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María Corina
Machado respalda a Trump tras revocación de licencias petroleras

La líder opositora venezolana, María Corina
Machado, respaldó la decisión del gobierno de Donald Trump de
revocar los permisos que permitían a Chevron operar en
Venezuela, asegurando que era una medida necesaria para
presionar al chavismo.
En una entrevista con Donald Trump Jr., transmitida en la red
social Rumble, Machado afirmó que la decisión “envió un claro
mensaje de que Maduro está en grandes problemas y que el
presidente Trump está con el pueblo venezolano”. Además, expresó
su gratitud hacia el mandatario estadounidense por la revocación
de la licencia, la cual, según ella, permitió que el Gobierno de
Nicolás Maduro accediera a miles de millones de dólares
destinados a “represión, persecución y corrupción”.
El levantamiento parcial del embargo petrolero por parte de la
administración de Joe Biden en 2022 fue ampliamente criticado
por sectores de la oposición venezolana, que argumentaban que la
medida debilitaba la presión sobre Maduro. En ese sentido,
Machado recordó que cuando las sanciones estaban en su punto más
alto, el chavismo estaba dispuesto a negociar su salida. “Maduro
sabía que estaba terminado, pero le dieron oxígeno y la
oportunidad de recuperarse”, señaló.
Biden había flexibilizado las sanciones petroleras en un intento
de mejorar las condiciones electorales en Venezuela y mitigar el
impacto de la crisis energética global, agravada por la invasión
rusa a Ucrania. Sin embargo, su gobierno volvió a imponer
restricciones tras denunciar irregularidades en los comicios de
2024, aunque mantuvo la licencia de Chevron para evitar un alza
en los precios del crudo en EE.UU.
La revocación de este permiso marca un nuevo capítulo en la
política estadounidense hacia Venezuela, con Trump retomando una
estrategia de presión máxima sobre el régimen de Maduro.
Mientras tanto, la oposición venezolana sigue buscando caminos
para lograr un cambio político en el país.
Ucrania y
Estados Unidos firman un acuerdo clave sobre tierras raras

El presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, y
su homólogo estadounidense, Donald Trump, han alcanzado un
acuerdo estratégico para la explotación conjunta de tierras
raras y minerales críticos en territorio ucraniano. Este pacto,
que en su versión original parecía una imposición de la
administración estadounidense, terminó evolucionando hacia un
documento que podría ser beneficioso para ambas partes. Además
de su importancia económica, el acuerdo también tiene
implicaciones en la seguridad y estabilidad de Ucrania en medio
del conflicto con Rusia.
Un giro en las negociaciones
Inicialmente, el borrador del pacto estipulaba que Estados
Unidos recibiría el 50 % de los ingresos de la explotación
minera ucraniana sin ofrecer contrapartidas. Esta condición
generó fuertes resistencias por parte de Zelenski, quien se negó
a comprometer el futuro económico de su país sin obtener
beneficios claros a cambio. "No firmaré lo que diez generaciones
de ucranianos tendrán que pagar", declaró el mandatario
ucraniano ante la presión de Trump.
Sin embargo, el acuerdo definitivo dio un giro
significativo. En él se establece la creación de un Fondo de
Inversión para la Reconstrucción de Ucrania, en el que ambos
países participarán con una propiedad conjunta. Este cambio
supone una mejora sustancial para Kiev, ya que implica un
compromiso financiero a
largo plazo por parte de Washington para contribuir al
desarrollo económico del país europeo.
Seguridad y garantías implícitas
Uno de los aspectos más relevantes del
acuerdo es su impacto en la
seguridad de
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Ucrania. Aunque el documento no detalla explícitamente
garantías militares, varios analistas coinciden en que la participación
económica de Estados Unidos en el sector minero ucraniano podría actuar
como un disuasivo para futuras agresiones de Rusia. En otras palabras,
cualquier ataque a Ucrania afectaría directamente los intereses
económicos de Washington, lo que podría traducirse en una respuesta más
contundente de la Casa Blanca.
