Cuba sufre un nuevo apagón total: El cuarto en seis meses

La noche del viernes, Cuba volvió a quedar a oscuras. A las 20:15 (hora local), una avería en el sistema eléctrico provocó un nuevo apagón total, dejando sin energía a todo el país. Es la cuarta vez en seis meses que ocurre una falla de esta magnitud, lo que agrava la ya precaria situación que viven los cubanos en medio de una crisis económica sin precedentes en los últimos 30 años.

El Ministerio de Energía y Minas informó que la falla se originó en la región occidental y desencadenó la caída del Sistema Eléctrico Nacional. De inmediato, las autoridades iniciaron labores para restablecer el servicio, aunque sin precisar el tiempo que tomaría la recuperación.

En las calles de La Habana, la oscuridad era absoluta. Solo algunos hoteles, negocios privados con plantas eléctricas y hospitales lograron mantener la luz. La incertidumbre y el cansancio dominaban entre los ciudadanos, quienes enfrentan apagones diarios de varias horas. En las provincias, la situación es aún peor, con cortes que pueden superar las 20 horas consecutivas.

"Uno vive en un sobresalto, me iba a sentar a comer cuando se fue la luz. Ya ni hambre tengo, se me quitó de golpe. Esta situación es insostenible, no hay quien viva así", expresó Angélica Caridad Martínez, residente de Camagüey.

Las termoeléctricas del país, muchas con más de 40 años de antigüedad, sufren constantes fallas. A esto se suman las plantas flotantes turcas y los generadores que dependen del combustible importado, un recurso cada vez más escaso.

El gobierno cubano apuesta por la energía solar como solución a largo plazo. Para este año, planea instalar 55 parques solares con tecnología china, que aportarán 1.200 megavatios. Para 2030, el objetivo es que el 37 % de la electricidad provenga de fuentes renovables.

Mientras tanto, los cubanos siguen esperando respuestas concretas y soluciones inmediatas para una crisis que no da tregua.

Volodimir Zelenski reaccionó rápidamente y acusó a Moscú de querer alargar la guerra y derribar cualquier posibilidad de negociación real. "Rusia es la única parte que quiere que la guerra continúe y que la diplomacia se derrumbe", señaló el presidente ucraniano. Sin embargo, lo más alarmante para Kiev es que Washington podría estar utilizando estas supuestas negociaciones como una excusa para reducir su apoyo, algo que podría inclinar la balanza a favor del Kremlin.

En el marco de las conversaciones entre Trump y Putin, el secretario de Estado de EE.UU., Marco Rubio, admitió que existe incertidumbre sobre si Rusia está realmente interesada en un alto el fuego o si simplemente está ganando tiempo para reforzar sus posiciones. Desde Europa, las preocupaciones crecen ante la posibilidad de que Ucrania sea presionada para aceptar concesiones que favorezcan a Rusia sin recibir garantías reales de seguridad.

Mientras tanto, sobre el terreno, la situación sigue siendo crítica. Las fuerzas rusas han intensificado sus ataques aéreos en las zonas fronterizas, lo que ha obligado a Ucrania a evacuar varias poblaciones. El jefe de la Administración Militar Regional de Sumy, Volodimir Artiukhin, confirmó que se han dado órdenes de evacuación en ocho pequeños pueblos debido a los incesantes bombardeos.

Las palabras de Trump han generado dudas sobre si él y Putin han tenido una comunicación directa, o si toda la información ha sido transmitida a través de su enviado especial, Steve Witkoff. El Kremlin, por su parte, ha insinuado que la posibilidad de un diálogo directo entre los dos líderes sigue sobre la mesa y que "es necesario" para avanzar en una resolución del conflicto.

Lo cierto es que las declaraciones de Trump han abierto un nuevo capítulo en la crisis de Ucrania. Mientras el Kremlin mantiene su postura de exigir la rendición total de las tropas ucranianas, Washington parece cada vez más inclinado a buscar una salida rápida que evite más gasto y desgaste político. Sin embargo, cualquier solución que se plantee sin el pleno respaldo de Ucrania podría terminar favoreciendo a Putin y debilitando el frágil equilibrio de poder en la región.

La toma de control del DOGE genera despidos masivos y preocupación en el IRS de EE.UU.

