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Corrupción
/
Coronavirus
La Pandemia del COVID-19
que hoy ataca al mundo, y del cual Colombia no es ajena, no será lo
que mate más connacionales. Desafortunadamente en esta tierra con
riquezas naturales de valor incalculable que anhelan y desean los
países ricos, existen otras pandemias que lo ha ido matando poco a
poco.
La corrupción, la falta de justicia para los más débiles, las
investigaciones amañadas y realizadas de acuerdo al interés del
mejor postor, los asesinatos de líderes sociales, las medidas
económicas miserables, el pago odioso a la deuda externa, son sin
lugar a dudas las causantes de muchas más muertes que las que ha
dejado hasta hoy el Coronavirus en Colombia.
Con un Gobierno con la aprobación más baja, según encuesta de Gallup,
y cuestionado por un gran número de ciudadanos por su no muy clara
elección de acuerdo a grabaciones, videos, fotografías y testimonios
de testigos, el país pasa por uno de los momentos más tristes y
críticos en materia de gobernabilidad y direccionamiento.
Pero a pesar de lo anterior, desde el pasado 17 de marzo, cuando se
anunció la cuarentena, el Gobierno ha expedido cerca de 80 decretos
para enfrentar la pandemia y ha tratado de movilizar a todos los
estamentos del Estado para trabajar en proteger al mayor número de
ciudadanos, con aislamiento total, recursos técnicos y ayudas
solidarias inmediatas.
Pero en Colombia todo lo que se haga “en beneficio de los más
vulnerables” termina siendo una puerta giratoria. La corrupción
extiende sus tentáculos y logra alcanzar esos recursos y se los
roba. Si, así es. Muchos Alcaldes y Gobernadores han contratado
firmas amigas para que se encarguen de distribuir los recursos
asignados, compren los mercados con precios inflados y de esta forma
asegurar su parte de este robo, y las investigaciones nada que
avanzan. Se cree que como son los mismos de siempre con las mismas
manías, la justicia no los alcanza. O se hace la de la vista gorda.
Lo que hay que ver.
Y como si lo anterior fuera poco, el Gobierno anunció para los
próximos días una nueva reforma tributaria, dizque con el argumento
de ayudar a salvar la economía tan apaleada en esta coyuntura.
Abrase visto. Primero los negocios y luego la vida. En fin.
Sólo que el Gobierno no quiere echar mano de las abundantes reservas
monetarias internacionales que reposan en el BID y en el BM, las
cuales suman, a 31 de diciembre de 2019, la módica suma de US$51.000.oo
millones de dólares, para enfrentar la pandemia, ayudar a sus amigos
industriales y grandes empresarios, porque ni crean que sería para
empujar a los pequeños y medianos empresarios…no señor.
Las normas financieras internacionales le permiten a Colombia hacer
uso o disponer de máximo el 10 por ciento de sus reservas
monetarias, es decir ya mismo se podría estar utilizando y
ejecutando algo mas de US$ 5.000.ooo millones de pesos, sin atacar
el ya maltratado bolsillo de los colombianos.
Aquí surge una duda, una inquietud, una suspicacia: ¿Por qué el
Gobierno no echa mano de ese derecho que tiene y retira ese 10 por
ciento de las reservas monetarias internacionales? ¿Será que es
consciente que si los retira y comienza a distribuirlos, se los van
a robar, y prefiere que seamos los colombianos de a pie con nuestros
pírricos recursos los que enfrentemos la pandemia y sigamos siendo
grabados con más impuestos? Amanecerá y veremos.
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La Mala Memoria Del Colombiano

Por:
Leonardo Franco Arenas
Uno de los grandes males que azota la realidad colombiana es la
rapidez con que pierden vigencia las noticias, día a día una más
negativa que la anterior, esto produce un efecto de amnesia parcial
o de olvido en los diferentes niveles que conforman la realidad
colombiana.
A esto se agrega el manejo perverso de los grandes medios de
comunicación que tratan de esconder realidades, maquillarlas o
ignorarlas, según sea su trascendencia y el impacto causado en la
sociedad.
En el sencillo entorno individual se generan diferentes reacciones
entre las personas en el contexto familiar, laboral, de amistad o de
pareja; es normal que se pase fácilmente del amor al odio, “ el
humano se enamora del mejor y se olvida del peor”; que decir
entonces de contextos más complejos. Local y nacionalmente pasamos
velozmente de un escándalo el día de ayer, a otro más grande hoy,
pero menos impactante del que se presentará mañana.
