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“Crónica de una Bogotá desbordada anunciada”
Como si se tratase de un
presagio anticipado; haciendo alusión a la recordada obra literaria
de Gabriel García Márquez, ‘Crónica de una muerte anunciada’, Bogotá
se aproxima a un desbordamiento hospitalario de camas por cuenta de
la propagación del Covid-19.
Y es que la
situación que se presenta realmente es para preocuparse a sabiendas
que actualmente Bogotá registra casi la mitad del total de los
contagios en Colombia con un total de 1.682 casos de los 3.977 según
el último reporte al 20 de abril dado a conocer por el Ministerio de
Salud Nacional.
No se puede negar
que la gestión administrativa de la alcaldesa de Bogotá la señora
Claudia López ha venido ejecutando una buena labor, y que la
adecuación de Corferias como centro hospitalario ha sido una muy
buena iniciativa, pero la cruenta verdad es que el desbordamiento de
los servicios hospitalarios parece ser una realidad que en los
próximos días será inevitable.
El detonante
Tampoco se trata de ser
pesimista, sino realista, la verdad es que la propagación va ser
eminente, simple y llanamente porque los habitantes de sectores
vulnerables como Ciudad Bolívar y Usme no respetan la orden de
extensión de la cuarentena que acaba de decretar el presidente Duque
hasta el próximo 11 de mayo.
Sin lugar a dudas
seguirán las aglomeraciones, las protestas, los cacerolazos, los
bloqueos de las vías en los próximos días y en plena cuarentena,
todo porque la gente ya se está desesperando cada vez más ante la
falta de de comida en las despensas de la casa y en los
supermercados de toda la nación.
No hay duda que
será así, porque a la fecha muchas familias se quedaron literalmente
a la espera de la entrega de la ayuda del denominado “Ingreso
solidario” que a muchos les correspondía dicho subsidio y que nunca
llegó.
Por cortesía del
aeropuerto El Dorado
También es una
realidad afirmar que una de las razones por las cuales la capital
colombiana registra un mayor número de contagios en comparación del
resto de las otras ciudades del país obedece al hecho de la tardanza
del cierre oportuno del Aeropuerto Internacional del Dorado cuando
en el país se empezaron a registrar los primeros casos del Covid-19
a comienzos de marzo.
Lo único cierto
es que hace dos días la misma alcaldesa de Bogotá Claudia López,
aseguró que fueron por lo menos 65.000 personas que arribaron a la
capital colombiana en vuelos procedentes de los ocho países del
mundo más contagiados por el coronavirus para esas fechas.
Y ante tal
realidad se concluye que nuestro señor presidente Iván Duque, así
obtenga hoy en día una buena calificación por su gestión del Covid-19
tuvo una gran responsabilidad porque fueron varios días que se le
venía pidiendo el cierre del aeropuerto y se tardó unos cuantos días
más para hacerlo.
Es como si al final
fuera una muerte anunciada.
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El Coronavirus Nos Heredará La Conciencia Y Abatirá La Soberbia

Por:
Rubén Darío Varela
“Es mejor
encender una luz que maldecir a la oscuridad”, proverbio árabe.
Sin lugar
a dudas el 2020 no será recordado como aquel año en que los
japoneses deslumbraron al mundo con la espectacular apertura de los
Juegos Olímpicos, tampoco será recordado como el año en que por
primera vez, dos países realizaron la Copa América en una misma
edición, tal y como lo pretendía hacer Colombia y Argentina.
En lugar de ser recordado como el año de grandes acontecimientos
deportivos y espectáculos a doquier alrededor del mundo, el 2020
será recordado como aquel sombrío año que apagó los carnavales,
desfiles, fútbol y reinados, el mismo que con su feroz paso se
convirtió en el dueño y señor de la muerte, la enfermedad, las
ciudades fantasmales, melancólicas, quizás, evidenciando el caos y
final del frenesí de nuestra existencia.
No obstante, el 2020 también quedará registrado en los libros de
historia y especialmente en la retina de ambientalistas, quienes a
la fecha celebran que pavos reales se paseen por las calles de
Madrid y que cisnes naden tranquilamente en las ahora aguas claras
de la linda Venecia.
Este año será recordado también como el año en el que el cielo se
volvió más azul y menos contaminado, la época en la que delfines y
tiburones arribaron tranquilamente a las costas, un 2020 que
disfrazado de muerte y desolación se convirtió en un renacer de
nuestro planeta.
Y es que de acuerdo con expertos ambientalistas, si este fenómeno
mundial de aislamiento mundial no se hubiese presentado, sería poco
tiempo de vida que le restaba al planeta Tierra debido a la falta de
conciencia y acelerada contaminación que se venía, o mejor viene
presentando.
¿Pero qué nos espera después del coronavirus?
