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EDITORIAL
Autonomía
Los gobiernos subnacionales, entre ellos las
gobernaciones departamentales, pueden considerarse parte de un
régimen autonómico constituido para prestar una mejor provisión
de bienes y servicios públicos a los ciudadanos. Los
departamentos obtienen recursos del sistema general de regalías,
ingresos de recaudo propio, disponibilidades de caja, venta de
activos, y en menor medida, nuevo endeudamiento. Complementario
a estos recursos la ley de financiamiento territorial ordenó la
creación de una comisión de estudio del sistema tributario
territorial con el objetivo de proponer una reforma orientada
hacia un sistema más eficiente, impulsar la economía regional y
combatir la evasión y la elusión fiscal.
Las vigencias futuras de los gobiernos departamentales se
encuentran concentradas hasta el año 2047 en los departamentos
de Cundinamarca y Antioquia, los distritos de Bogotá y
Barranquilla y el municipio de Rio Negro (Antioquia) (64% del
total) y están orientadas a los sectores de infraestructura
vial, agua potable y educación. Sin embargo, muchos de los
municipios de Cundinamarca y Antioquia tienen una red de
acueductos municipales y veredales deficientes y así mismo, un
pésimo estado de la infraestructura de las vías secundarias y
terciarias que conectan a las veredas con las cabeceras
municipales y con las vías o autopistas nacionales.
De igual manera, otras entidades de orden departamental también
constituyen elementos de un régimen de autonomías subnacionales
entre las que se encuentran las corporaciones autónomas
regionales CAR, las cuales deben constituir un plan financiero
para la ejecución de sus funciones. Dicho plan, será conformado
por tasas retributivas y compensatorias, aportes del presupuesto
general de la nación, del sistema general de regalías, de los
distritos de riego, tasas por utilización de aguas, tasas por
aprovechamiento forestal, tasa compensatoria por el
aprovechamiento de fauna silvestre, y, transferencia de un
porcentaje del impuesto predial de los municipios, entre otros
recursos.
A las Corporaciones Autónomas Regionales se les atribuye
autoridad ambiental, y son las encargadas de la ejecución de las
políticas y planes del Ministerio del Medio Ambiente. Además de
máxima autoridad ambiental en las regiones, se les confiere
autonomía administrativa y financiera para que en el ámbito de
su jurisdicción participen en los procesos de planificación y
ordenamiento territorial a fin de que los planes de desarrollo
en los municipios de su jurisdicción cumplan con la protección
de la naturaleza, garanticen un ambiente sano, cumplan con los
objetivos del desarrollo sostenible y den un manejo adecuado de
los recursos naturales renovables.
En la practica las CAR se limitan a otorgar concesiones,
permisos, autorizaciones y licencias ambientales para el uso,
aprovechamiento o movilización de los recursos naturales
renovables, como el aprovechamiento de aguas superficiales y
subterráneas y a fijar en el área de su jurisdicción, los
límites permisibles de emisión descarga, transporte o deposito
de sustancias, productos, compuestos o cualquier otra materia
que pueda afectar el medio ambiente o los recursos naturales
renovables.
Si la autonomía es la facultad que tiene una sociedad de
gobernarse así misma con arreglo a sus costumbres, cultura y
leyes, y si la costumbre es la corrupción y el crimen, entonces:
¿la corrupción y el crimen ya no constituyen delito? Porque si
no es así, hay que preguntarse porqué las vigencias futuras
están en manos de los carteles de la contratación que mantienen
en tan mal estado las vías y porqué las CAR están en manos de
carteles de extorsionistas incapaces de garantizar la salubridad
pública.
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Somos una potencia en
tecnología y los bufones se ríen de nuestra capacidad

Por: Zahur
Klemath Zapata
zapatazahurk@gmail.com
Una de las cosas que siempre han
hecho los miserables es reírse de quien están innovando a la
humanidad. La inquisición fue un arma asesina que uso la
religión católica para detener el avance en el conocimiento y en
el desarrollo de los seres humanos.
Gracias al atrevimiento y a la mente abierta que le dieron al
ser humano en Norteamérica el mundo comenzó a desarrollar
tecnología y hoy ella la usufructúan la gran mayoría de países
en el planeta.
Ya estoy acostumbrado a escuchar decir que ese es un loquito que
no sabe dónde gastar su dinero. Pero aquí no es cuestión de
dinero sino de la capacidad de desarrollar ideas y llevarlas a
su fin.
