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Incautadas más de tres
toneladas de droga en Putumayo

En una operación conjunta entre el Ejército Nacional, la
Armada y la Policía, las autoridades colombianas lograron interceptar un
cargamento de más de tres toneladas de cocaína y marihuana en el
departamento de Putumayo. La embarcación, detenida en el muelle La
Esmeralda, en jurisdicción de Puerto Asís, transportaba una tonelada de
clorhidrato de cocaína y dos de marihuana. Dos personas fueron
capturadas en el operativo.
Este hallazgo, calificado como un “golpe certero” por las
fuerzas de seguridad, evitó la circulación de cerca de 6.000 millones de
dosis en el mercado ilegal, según cálculos del Ejército. La droga, que
al parecer pretendía cruzar hacia el vecino país de Ecuador para ser
exportada por rutas transnacionales, representa un fuerte revés para las
finanzas de grupos criminales que operan en esta zona del sur del país.
Aunque por ahora se desconoce a qué estructura criminal pertenecía el
cargamento, las autoridades aseguran que este tipo de operaciones
impactan directamente las redes del narcotráfico responsables de actos
violentos, homicidios y disputas armadas por el control de las rutas.
“Con este resultado se fortalece la presencia legítima del Estado en
zonas históricamente golpeadas por el crimen organizado”, afirmó el
ministro de Defensa, Pedro Sánchez Suárez, quien destacó la articulación
entre fuerzas militares y de policía en esta ofensiva contra las
economías ilegales.
Este operativo se suma a otras acciones recientes que evidencian el
avance sostenido en la lucha contra el narcotráfico. La semana pasada,
agentes antinarcóticos decomisaron 130.000 dosis de cocaína camufladas
en tallos de flores que iban a ser exportadas desde el aeropuerto El
Dorado hacia Países Bajos. Además, en Maicao (La Guajira), fue
desmantelado un centro de acopio donde se hallaron 403 kilogramos de
clorhidrato de cocaína, droga que tenía como destino final Estados
Unidos.
Las cifras hablan por sí solas: entre agosto de 2022 y mayo de 2025, las
autoridades han incautado más de dos millones de kilos de cocaína en el
país. Sin embargo, en regiones como Putumayo, donde los cultivos
ilícitos y el tráfico fluvial siguen siendo un desafío, estos resultados
representan tanto un avance como una alerta.
Mientras las organizaciones criminales insisten en mutar y expandir sus
rutas, el Estado continúa reforzando su presencia con inteligencia,
tecnología y presencia institucional. Para los habitantes de zonas como
Puerto Asís, cada incautación es una muestra de esperanza en medio de
una lucha que aún está lejos de terminar.
Francotirador asesina a
subintendente de la Policía en Saravena

Una nueva tragedia enluta a la Policía Nacional en el
departamento de Arauca. En la mañana del jueves 15 de mayo, un
francotirador segó la vida del subintendente Gustavo Adolfo Jiménez
Martínez en pleno centro del municipio de Saravena. El uniformado, con
18 años de servicio, realizaba labores de patrullaje junto al Ejército
Nacional cuando fue impactado por un disparo certero que le quitó la
vida de manera inmediata.
El ataque ocurrió mientras se adelantaban controles de
seguridad en la zona urbana, en un contexto de creciente militarización
en la región. “Se registró acción de francotiro en la Estación de
Policía Saravena, momentos en que los uniformados se encontraban
realizando control con Ejército
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Nacional en el anillo de seguridad”, informó la Policía
de Tránsito a través de un comunicado.
Jiménez Martínez, reconocido por sus compañeros por su
disciplina y entrega, se encontraba a tan solo un día de ser trasladado
de manera permanente a otro punto del país. Su asesinato ha dejado
consternación entre los miembros de la institución y la comunidad
saravenense, quienes lo describen como un servidor ejemplar y
comprometido con la seguridad del municipio.
Aunque las investigaciones están en curso, versiones no oficiales
apuntan a que el ataque habría sido perpetrado por el Ejército de
Liberación Nacional (ELN), grupo armado que ha intensificado su accionar
en la región en los últimos meses. Esta hipótesis cobra fuerza
considerando el reciente secuestro de dos funcionarios del CTI de la
Fiscalía por parte del mismo grupo subversivo.
Jesús Antonio Pacheco Oviedo y Rodrigo Antonio López
Estrada, los dos investigadores secuestrados desde el pasado 8 de mayo,
aparecieron en un video divulgado por el Frente de Guerra Oriental del
ELN, en el que relatan su captura y envían mensajes a sus familias.
“Estoy bien y que muy pronto nos vamos a ver”, dijo López Estrada, en un
mensaje cargado de esperanza. Pacheco, por su parte, explicó que fue
interceptado cuando salía de la sede de la Fiscalía en Fortul.
El secuestro y el reciente asesinato del subintendente Jiménez reflejan
el complejo panorama de orden público en Arauca, donde el conflicto
armado se recrudece y pone en vilo tanto a las autoridades como a la
población civil. El ELN, además del video, emitió un comunicado en el
que se atribuye el secuestro y describe cómo interceptaron el vehículo
oficial en el que se desplazaban los agentes, a quienes retuvieron junto
a su armamento.
Frente a estos hechos, el gobernador de Arauca, Renson Martínez, condenó
enérgicamente el secuestro y exigió la liberación inmediata de los
funcionarios del CTI. “Rechazamos estos hechos y hacemos un llamado
urgente a sus captores para que respeten su vida y los liberen sanos y
salvos”, expresó, solicitando además la intervención humanitaria de la
Iglesia Católica, la Defensoría del Pueblo y la comunidad internacional.
Arauca atraviesa nuevamente uno de sus capítulos más oscuros, donde la
incertidumbre y el miedo se mezclan con el dolor de las familias que
esperan respuestas.
Condenan a 57 años de
prisión a Dayana Jassir por el asesinato de su esposo, Eduardo Pinto

