convivir con él, compartiendo el cielo con decenas de miles de pequeños artefactos que, desde el espacio, intentan conectarnos a todos en un mismo planeta.

Y así, con el rugido del cohete Atlas V disipándose en el cielo nocturno de Florida, Amazon ha dejado claro que su mirada también apunta hacia las estrellas. Aunque la ruta será larga, la primera señal ya ha sido enviada. Desde el espacio, comienza un nuevo capítulo en la historia de la conectividad humana.

 

En una jornada que marca un hito para la historia tecnológica de Amazon, el gigante del comercio electrónico dio el pasado lunes su primer paso firme en la competencia por dominar el internet satelital. A bordo de un cohete Atlas V, construido por United Launch Alliance, 27 satélites del ambicioso Proyecto Kuiper fueron lanzados desde la Estación de la Fuerza Espacial en Cabo Cañaveral, Florida. El evento, que ocurrió poco después de las 7 de la noche (hora de Miami), representa la primera gran entrega de una constelación que pretende transformar la manera en que el mundo se conecta.

 

Con este despliegue, Amazon se mete de lleno en una carrera dominada hasta ahora por Starlink, la red satelital de SpaceX liderada por Elon Musk, que ya cuenta con una impresionante base de al menos 4,6 millones de clientes alrededor del planeta. La iniciativa de Jeff Bezos, que ha permanecido en desarrollo durante años, por fin se pone en marcha, aunque lo hace enfrentando escepticismo desde diversos frentes.

 

El Proyecto Kuiper no es una aventura cualquiera. Amazon planea desplegar más de 3.200 satélites en los próximos años, todos orbitando a una altitud aproximada de 450 kilómetros sobre la Tierra. Esta órbita, conocida como órbita terrestre baja (LEO, por sus siglas en inglés), es considerablemente más cercana que la órbita geoestacionaria tradicional, que se encuentra a más de 35.000 kilómetros. Esta proximidad permitirá que los datos viajen con menor latencia, lo que significa conexiones de internet más rápidas y eficientes.

 

 

Sin embargo, entrar en este mercado no es tan sencillo como lanzar satélites al espacio. Craig Moffett, analista de la firma MoffettNathanson, advirtió en entrevista con CNN que Amazon llega tarde al juego. “Kuiper va a tener un largo camino por recorrer para ponerse al día y poder servir a una parte significativa del mercado”, dijo, cuestionando la viabilidad financiera del proyecto. “Parece que hay una probabilidad muy, muy alta de que esto resulte ser demasiado tarde para que alguna vez se acerque a ser una inversión atractiva”.

 

Las cifras respaldan su cautela. Según la firma Raymond James, el despliegue inicial de los 3.200 satélites podría costar hasta 17.000 millones de dólares. A esto se sumarían entre 1.000 y 2.000 millones de dólares anuales para sostener el servicio en funcionamiento. Aunque Amazon tiene músculo financiero, el riesgo es evidente: ¿podrá realmente recuperar esa inversión en un mercado que SpaceX ya domina?

Por ahora, lo cierto es que el lanzamiento del lunes representa mucho más que una operación técnica. Simboliza la voluntad de

 

 

Amazon por consolidarse no solo como líder en comercio electrónico y servicios en la nube, sino también como protagonista en la infraestructura digital del futuro. Y es que el internet satelital no es un lujo: se trata de una herramienta que puede llevar conectividad a zonas rurales, regiones en conflicto o lugares donde los cables no llegan.

 

Ahí radica el verdadero poder de esta tecnología. En muchas partes del mundo, aún en pleno 2025, millones de personas carecen de acceso fiable a internet. Las redes de fibra óptica, aunque eficientes, resultan costosas y difíciles de desplegar en áreas montañosas, selváticas o alejadas. Satélites como los de Kuiper y Starlink, que giran velozmente alrededor del planeta —a más de 27.000 kilómetros por hora—, prometen romper esa barrera física y conectar incluso a los rincones más olvidados.

Pero no todo son beneficios. La operación de megaconstelaciones plantea retos técnicos colosales: miles de satélites deben coordinarse para evitar colisiones, mantener enlaces estables con estaciones terrestres y operar sin interferencias. Además, crecen las preocupaciones por la congestión del espacio y el aumento del riesgo de basura espacial, un problema creciente que podría tener consecuencias devastadoras en el futuro.

En medio de este panorama, el componente geopolítico también entra en juego. SpaceX, y en particular Elon Musk, han sido protagonistas de controversias recientes debido a la implicación de Starlink en escenarios como la guerra en Ucrania. Musk ha enfrentado críticas por decisiones políticas y declaraciones públicas que han incomodado a gobiernos y aliados. En ese contexto, la figura de Jeff Bezos podría ofrecer una alternativa más diplomática y estable para actores internacionales que desconfían del estilo confrontativo de Musk.

 

“Sin duda, imagino que la OTAN y Ucrania al menos están celebrando en silencio la idea de tener a alguien que no sea Elon Musk en la posición de proporcionar capacidad”, comentó Moffett con cierta ironía. La competencia en este mercado no es solo comercial, sino estratégica. Y países como

 

 

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