Bogotá, Colombia -Edición: 801 Fecha: Viernes 23-05-2025 |
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TECNOLOGÍA-CIENCIA |
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El enigma de los capuchinos de Jicarón: ¿Curiosidad, moda o crueldad primate?
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nos devuelve nuestra propia imagen”, reflexiona. “Los seres humanos también realizamos acciones arbitrarias que dañan a otras especies, sin que tengan un propósito funcional claro”.
Su colega Barrett recuerda su infancia en el noreste de Estados
Unidos, donde solía atrapar luciérnagas y ranas solo por curiosidad. “No quería
hacerles daño”, dice, “pero ahora entiendo que para esos animales, la
experiencia seguramente fue horrible”. Algo similar podría estar ocurriendo con
estos capuchinos: no hay malicia, pero sí una desconexión total con las
consecuencias de sus actos.
Y esa inteligencia, paradójicamente, los acerca aún más a nosotros. Goldsborough cree que el fenómeno de Jicarón obliga a repensar nuestra visión de los animales y de sus motivaciones. “Es fácil humanizar estos comportamientos y pensar que hay una lógica detrás”, comenta. “Pero a veces, como en los humanos, la lógica no existe. Solo el impulso de hacer algo distinto”.
Por ahora, el equipo de investigación espera que esta conducta no
se afiance como una tradición permanente. Con suerte, será una moda pasajera
entre jóvenes capuchinos. Pero también están atentos a posibles adaptaciones por
parte de los monos aulladores, cuyas madres podrían cambiar sus patrones de
comportamiento para proteger mejor a sus crías.
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En la remota y
salvaje isla Jicarón, a 55 kilómetros de la costa del Pacífico
panameño, un extraño fenómeno ha desconcertado a la comunidad
científica internacional. Durante más de un año, un grupo de
monos capuchinos de cara blanca ha protagonizado una serie de
comportamientos tan inusuales como perturbadores: han
secuestrado crías de monos aulladores sin ninguna razón
aparente.
El capuchino, apodado “Joker” por una cicatriz
distintiva en su boca, no era el único. Las cámaras captaron al
menos a otros cuatro machos jóvenes involucrados en situaciones
similares. En total, entre enero de 2022 y marzo de 2023, al
menos once crías de monos aulladores fueron secuestradas sin que
los capuchinos mostraran signos de querer cuidarlas,
alimentarlas o incluso jugar con ellas.
Esta ausencia de una función clara llevó a los investigadores a plantear una explicación inesperada: una moda cultural. “Los capuchinos de Jicarón parecen comportarse
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como si estuvieran probando
algo nuevo, como una especie de experimento social”, señala Brendan
Barrett, ecólogo conductual y coautor del estudio. Y eso
—sorprendentemente— no sería algo tan extraño entre primates. Para Goldsborough, el caso va más allá del comportamiento animal. “Es un espejo que
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