Colombia es un país lleno de
cerebros fugados por la falta de atención en quienes administran
la cosa pública. Son políticos de segunda clase, incapaces de
producir algo bueno, fomentar la productividad del intelecto o
establecer centros de operación o desarrollo tecnológico para
que la nación avance al ritmo saludable y pueda estar en el
concierto de los países desarrollados.
No es de tratar de abarcar mucho,
como dice el dicho, “el que mucho abarca poco aprieta”. Si poco
aprieta es porque tiene la mano chiquita y es imposible lograr
lo que quiere. Pero aquí la mano del país es grande porque se lo
están robando a manotazo limpio y aún sigue siendo grande.
Entonces por qué no abarcar lo que está ahí a disposición y
recoger a todos esos cerebros fugados y ponerlos a que la nación
tenga todo lo que puede tener en tecnología y desarrollo
económico.
Construir aviones no es cosa del otro mundo, la aerodinámica ya
la conocemos. Lo que se necesita es el apoyo del Estado e
impulsar al empresario a que trabajen en lo que saben hacer en
tecnología. No cerrándose las puertas, a la industria nacional,
a los laboratorios que investigan en nuevas medicinas y así
veremos un país ubicado en la lista de los que sí han salido del
subdesarrollo.
La miseria existe porque hay miserables apoyando que ella exista
y de ella viven como príncipes en medio del lodazal.
Hablo porque leo y he visto como al país lo han manejado unos
políticos mediocres y los que pretendieron hacer que las cosas
funcionaran bien, los arrinconaron, los mataron o los condenaron
a no poder actuar en la vida política del país.
Cuando hablan del petróleo, éste ha hecho más daño que todas las
pestes juntas. Pero si ha enriquecido a unas familias que
gobiernan el mundo económico. La energía está ahí gratis, pero
los intereses económicos no permiten que salga al mercado libre.
Hay quienes tienen que vivir de la explotación de ella. Nikola
Tesla
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demostró que hay energía gratis,
pero todos los que han intentado ponerla al servicio de la
humanidad están muertos.
El mundo está lleno de estúpidos
que siguen a ignorantes que gobiernan el mundo. Pero hay seres
humanos que se salen de este esquema y los acorralan para que el
mundo siga gravitando como satélite de estos personajes. Pero
hay una sociedad que está entendiendo que hay que salvarnos
ahora antes que el desastre lo avasalle todo.
QUÉ LEE GARDEAZÁBAL

Por: Gustavo Álvarez Gardeazábal
Relámpagos en la maraña
La Vorágine vista por varios autores
Editó Caza de Libros
Audio:
https://www.youtube.com/watch?v=jDpgSFVmgoQ
Se están cumpliendo 100 años de la primera
edición de “la Vorágine”. De ella y de su celebración se han
escrito y dicho muchas cosas sueltas.
Para que no se pierdan en la misma maraña que describió con
tanta valentía J E Rivera en la novela, dos trabajadores de la
cultura, Julio César Goyes y Mauricio Chavés, con el patrocinio
de la editorial ibaguereña Caza de Libros han conseguido reunir,
con gran criterio, 10 ensayos sobre distintos aspectos de la
obra y de su autor.
Allí están estudiosos novísimos pero sorprendentes y gratos como
Aleyda Gutiérrez Mavesoy, la brillante decana de la Pedagógica
Nacional, hasta ensayistas curtidos como el consagrado académico
Vicente Pérez Silva con un magnífico trazo sobre el irrepetible
personaje de la novela Clemente Silva, trayéndolo en andas
comparativas con Feliciano, el personaje del Quijote.
Quizás porque la novela, vista 100 años después
de su nacimiento, ha adquirido el verdadero carácter de novela
de denuncia de las atrocidades racistas toleradas por las
autoridades bogotanas y limeñas, muchos pueden opinar ahora
sobre ella y hasta hacer malabarismos volviéndola un cómic para
satisfacer editores despistados y lectores superficiales.
Pero estos ensayos logran poner en alto y rescatar para las
generaciones venideras el perfil del autor, mirado con desdén
por las roscas bogotanas de entonces pues para ellos apenas era
un heredero del poder político de un familia conservadora del
Huila y no el verraco denunciante de tal sarta de atropellos.
Por eso mismo la valoración sobre los personajes femeninos, las
ficciones vegetales y la obsolescencia de lo simbólico,
manejadas con prosa académica pero vigorosa y deliciosa,
convierten este libro en un dardo a la eternidad de la historia
de este país, tan traspapelada como en la parrafada final de la
novela nos damos cuenta que “hace 5 meses búscalos en vano
Clemente Silva.
Ni rastro de ellos. Los devoró la selva”.
El Porce, septiembre 01 del 2024
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