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INFORME |
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Las abejas también sueñan: El hallazgo científico que revela cuánto se parecen a los humanos
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entonces interrumpir su descanso podría ser tan perjudicial como impedir que un ser humano duerma durante días.
En palabras de Haase, “cuando una abeja duerme, consolida la
memoria que necesita para orientarse hacia las flores que poliniza. Si
interrumpimos ese proceso, podríamos estar afectando indirectamente toda la
cadena alimentaria que depende de ellas”.
Más allá del laboratorio, esta conexión entre abejas y humanos nos invita a ver la naturaleza con otros ojos. Es fácil subestimar a los insectos por su tamaño o complejidad aparente, pero este descubrimiento nos recuerda que compartimos más con ellos de lo que creemos. No solo dependemos de las abejas para tener alimentos en nuestra mesa, también podríamos depender de ellas para comprender mejor nuestra propia biología.
En Colombia, país biodiverso y agrícola por excelencia, donde el café, las frutas y los cultivos locales dependen en buena medida del trabajo silencioso de los polinizadores, este hallazgo debería despertar aún más interés. Proteger a las abejas es proteger el futuro alimentario del país, pero también —y ahora lo sabemos— una oportunidad para avanzar en la comprensión de uno de los misterios más profundos del ser humano: el sueño.
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Una colmena guarda muchos secretos. Durante el día, las abejas revolotean sin descanso, cumpliendo su papel crucial en la polinización y sosteniendo con su trabajo buena parte de la biodiversidad y la producción agrícola del planeta. Pero cuando cae la noche, en la aparente quietud de la colmena ocurre algo inesperado: las abejas duermen. Y lo hacen de una manera tan sorprendentemente parecida a nosotros que la ciencia se ha detenido a observarlas con lupa. Literalmente.
Un equipo de científicos, liderado por la Universidad de Trento en Italia, acaba de publicar un estudio revolucionario en la revista Neural Networks que revela que el sueño de las abejas comparte patrones neuronales con el de los seres humanos. Esta conexión va mucho más allá de lo anecdótico: podría tener implicaciones tanto en la protección de estos polinizadores vitales como en la comprensión de nuestra propia neurociencia.
En palabras sencillas, el cerebro de las abejas en reposo
presenta una “firma” neuronal que recuerda a la que vemos en los mamíferos
durante el sueño. Esta es la primera vez que se logra observar este tipo de
actividad en el cerebro de las abejas, y las implicaciones son profundas: nos
habla de cómo los cerebros, incluso en organismos tan distintos como insectos y
humanos, podrían compartir mecanismos básicos para descansar, procesar
información y consolidar recuerdos. |
El equipo observó
que, durante el sueño, la actividad neuronal de las abejas cambiaba por
completo. Pasaba de un modo de procesamiento altamente integrado, típico de la
vigilia, a uno sincronizado y de baja integración de la información. Este
fenómeno también se ha documentado en humanos durante el sueño profundo. En
otras palabras, cuando una abeja duerme, su cerebro reduce la percepción
sensorial —especialmente olfativa— tal como nos ocurre a nosotros.
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