Bogotá, Colombia -Edición: 794

 Fecha: Miércoles 07-05-2025

 

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TECNOLOGÍA-CIENCIA

 

 

 

Cosmos 482: La sonda soviética perdida que podría regresar a la Tierra medio siglo después

 

 

 

 

con ella. Contacten a las autoridades”, recomendó Sorge.

En caso de que alguien logre localizar sus restos, se abriría una curiosa dimensión legal. Bajo el Tratado del Espacio Exterior de 1967, Rusia –como heredera de la Unión Soviética– seguiría siendo propietaria del objeto y tendría derecho a recuperarlo. Aunque pueda sonar inverosímil, ya ha habido precedentes en los que restos espaciales caídos fueron reclamados por sus países de origen, incluso décadas después del lanzamiento.

Más allá de la anécdota y el leve suspenso, el caso del Cosmos 482 sirve también como una llamada de atención sobre los riesgos acumulativos de los desechos espaciales. Parker Wishik, portavoz de la Corporación Aeroespacial, subraya que aunque la comunidad internacional ha avanzado en protocolos para mitigar el problema, aún queda mucho por hacer. “Lo que sube, baja”, recordó con una frase simple pero contundente.

 

De hecho, este incidente refuerza la urgencia de mantener el diálogo internacional en torno al uso responsable del espacio. Porque cada satélite, cápsula o fragmento que se lanza hoy, podría convertirse mañana en un riesgo, una pieza de chatarra descontrolada, o incluso una cápsula fantasma que retorna cinco décadas después.

 

 

En medio de la incertidumbre y los cálculos orbitales, hay también un componente humano que no se puede ignorar: la capacidad de asombro. Pensar que una cápsula construida en plena Guerra Fría, con la esperanza de tocar el suelo de Venus, regresa ahora como un espectro del pasado a nuestro planeta, es una imagen que mezcla ciencia, historia y azar. Un recordatorio de que las huellas de nuestras ambiciones tecnológicas pueden perdurar mucho más allá de nuestra memoria colectiva.

En estos días, cuando el cielo se convierte en escenario de noticias impensadas, Cosmos 482 vuelve a escribir su nombre en la historia. No como la sonda que conquistó Venus, sino como la cápsula que regresó para recordarnos que el espacio, aunque lejano, también nos alcanza. ¿Dónde caerá finalmente? Pronto lo sabremos. Pero hasta entonces, millones de ojos seguirán mirando al cielo, esperando una chispa en la noche que cuente el final de esta historia de ciencia, fracaso… y persistencia.

 

Después de más de cincuenta años vagando por la órbita terrestre, un fragmento de tecnología espacial soviética está a punto de protagonizar su último acto: un posible reingreso a la atmósfera terrestre. Se trata del Cosmos 482, una cápsula espacial lanzada en 1972 con la misión de llegar a Venus, que falló en su intento y desde entonces ha permanecido en el limbo del espacio cercano. Su reentrada se espera para esta semana, alrededor del 10 de mayo, y aunque el riesgo para la población es bajo, su caso despierta tanto preocupación como fascinación entre científicos y observadores del espacio.

Este fragmento, aunque de apariencia anodina, forma parte de una historia más grande: la carrera espacial del siglo XX, un periodo de alta tensión geopolítica y extraordinarios avances tecnológicos. El Cosmos 482 fue originalmente una sonda del programa Venera, desarrollado por la Unión Soviética para explorar Venus. En particular, la nave V-71 n.º 671, hermana de la exitosa V-71 n.º 670 que sí logró llegar al planeta vecino, fue lanzada con el objetivo de investigar las extremas condiciones del planeta cuya atmósfera es 90 veces más densa que la terrestre.

 

 

Pero la V-71 n.º 671 jamás abandonó la órbita terrestre. Un fallo en su cohete impulsor impidió que iniciara la maniobra de transferencia hacia Venus. En su lugar, quedó atrapada en una órbita baja, donde fue rebautizada como Cosmos 482 para enmascarar su fracaso ante la comunidad internacional, una práctica habitual en los tiempos de la Guerra Fría. Desde entonces, ha permanecido como un silencioso recordatorio de los riesgos de la exploración espacial.

Lo que ahora vuelve a colocar a Cosmos 482 en el centro de atención es que su cápsula de entrada podría sobrevivir al intenso proceso de reingreso a la atmósfera terrestre. A diferencia de muchos otros desechos espaciales que se desintegran antes de tocar el suelo, este objeto fue diseñado precisamente para resistir condiciones extremas. Su escudo térmico, construido para soportar la abrasadora atmósfera venusina, bien podría hacer que atraviese ileso el fuego del retorno a la Tierra.

 

El doctor Jonathan McDowell, astrofísico del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian,
 

 

ha seguido de cerca el comportamiento orbital del objeto y advierte que, aunque la probabilidad de impacto directo en una zona poblada es baja, no puede descartarse por completo. “No hay motivo de gran preocupación, pero nadie querría que le golpeara la cabeza”, apuntó con ironía científica.

 

Ese tono entre la cautela y la resignación se repite entre los expertos. Marlon Sorge, del grupo de investigación aeroespacial The Aerospace Corporation, destaca que el objeto se ha comportado de manera inusual para un desecho espacial. A pesar de tener una órbita con un punto muy bajo, no se ha desintegrado durante décadas. “Es bastante denso, claramente es como una bola de bolos”, explicó.

Aunque la sonda original contaba con un sistema de paracaídas para amortiguar su aterrizaje en Venus, tras más de cinco décadas expuesta a los embates del entorno espacial, es poco probable que ese mecanismo todavía funcione. De modo que si el Cosmos 482 cae a tierra, lo hará con toda la violencia de un proyectil supersónico.

Sin embargo, los números juegan a favor de la humanidad. Las probabilidades de que cause un daño mortal son de aproximadamente 1 en 25.000, según cálculos de Aerospace Corporation. Y como el 70 % de la superficie terrestre está cubierta por agua, lo más probable es que el objeto termine en algún océano. Aun así, la zona de posible impacto abarca latitudes entre los 52 grados norte y los 52 grados sur, lo que incluye prácticamente toda África, América del Sur, Australia, Estados Unidos y partes de Europa y Asia. En otras palabras, nadie puede decir con certeza dónde caerá.
 

Si llegara a impactar en tierra firme, los expertos insisten en que nadie debe acercarse a los restos. Los componentes del Cosmos 482 podrían contener materiales peligrosos, como combustibles tóxicos, o simplemente representar un riesgo físico por su peso y velocidad. “Por favor, no se metan

 

 

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