Bogotá, Colombia -Edición: 784

 Fecha: Domingo 13-04-2025

 

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TECNOLOGÍA-CIENCIA

 

 

 

Europa ante el “invierno cuántico”: La urgencia de una revolución tecnológica estratégica

 

 

 

 

Otro desafío estructural es la fuga de cerebros. Muchos de los físicos y expertos españoles más influyentes en el campo —como Darío Gil (ahora en el Gobierno de EE.UU.), Sergio Boixo (Google) o Antía Lamas (AWS)— han desarrollado sus carreras fuera de su país. No se trata solo de un problema de reconocimiento, sino de un síntoma más de un ecosistema que aún no ha sabido retener ni aprovechar su talento.

La solución no es sencilla, pero sí posible. El informe propone una serie de medidas clave: invertir en grandes infraestructuras científicas; incentivar la participación privada mediante subvenciones y deducciones; y crear un marco regulatorio europeo común que elimine duplicidades y potencie las sinergias. Se mencionan también programas específicos como la Quantum Act o la Plataforma STEP, que podrían convertirse en ejes vertebradores de una política cuántica cohesionada.

Además, existe un elemento coyuntural que podría favorecer el viraje. Europa se plantea aumentar significativamente su gasto en defensa en respuesta a los desafíos geopolíticos actuales. Aprovechar esta inversión como catalizador para desarrollar tecnologías cuánticas con aplicaciones duales —civiles y militares— podría ser una estrategia inteligente. Como indica Arizaga, “hay una oportunidad económica importante, pero además hay implicaciones relacionadas con la seguridad digital, con la soberanía en seguridad, que estamos obligados a mantener”.

La clave, según los expertos, no está en perseguir a los líderes actuales, sino en construir una ventaja competitiva propia. “Ya hemos perdido el tren de internet, pero en tecnologías cuánticas puede ser diferente”, señala Arnal. “Lo que proponemos no es cómo subirnos a un tren que ya va en marcha, sino cómo ponernos a la cabeza”.

 

 

La física cuántica ha pasado del laboratorio a la geopolítica. Su potencial para redefinir la economía mundial es inmenso, pero también lo es su capacidad para abrir brechas entre quienes lideran y quienes observan. Europa tiene ante sí una elección estratégica: quedarse al margen o asumir el reto de construir su propio futuro cuántico.

La historia ya demostró que el conocimiento nace de muchas partes, pero solo florece donde se cultiva con decisión. La pregunta ahora es si el continente será capaz de encender su propia primavera cuántica, antes de que el invierno lo congele para siempre.

 

Por décadas, Europa ha sido la cuna del conocimiento científico que dio origen a la mecánica cuántica. Figuras legendarias como Max Planck, Albert Einstein, Niels Bohr o Werner Heisenberg sentaron las bases de una disciplina que hoy promete redefinir industrias enteras. Sin embargo, el viejo continente, pese a su legado, se enfrenta ahora a una amenaza inesperada: el llamado “invierno cuántico”. Una era de estancamiento y pérdida de liderazgo en la que los avances en tecnologías cuánticas podrían pasar de largo mientras otras potencias, como China y Estados Unidos, capitalizan las aplicaciones prácticas de esta revolución.

 

Esta advertencia no proviene de un pesimismo infundado, sino de un análisis riguroso presentado por el Real Instituto Elcano y Tecnalia. El informe Tecnologías cuánticas: cómo apostar y acertar desde España y la UE no solo retrata el panorama actual, sino que lanza una señal de alarma: si Europa no actúa con decisión, coordinación y estrategia, perderá el tren de una transformación que ya ha comenzado.

 

 

El concepto de “invierno cuántico” hace alusión a un periodo en el que Europa podría quedar congelada en la carrera global por el dominio de estas tecnologías. Y la comparación no es gratuita: en juego no está solo la soberanía tecnológica o la competitividad industrial, sino también aspectos fundamentales como la ciberseguridad, la defensa nacional, la salud o incluso la sostenibilidad medioambiental.

La paradoja es clara. Europa, que alguna vez fue el epicentro del conocimiento cuántico, se encuentra hoy rezagada frente a Estados Unidos y China, los dos colosos que lideran el desarrollo y la aplicación práctica de estas tecnologías. Mientras el modelo estadounidense se apoya en la inversión privada —con gigantes como IBM, Google, Microsoft y Amazon a la cabeza—, China ha optado por un enfoque fuertemente estatal, con una estrategia centralizada que ha destinado más de 15.000 millones de euros a tecnologías cuánticas desde 2021.

 

Europa, por su parte, ocupa el segundo lugar en gasto público, con más de 10.900 millones de euros. Pero según los expertos, esa inversión no ha tenido el impacto esperado por un motivo clave: la fragmentación. “Lo hacemos mal, de una manera absolutamente fragmentada. Tenemos que hacer apuestas muy claras, muy decididas y muy concentradas”, advierte Judith Arnal, investigadora del Real Instituto Elcano.

 

 

Este enfoque disperso, donde cada país —e incluso cada región— impulsa sus propias iniciativas, está obstaculizando la construcción de un ecosistema europeo sólido. Como resume Íñigo Arizaga, director de NEXT – Quantum Technologies en Tecnalia, “estamos cada uno disparando con balines en una dirección”. El resultado: Europa produce conocimiento, pero no lo transforma en innovación real.

 

La computación cuántica es apenas la punta del iceberg. El campo abarca múltiples áreas: simulación cuántica, comunicaciones ultraseguras, metrología avanzada, sensores de alta precisión y nuevas formas de criptografía. Las aplicaciones son infinitas: desde detectar contaminantes con una sensibilidad sin precedentes, hasta mejorar los diagnósticos médicos mediante resonancia magnética o identificar amenazas militares sin necesidad de GPS. Y todo ello con un valor de mercado estimado en 850.000 millones de euros para las próximas décadas.

El informe señala que, pese a los retrasos, aún hay margen de maniobra. Europa tiene una base científica sólida —representa el 24,3% de las investigaciones más relevantes en el ámbito cuántico, incluso por delante de China—, y cuenta con centros de excelencia y talento altamente cualificado. Pero ese conocimiento se pierde cuando no existe una red de transferencia tecnológica eficaz, ni una estrategia que conecte universidades, centros de investigación, industria y gobiernos.

 

España, por ejemplo, ha mostrado avances notables con iniciativas como Quantum Spain, el Plan Complementario de Comunicación Cuántica o el PERTE Aeroespacial. En el norte del país, regiones como Galicia, País Vasco y Cataluña albergan infraestructuras punteras en física cuántica. Sin embargo, estas apuestas siguen careciendo de una visión común, coordinación nacional y, sobre todo, del impulso privado necesario para llevar las ideas al mercado.

 

 

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