Trump, por su parte, ha mantenido su estilo característico a la hora de
abordar el tema. En declaraciones desde el Despacho Oval, el mandatario
estadounidense elogió a los soldados ucranianos y afirmó que el acuerdo
les permitiría "seguir luchando". Aunque sus palabras fueron ambiguas,
el trasfondo del pacto indica que EE.UU. seguirá vinculado de manera
estrecha al futuro de Ucrania.
La rehabilitación de Zelenski ante Trump
Más allá del aspecto económico y de seguridad, el acuerdo también tiene
un valor político importante para Zelenski. Hace apenas unos días, Trump
se refirió al presidente ucraniano como "un dictador sin elecciones"
debido a la cancelación de los comicios en Ucrania por la ley marcial.
Sin embargo, la reunión entre ambos mandatarios y la firma del acuerdo
parecen haber cambiado la percepción de la administración
estadounidense.
La foto de Zelenski y Trump juntos en el Despacho Oval marca un antes y
un después en la relación entre ambos países. Para el líder ucraniano,
el pacto no solo representa una fuente de inversión clave, sino también
la posibilidad de recuperar protagonismo en la diplomacia internacional.
Mientras tanto, en Moscú, el presidente ruso, Vladimir Putin, ha
comenzado a modificar su discurso. En una reciente entrevista, reconoció
por primera vez que la legislación ucraniana impide la realización de
elecciones bajo la ley marcial, lo que podría interpretarse como un paso
hacia eventuales negociaciones con Kiev.
Un futuro incierto, pero con oportunidades
Ucrania cuenta con aproximadamente el 5 % de los recursos mineros
mundiales, aunque gran parte de estos yacimientos aún no han sido
explotados debido a la falta de inversión y a la guerra en curso.
Actualmente, el país es uno de los principales productores de manganeso,
titanio y grafito, elementos esenciales para la fabricación de
tecnologías avanzadas, incluyendo baterías y reactores nucleares.
Además, se estima que en las regiones controladas por Kiev existen
importantes reservas de litio, un mineral clave para la industria de los
autos eléctricos.
Sin embargo, la explotación de estos recursos requiere
inversiones millonarias. Según el gobierno ucraniano, solo para
desarrollar el yacimiento de Novopoltavske, en la región de Zaporiyia,
se necesitaría una inversión cercana a los 300 millones de dólares. Es
aquí donde el acuerdo con Estados Unidos podría marcar la diferencia,
proporcionando el respaldo financiero y tecnológico necesario para
convertir a Ucrania en un actor relevante en el mercado global de
minerales estratégicos.
A medida que avancen las negociaciones y se implementen los términos del
pacto, el desafío para Kiev será garantizar que los beneficios se
distribuyan de manera justa y que la presencia estadounidense no derive
en una dependencia excesiva. Por ahora, lo que está claro es que la
firma de este acuerdo no solo impacta en el desarrollo económico de
Ucrania, sino que también podría redefinir el equilibrio de poder en la
región.
Trump recorta
drásticamente la ayuda exterior: USAID pierde el 92 % de su financiación

La política de austeridad impulsada por el gobierno de
Donald Trump ha alcanzado un nuevo nivel con el recorte masivo de fondos
destinados a la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo
Internacional (USAID). La decisión, anunciada por el secretario de
Estado, Marco Rubio, elimina el 92 % del presupuesto de la agencia y
deja a miles de programas en el extranjero sin financiamiento.
El argumento oficial esgrimido por la
Casa Blanca es el ahorro de casi 60 mil millones de dólares para los
contribuyentes estadounidenses. Sin embargo, detrás de
esta medida también se encuentra la
visión ideológica del gobierno de Trump, que ha puesto en la mira
programas que promueven la diversidad, la equidad y la inclusión. Desde
su regreso al poder, el
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magnate ha priorizado el
desmantelamiento de políticas consideradas como parte de una “agenda
progresista”, una postura que se ha reflejado en el reciente decreto que
congeló la ayuda exterior por 90 días para su revisión.