En un giro judicial que sacudió a la opinión pública
barranquillera, el Tribunal Superior de Barranquilla revocó la
absolución de Dayana Jassir de la Hoz y la condenó a 57 años y medio de
prisión por ser la autora intelectual del asesinato de su esposo, el
médico forense Eduardo Pinto Viloria, ocurrido en mayo de 2016.
La nueva sentencia, proferida en segunda instancia, desmanteló la
decisión de la juez 12 Penal del Circuito, quien en noviembre de 2022 la
había declarado inocente. Según el Tribunal, las pruebas aportadas por
la Fiscalía son contundentes: Jassir no solo conocía los detalles del
crimen, sino que lo planeó y ejecutó en complicidad con su entonces
amante y conductor, Johan Beltrán Ulloque.
La madrugada del 4 de mayo de 2016, Eduardo Pinto fue asesinado dentro
de su vivienda en Barranquilla. Lo que en un principio fue presentado
como un robo violento pronto reveló inconsistencias. La investigación
apuntó a un crimen premeditado, con información precisa suministrada
desde el interior del hogar de la víctima.
El fallo sostiene que Jassir de la Hoz fue la mente
detrás del homicidio. Proporcionó detalles clave sobre los movimientos
de su esposo, y manipuló emocional y económicamente a Beltrán Ulloque
para que contratara a los sicarios. La escena fue montada como un
asalto, pero los indicios de su frialdad y falta de sorpresa durante los
hechos terminaron siendo elementos clave para el Tribunal.
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“Fue la artífice principal de este macabro crimen que
conmocionó a la sociedad colombiana”, concluyó la Sala Penal del
Tribunal, al resaltar cómo se camufló el asesinato en medio de un falso
hurto.
La nueva condena no contempla beneficios penales. Dayana Jassir deberá
cumplir la totalidad de la pena en un centro carcelario, luego de que se
emitiera la orden de captura en su contra. Los delitos por los que fue
hallada culpable incluyen homicidio agravado, tráfico de armas y hurto
calificado agravado.
La familia de Eduardo Pinto, que ha sostenido desde el inicio que Jassir
estuvo implicada en el crimen, recibió la decisión con alivio, tras años
de incertidumbre y procesos judiciales. Con esta sentencia, el caso toma
un rumbo definitivo, cerrando uno de los capítulos más dolorosos y
mediáticos del sistema judicial en la región Caribe.
Lucho Herrera deberá
declarar ante la Fiscalía por presunta desaparición de campesinos en
2002

El nombre de Luis Alberto “Lucho” Herrera, ídolo del
ciclismo colombiano en los años 80 y 90, ha vuelto a los titulares, pero
esta vez por razones muy distintas a sus hazañas en la montaña. La
Fiscalía General de la Nación citó al exciclista y a su hermano Rafael
Herrera a declarar en una investigación por la presunta desaparición
forzada de cuatro campesinos ocurrida en 2002, en la vereda Piamonte,
zona rural de Fusagasugá, Cundinamarca.
La noticia ha generado sorpresa y controversia en la opinión pública,
luego de que dos exintegrantes de las Autodefensas Campesinas del
Casanare, entre ellos Luis Fernando Gómez, alias "Ojitos", vincularan a
Herrera con el crimen. Según Gómez, el exciclista habría solicitado
directamente a este grupo paramilitar desaparecer a los vecinos que se
oponían a venderle sus tierras, acusándolos de ser colaboradores de la
guerrilla. En su testimonio, Gómez aseguró que recibió de Herrera dos
sobres: uno con fotos de las supuestas víctimas y otro con 40 millones
de pesos como pago por la ejecución del crimen.
Ante estas graves acusaciones, la Fiscalía inspeccionó una de las
propiedades de Herrera en Fusagasugá, en busca de posibles restos
humanos. Hasta ahora, no se han encontrado pruebas concluyentes, pero el
proceso sigue abierto y la declaración de Herrera, programada para el 5
y 6 de junio, será clave para esclarecer los hechos.
Mientras avanza la investigación, las reacciones en el municipio y en
redes sociales no se han hecho esperar. Algunos vecinos han salido en
defensa del excampeón, recordando su historia de superación y su aporte
al país. Otros, como los familiares de los desaparecidos, exigen que la
justicia actúe con firmeza y sin privilegios.
Óscar Rodríguez, sobrino de una de las víctimas, Diuviseldo Torres,
relató que su familia tenía vínculos laborales con la familia Herrera, y
confirmó que hubo interés del exciclista por adquirir sus tierras. Para
Rodríguez, lo que ocurrió podría estar relacionado con una vendetta,
pero pidió que se esclarezca si Herrera tuvo o no participación en el
crimen.
El escándalo también tocó el símbolo más visible del legado deportivo de
Herrera: su estatua en Fusagasugá. Hace unas semanas, un grupo de
personas la intervino con pintura y mensajes en contra del exciclista.
La acción generó un tenso enfrentamiento con allegados a Herrera,
quienes reclamaron respeto por su nombre hasta que la justicia determine
su responsabilidad.
En respuesta, Herrera publicó un comunicado en el que niega rotundamente
los señalamientos. “Jamás he pertenecido a organizaciones criminales ni
he pretendido causar daño a persona alguna”, aseguró. Agregó que ha
dedicado su vida al deporte y al trabajo honesto, y calificó las
acusaciones como intentos por destruir su imagen ante el país.
El caso apenas comienza, pero ya ha marcado un antes y un después en la
historia de uno de los íconos más queridos del deporte colombiano. La
justicia tendrá la última palabra.
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