El Servicio de Impuestos Internos (IRS) de Estados Unidos enfrenta una de sus mayores crisis en la historia reciente. Desde la llegada del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), la agencia se ha visto envuelta en una ola de despidos, cierres de oficinas y un ambiente de incertidumbre que preocupa tanto a sus empleados como a los contribuyentes.

El caos se desató cuando los enviados del DOGE ingresaron a la sede del IRS en Washington exigiendo acceso inmediato a las bases de datos más sensibles de la agencia, incluyendo información personal y financiera de millones de ciudadanos. Además, ordenaron el cierre de programas clave para la modernización del organismo y promovieron despidos masivos. En tan solo un mes, más de 110 oficinas de asistencia al contribuyente han cerrado y miles de empleados han sido cesados. Se espera que, para mayo, el 20 % de la plantilla sea recortada.

Mientras tanto, los enviados del DOGE han centrado su atención en los sistemas de datos del IRS. Según informes, han obtenido acceso a información confidencial de empleados y han intentado modificar los procedimientos de seguridad. Incluso, se ha sugerido que parte de su labor podría estar enfocada en utilizar datos fiscales para rastrear a inmigrantes indocumentados. Un borrador de memorando filtrado indica que el Departamento de Seguridad Nacional solicitó información sobre personas que pagan impuestos con números de identificación fiscal en lugar de números de seguro social. Esto ha generado alarma entre defensores de derechos civiles, quienes han llevado el caso a los tribunales para evitar una posible violación de la privacidad de los contribuyentes.

El futuro del IRS es incierto. Mientras los tribunales deciden si el DOGE puede seguir accediendo a los datos de la agencia, la incertidumbre persiste. La reforma impulsada por el gobierno de Trump promete eficiencia, pero sus críticos temen que, en lugar de optimizar el sistema, termine por desmantelarlo.

Bombardeos en Gaza dejan nueve muertos en medio de conversaciones de tregua

Los cielos de Gaza volvieron a iluminarse con fuego y explosiones en la madrugada del sábado, cuando ataques israelíes impactaron la ciudad de Beit Lahia, en el norte del enclave palestino. La Defensa Civil de Gaza reportó la muerte de nueve personas, entre ellas varios periodistas y trabajadores humanitarios. Este nuevo episodio de violencia ocurre en pleno proceso de negociación para extender la frágil tregua entre Israel y Hamás.

Desde el inicio del cese al fuego el pasado 19 de enero, las tensiones no han cesado del todo. La primera fase de la tregua permitió un intercambio de rehenes y prisioneros: 33 israelíes fueron liberados, aunque ocho de ellos ya habían fallecido, a cambio de cerca de 1.800 presos palestinos. Sin embargo, la segunda fase de la negociación sigue estancada en Doha, con Catar, Egipto y Estados Unidos intentando mediar entre las partes.

El ejército israelí justificó los bombardeos del sábado asegurando que habían atacado a dos supuestos militantes que operaban un dron “amenazante” en la zona de Beit Lahia. También afirmaron haber destruido un vehículo que intentaba recuperar dicho dron. Pero para Hamás, esto no es más que una violación flagrante de la tregua. El portavoz del grupo, Hazem Qasem, denunció la acción como “una horrible masacre” contra periodistas y cooperantes humanitarios.

La comunidad periodística palestina ha condenado el ataque. El Sindicato de Periodistas Palestinos lo calificó como “un crimen de guerra”, recordando que el derecho internacional protege a los reporteros en tiempos de conflicto. Organizaciones como Reporteros sin Fronteras han denunciado previamente que más de 140 periodistas han sido asesinados en Gaza desde que inició la ofensiva israelí en octubre de 2023.

Las conversaciones para extender la tregua siguen rodeadas de incertidumbre. Hamás aseguró haber propuesto la liberación del rehén israelo-estadounidense Edan Alexander, junto con la entrega de los cuerpos de otros cuatro cautivos, a cambio de la liberación de más prisioneros palestinos en Israel. No obstante, aún no se ha llegado a un acuerdo.

Mientras tanto, la crisis humanitaria sigue agravándose. Desde el 2 de marzo, la ayuda humanitaria no ha podido ingresar a Gaza, debido a un bloqueo que Hamás atribuye a Israel. En el año y medio que lleva el conflicto, más de 48.500 palestinos han perdido la vida, según el Ministerio de Salud de Gaza, una cifra que Naciones Unidas considera confiable.