Bogotá, Colombia -Edición: 781

 Fecha: Domingo 06-04-2025

 

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INFORME

 

 

 

 

 

 

La seguridad de EE.UU. comprometida de nuevo en plataformas no autorizadas, revela The Washington Post

 

 

 

 

 

La seguridad de la Casa Blanca

Algunas series de televisión mencionan este servicio, pero esas representaciones tienen un carácter más bien ficticio. Hay un servicio secreto especial en la Casa Blanca. Estos tipos están ocultos a la vista del público: llevan gafas oscuras, tienen nombres en clave y, lo que es más sorprendente, viajan en grupos. Su único trabajo es proteger a los presidentes estadounidenses actuales y pasados y a sus familias. Y no solo por el tiempo que están en el cargo, sino por 10 años después de jubilarse. Los francotiradores también vigilan el techo de la Casa Blanca. Además, deben renovar sus calificaciones cada mes alcanzando objetivos con precisión desde una distancia de 914 metros.

 

 

El edificio definitivamente tiene un diseño un poco extraño. Sin embargo, no es sorprendente que haya un propósito detrás de esto. No tenía que ser alto (por razones de seguridad, por supuesto), pero tenía que ser lo suficientemente grande para acomodar muchas oficinas. Ahora unas 40.000 personas pueden trabajar allí, y tiene espacio para que 10.000 coches se estacionen. El Pentágono tiene casi el doble de la superficie del Empire State Building, pero sus pasillos están construidos de forma tan inteligente que no se tarda más de 6 minutos en llegar de un punto a otro.

 

Parece que el SignalGate, el escándalo sobre los planes militares estadounidenses en Yemen compartidos por error con el editor en jefe del diario The Atlantic, Jeffrey Goldberg, a través de la aplicación cifrada Signal, aún no llega a su fin. Ahora, el asesor de seguridad nacional Michael Waltz vuelve a ser noticia por un nuevo error de comunicación.

 

 

Según un informe publicado por The Washington Post, Waltz discutió "posiciones militares sensibles y potentes sistemas de armamento relacionados con un conflicto en curso" utilizando su cuenta personal de Gmail, mucho menos segura que Signal. Concretamente, las fuentes cercanas al funcionario describen la gestión de Waltz como "cuestionable", debido al tratamiento desinteresado de conversaciones técnicas entre colegas de otras agencias gubernamentales.

 

Salir de un problema para entrar en otro

El principio de confidencialidad es indispensable para un funcionario de EE UU, quien debe ser estrictamente cuidadoso con los medios en los que comparte o difunde información. Precisamente, este es el punto que preocupa a la ciudadanía. De acuerdo con lo citado por el Washington Post, Waltz era el único que utilizaba su cuenta personal, mientras que los demás usaban cuentas gubernamentales.

Eva Galperin, experta en ciberseguridad consultada por el medio, explica que, a menos que el asesor de Trump utilizara un GPG, un software libre que permite cifrar y firmar archivos y comunicaciones, el correo no está cifrado de extremo a extremo: "El mensaje pudo haber sido interceptado y leído en muchos puntos, incluidos los servidores de correo de Google".

 

 

Además, The Washington Post informa que el asesor recibía en su bandeja de entrada personal "información menos sensible pero potencialmente explotable, como su agenda y otros documentos de trabajo". Un manejo de la información decididamente problemático, que podría resultar peligroso para la administración Trump. El portavoz del consejo, Brian Hughes, se apresuró a defender el comportamiento de Waltz, señalando que no ha enviado ni enviaría información clasificada en una cuenta privada, y que él y sus asociados solo usan "plataformas seguras para datos vulnerables". No obstante, la reciente indiscreción en Signal, donde estuvieron implicados otros allegados al presidente republicano, entre ellos el vicepresidente J.D. Vance, el secretario de Estado Marco Rubio y la directora de Inteligencia Nacional Tulsi Gabbard, deja en entredicho la afirmación de Hughes.

 

En aquella oportunidad, el portavoz justificó que Signal era una "app autorizada" y que, en algunos casos, "se añadía automáticamente a los dispositivos gubernamentales". En lo que concierne a Waltz, es difícil defenderlo ante la tensión cibernética y política que lo acecha. El error no le gustó nada al presidente Trump ni al resto de los miembros de la junta.

 

 

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