No cabe duda que después de superada la pandemia del Covid-19, la
vida no volverá a ser igual, tal vez desde la perspectiva colombiana
este suceso se puede convertir en el más grande atentado contra
nuestra idiosincrasia, nuestro formalismo y estrecho vínculo social
ameno y cordial que brindan un fidedigno testimonio de las raíces
que nos identifican, porque ya no seremos los mismos colombianos
cercanos y afectuosos de siempre.
Sin embargo nuestra vida no solo cambiará en la forma de
relacionarlos, quizás este es el precio que pagaremos todos para
obtener la recompensa que desde ya se avecina, que no es otro que un
despertar de la conciencia, un nuevo renacer espiritual que sin duda
contribuirá hacernos comprender los aspectos que realmente son
relevantes y esenciales en nuestra existencia.
No cabe duda que después de superada la pandemia; contaremos con un
mundo más solidario, más consiente en lo que concierne al cuidado
del medio ambiente y la preservación de la vida. Seremos mucho más
humanitarios, pero lo más importante de todo, formaremos parte de un
mundo menos ARROGANTE y menos sumergido en el consumismo.
Y como no debería ser así, si aquellas personas con doctorados,
maestrías y post grados, no tienen otra opción que quedarse en sus
casas por no ser catalogados como profesionales no esenciales,
mientras que personas con cargos más humildes como cajeras de
supermercados, vigilantes y domicilios son
considerados
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como
esenciales para la sociedad.
De igual manera, no cabe duda que el denominado Coronavirus nos
trajo consigo importantes enseñanzas como la reflexión de una nueva
conciencia y la eliminación y supresión de una soberbia
indiscriminada de superioridad que solemos ejercer nosotros los
‘hombres’ frente al maravilloso mundo que nos rodea.
Seis
Años Sin Gabo

Iván R.
Contreras C.
Ya
transcurridos seis años del fallecimiento del más grande de los
escritores que ha dado nuestro país, he querido volver a escribir
algo del personaje, que me motiva a diario para escribir, no solo
poesía, sino también narrativa.
Recuerdo cuando escribía para un periódico en New York, Gabo acababa
de publicar, “vivir para contarla”, su autobiografía y tuve la
oportunidad de escribir en ese entonces sobre esa magistral obra,
que devore en horas, a pesar de sus más de cuatrocientas páginas,
por que siendo un admirador del escritor, podría afirmar que todos
sus libros me cautivaron, pero hubo unos en especial que me
subyugaron, como Crónica de una Muerte Anunciada, Cien Años de
Soledad, Escribir para Contarla y Noticia de un Secuestro, esta
última, encarna lo auténtico del periodista y la pasión de Gabo, por
el periodismo, para quienes ejercemos como diría el escritor, el más
bello de los oficios, es una cátedra magistral.
La vida de Gabriel García Márquez, no fue fácil, su paso por la
sabana, pues estudio en Zipaquirá, colegio nacional que hoy lleva su
nombre, su abandono a la carrera de abogado, el encuentro con el
nueve de abril, el bogotazo, su encuentro momentáneo con Fidel
Castro que en ese momento se encontraba en un encuentro estudiantil
en Bogotá, la distancia con su gran amor, Mercedes Barcha, a la que
conoció en Magangué y a los trece años le propuso matrimonio y a
quien en 1958 convertiría en su esposa, hasta que la muerte los
separara en el abril del 2014.
Gabo, publica su primera obra La Hojarasca en 1955 que se la dedica
al “cocodrilo sagrado”, que al perecer era la forma cariñosa como
llamaba a su esposa, en 1961, se radicó en México, y publica el
Coronel No tiene Quien Le Escriba, un año después Los Funerales de
la Mama Grande, pero su fama literaria, empezaba a sonar por el
mundo, pero en Colombia la extrema derecha lo odiaba, en el gobierno
de Julio César Turbay Ayala, emitieron una orden de captura en su
contra, gracias a sus amigos, pudo escapar y quedarse ya hasta el
final de sus días en México.
Una de los dos acontecimientos literarios de mi vida, fue el haber
tenido la oportunidad de conocer personalmente el nobel, gracias a
mi amistad con otro de los grandes del país, Rafael Escalona
Martínez, esos minutos al lado de Gabo, con Rafa y otros personajes,
le marcan la vida a cualquiera, como mi encuentro en New York, con
Carlos Fuentes, el más grande de los escritores mexicanos y amigo de
Gabo.
Los primeros enfrentamientos políticos de Gabo, fueron desde muy
joven, su padre un conservador fanático y burócrata, su madre de
estirpe liberal y Gabo definitivamente progresista lo mantenía en
fuertes discusiones y regaños por parte de su progenitor, su amistad
con la izquierda latinoamericana, lo ha convertido en víctima de
maltrato por parte de la fanática e ignorante extrema derecha del
Colombia.
Uno de los momentos más felices de su vida literaria, fue cuando
empezando a escribir, el periódico El Espectador, le pagaba 70 pesos
por cada cuento que le publicaba y su premio nobel en 1982.
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