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CHARLAS CON UN MAESTRO SAMMASATI

Por: Gongpa Rabsel Rinpoché
Lama Sammasati para Latinoamérica
¿La rueda del sufrimiento te atrapa? 4
señales budhistas de la infelicidad
El
budhismo, una filosofía milenaria, ofrece una profunda comprensión de la
naturaleza humana y el sufrimiento. A través de sus enseñanzas, podemos
identificar ciertos patrones que indican que nuestra rueda de la vida no
gira como quisiéramos. Estos cuatro síntomas, comunes en nuestra
sociedad, son señales claras de que podríamos estar atrapados en el
ciclo del sufrimiento:
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Falta de interés en las actividades cotidianas: Cuando las tareas
diarias, antes placenteras, se vuelven una carga, es una señal de que
algo no anda bien. El budhismo nos enseña que el apego a los placeres
mundanos es una fuente de sufrimiento. Al perder el interés en las cosas
simples, estamos desconectándonos de la experiencia presente y negando
la belleza de la vida.
* Comparaciones constantes con otros: La comparación es un veneno
sutil que corroe nuestra felicidad. Al comparar nuestra vida con la de
los demás, caemos en la trampa de la insatisfacción. El budhismo
enfatiza la importancia de cultivar la gratitud y aceptar nuestras
propias circunstancias. La comparación solo nos aleja de la paz
interior.
* Sentimiento de agotamiento emocional: La fatiga emocional es un
síntoma común en nuestra sociedad acelerada. El budhismo nos invita a
cultivar la atención plena y a vivir en el momento presente. Al estar
constantemente preocupados por el futuro o anclados en el pasado,
gastamos una gran cantidad de energía mental que nos deja exhaustos.
* Ausencia de metas y propósitos: Sentirse perdidos o sin rumbo
es una señal que carecemos de un propósito en la vida. El budhismo nos
anima a encontrar un sentido más profundo a nuestra existencia. Al
establecer metas significativas y alineadas con nuestros valores,
podemos experimentar un mayor sentido de satisfacción y plenitud.
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¿Qué
podemos hacer?
El budhismo ofrece herramientas prácticas para superar estos síntomas y
cultivar la
felicidad. Algunas de ellas son:
* La meditación: Practicar la
meditación nos ayuda a calmar la mente, aumentar la conciencia y
desarrollar una mayor claridad mental.
* La atención plena: Estar presentes en cada momento nos permite
disfrutar de las pequeñas cosas y reducir el estrés.
* El desapego: Soltar el apego a los resultados y a las cosas
materiales nos libera del sufrimiento.
* La compasión: Cultivar la compasión hacia nosotros mismos y
hacia los demás nos conecta con una fuente de alegría profunda.
En definitiva, estos cuatro síntomas son una invitación a reflexionar
sobre nuestra vida y a buscar un camino hacia la felicidad más auténtica
y duradera. Al aplicar las enseñanzas del budhismo, podemos transformar
nuestro sufrimiento en sabiduría y encontrar la paz interior que todos
anhelamos.
Tashi Delek para todos y todas.
Marx

Por: Edgar Cabezas
En
memoria a Carlos Marx quien el 18 de junio de 1871 escribía una carta a
su amigo Kugelmann en la que le dice: “tengo el honor de ser en este
momento el habitante de Londres mejor calumniado y también el más
amenazado. Todo esto realmente me sienta muy bien después de veinte años
de aburrido idilio. El periódico progubernamental Observer incita a que
se me persiga judicialmente, que se atrevan, yo me reiré de esos
canallas”. Y es que el señor Marx se sentía muy bien pese a las
molestias de su hígado y así trataba a la clase burguesa de origen
plebeyo o aristocrático y a la prensa que imprimía noticias falsas.
“Canallas dejad de calumniar”.
Carlos Marx cuyo nombre en todo tiempo, modo y lugar hace temblar los
genes egoístas y codiciosos de los burgueses que se apropiaron de los
medios de producción y del excedente del trabajo ajeno, tiemblan y se
caen con todo y sus emporios
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monopólicos cuando se les recuerda que
el trabajo humano constituye la fuente de toda riqueza obtenida de la
naturaleza mediante la acción de la inteligencia y liderazgo colectivo.
El trabajo es el gran invento humano,
constituye el pilar fundamental de los sistemas de coordinación
ojo-mano; oído-lengua. Trabajo, lenguaje e interacción comunicativa para
potenciar las fuerzas creadoras del trabajo con las cuales se adaptan
los territorios, fundando hábitats seguros en los que se puede proteger
la humanidad de las fuerzas físicas naturales y la variable climática.
El acierto de Marx y Engels en cuanto que el proletariado es una clase
política y que, por tal razón, debe de participar en los procesos
electorales con la finalidad de tomarse el gobierno de las tres ramas
del poder público que conforman el Estado, ofrece la oportunidad de
hacer una revolución pacífica, siempre y cuando los trabajadores de la
industria, de los servicios y del campo estén capacitados en el
ejercicio de la democracia de los trabajadores, y sean capaces de
sustituir el poder de la administración por las relaciones sociales de
producción, inclusive al gobierno del Estado, que se encuentra en manos
de burgueses despiadados.
El capital administrado por los trabajadores en las zonas urbanas y
rurales, es decir por obreros y campesinos, un universo de trabajadores
en el que las relaciones de los individuos, los gobiernos y las
políticas públicas aseguran el bienestar económico y social de las
poblaciones que ocupan los territorios, y en donde el principio de
igualdad sea la voluntad y el esfuerzo de cada uno por ser diferente a
todos los demás y así crearse una vida singular.
Muy agradecidos señor Marx con su apuesta de dignificar el trabajo y
rescatarlo como el impulso primigenio de la evolución, ya que cuanto la
humanidad posee como herencia, es producto del trabajo. La humanidad
asombra con la inteligencia que las generaciones desarrollan y que se
consolida a través del tiempo, acumulando ciencia, ingeniería y
tecnología, en todos los idiomas.
Las multitudes ciudadanas podrán salir victoriosas cuando las personas
vivan en un mundo en el que se piensa de manera correcta y honesta en el
hacer bien la cosas, para que se pueda decir la frase decolonial
macondiana por excelencia, “aquí no hay nada que corregir porque todo
está bien hecho”. Y bueno, monstruo grande es, ya que así continúan
viéndole los burgueses que se espantan con oír su nombre. Carlos Marx.
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