El golpe a la ayuda humanitaria
Las consecuencias de este recorte son devastadoras para cientos de
organizaciones y países que dependen de los fondos de USAID. La agencia,
que administra más de la mitad de la asistencia exterior estadounidense,
ha desempeñado un papel clave en la entrega de ayuda humanitaria en más
de 130 países. La suspensión de programas pone en riesgo el suministro
de alimentos, medicamentos y tratamientos esenciales contra enfermedades
como el VIH, la malaria y la tuberculosis.
Organizaciones afectadas por la medida han alzado su voz. InterAction,
una coalición de más de 160 ONG, advirtió en un comunicado que la
decisión “hará que mujeres y niños pasen hambre, la comida se pudra en
almacenes y los recién nacidos contraigan VIH por falta de tratamientos
preventivos”.
Pero el impacto no solo se siente en el extranjero. Dentro de EE.UU.,
USAID ha anunciado el despido de 1.600 empleados y ha puesto en licencia
administrativa a cientos de trabajadores, lo que afecta el
funcionamiento interno de la agencia.
Disputa judicial y bloqueo del Tribunal Supremo
El recorte ha desatado una batalla legal. Varias organizaciones que
dependen de la financiación han demandado al gobierno, alegando que la
suspensión de pagos es ilegal y viola las facultades del Congreso. En un
primer fallo, un juez federal ordenó el descongelamiento inmediato de
2.000 millones de dólares en ayuda exterior. Sin embargo, la
administración Trump logró un revés estratégico cuando el Tribunal
Supremo, de mayoría conservadora, intervino y suspendió la orden
judicial, aplazando cualquier decisión hasta nuevo aviso.
El presidente del Tribunal Supremo, John Roberts, ha
solicitado que los demandantes respondan antes del día de hoy, viernes
28 de febrero, lo que mantiene en vilo a las organizaciones que dependen
de los fondos. Algunas advierten que, si los pagos no se reanudan
pronto, podrían cerrar en cuestión de días.
Con este nuevo giro en la política exterior estadounidense, la
administración Trump sigue marcando distancia de los compromisos
internacionales previos, priorizando una agenda de recortes que pone en
jaque la estabilidad de programas humanitarios en todo el mundo.
Siria intenta
reconstruirse: Incertidumbre ante la formación de un nuevo gobierno

Tras más de una década de conflicto, Siria se encuentra
en una encrucijada. El país celebró un "Diálogo Nacional" con el
objetivo de sentar las bases de un gobierno inclusivo que suceda al
régimen de Bashar al-Assad, derrocado en diciembre de 2024. Sin embargo,
la exclusión de actores clave ha generado dudas sobre la viabilidad de
esta transición.
El presidente interino, Ahmed al-Sharaa, anunció que el 1
de marzo se instaurará un nuevo gobierno que represente la diversidad
del país. Al-Sharaa, exlíder del grupo islamista Hayat Tahrir al-Sham (HTS),
aseguró que el diálogo incluyó a "todos los sectores y segmentos de la
sociedad". No obstante, los kurdos, que controlan el noreste de Siria,
denunciaron que fueron marginados del proceso, al igual que las minorías
drusa y alauita.
Las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), respaldadas por Estados Unidos,
tampoco fueron invitadas, lo que refuerza la percepción de que el nuevo
gobierno no será tan plural como se prometió. La ONU ha insistido en que
cualquier solución para Siria debe incluir a todas las comunidades, sin
excepciones.
El reto ahora es consolidar un gobierno legítimo que logre estabilidad
tras 13 años de guerra. Pero, sin una representación real de las
diversas facciones, la pregunta sigue en el aire: ¿será este el comienzo
de una Siria unificada o el preludio de nuevas divisiones?
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