Mencionemos algunos que han tapado y se han dejado en el olvido:
Carrusel de la contratación, carteles de la hemofilia, de la toga,
de las notarías, Reficar, Foncolpuertos, crisis carcelaria,
corrupción en la salud, comunidad del anillo, Interbolsa, masacres,
compra de votos en las elecciones, huída y declaraciones de Aida
Merlano, caso Odebrech, Corficolombiana, chuzadas a jueces,
magistrados, periodistas y políticos de la oposición, asesinato
sistemático de líderes sociales, en el momento de escribir esta
columna publican la noticia del homicidio de Teodomiro Sotelo, líder
en el tema de sustitución de cultivos en el Cáuca. Muerte de los
Pizano (padre e hijo), falsos testigos, mal uso de los gastos
reservados del ejército, los bonos de agua del ministro
Carrasquilla, el robo a alimentación del PAE, la caída de los
puentes, el fiscal anticorrupción corrupto, desfalco a Colpensiones,
la Ñeñe política, laboratorio de procesamiento de cocaína en la
finca del embajador Sanclemente, sobre costos en los mercados de
ayuda a familias vulnerables, sobre costos en las ayudas e
implementos hospitalarios por la pandemia, las relaciones non santas
de la vicepresidente (memo fantasma) y otros políticos, costumbres
atávicas de nuestros dirigentes. El multimillonario robo de los
recursos a través de las bases de datos del gobierno nacional,
jóvenes en acción, familias en acción, Colombia mayor, ingreso
solidario y un interminable etc.
Los medios de comunicación que pertenecen a los grandes grupos
económicos del País, generalmente disfrazan y acomodan las verdades,
no ejercen puntualmente su deber como éticamente debía ser con el
control y la crítica del poder, funcionan solo como instrumento de
propaganda al establecimiento, su labor es irrelevante y el
escrutinio público que debe ser su compromiso no pasa de ser un
saludo a la bandera.
En este punto es necesario hacer mención de algunos columnistas de
opinión, opinadores, que desde su privilegiada posición y pasando
por alto la ética periodística se han convertido en los defensores a
ultranza de sus patronos, en los lleva y trae de la información,
esto hace parte de la decadencia periodística por falta de
independencia de la mayoría de los medios de comunicación en
Colombia.
En estos
momentos la humanidad
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está
viviendo un punto de quiebre,
muchos sostienen que esta situación va a cambiar al ser humano en la
parte espiritual, emocional, social y económica; personalmente no
creo mucho que esto suceda, pero no hay que perder la fe en nadie. Ojalá entre todos podamos revertir las cosas que han y como han
sucedido hasta hoy, no podemos cohonestar más la situación actual
del país. NO MÁS!
¿Preparados Para La Economía De Guerra?

Por:
Rubén Darío Varela
Ya son varias ocasiones en las que la alcaldesa de Bogotá, Claudia
López ha hecho referencia a que uno de los mayores aprendizajes que
ha dejado el Covid 19, es sin duda alguna la preparación para lo que
será la denominada ‘Economía de guerra’, término que empezó a
emplearse después de la Segunda Guerra Mundial.
Cabe indicar que cuando se emplea este término, se está haciendo
referencia a una expresión polivante que quiere decir la búsqueda de
alternativas de ingresos económicos no tradicionalistas como por
ejemplo todos aquellos emprendimientos de índole virtual que son
apropiados para justamente esta época de confinamiento que estamos
viviendo todos los colombianos.
Sin lugar a dudas esta opción citada por la alcaldesa de Bogotá,
Claudia López es una excelente alternativa, sin embargo la pregunta
del millón es ¿Están preparados los bogotanos y en general los
colombianos para este tipo de economías de guerra?
Lamentablemente la respuesta a este interrogante es un rotundo NO, y
en palabras mayores ya que por cuestiones culturales, Colombia sigue
siendo un país demasiado tradicionalista, religioso y acostumbrado a
una economía de oferta y demanda de empleo demasiado arraigada.
Es decir, el subdesarrollo del país y la mentalidad de la mayoría de
los colombianos coinciden en que su seguridad depende de devengar un
salario y tener un contrato laboral y formal.
En síntesis el colombiano de a pie, sigue acostumbrado a depender de
una empresa para recibir un ingreso, y si no recibe este apoyo así
quisiera emprender un proyecto, EN LA MAYORÍA DE LOS CASOS NO SABEN
COMO HACERLO.
Y la triste y cruel realidad es que no saben cómo hacerlo,
simplemente porque no cuentan ni con el conocimiento, ni la cultura,
ni la motivación para hacerlo porque su `CHIP´ o mentalidad aún no
ha cambiado. En este sentido, la educación también juega un papel
importante.
Ello, teniendo en cuenta que el sistema educativo no ha
proporcionado suficientes conocimientos y desarrollo de habilidades
como para enfrentar este momento histórico y económico que atraviesa
el mundo y el país y que nos presenta desafíos económicos nunca
antes vistos.
Ahora bien, teniendo en cuenta estos antecedentes y argumentos, es
demasiado preocupante el futuro que nos avecina a los colombianos y
la incertidumbre que se plasmará con la economía y por supuesto con
los cambios tan drásticos que se tendrán en el mundo una vez culmine
esta pandemia, especialmente en un país tradicionalista como el
nuestro. |