Bogotá, Colombia -Edición: 784

 Fecha: Domingo 13-04-2025

Página 9

 

    

\\ OPINIÓN //

 

 

 

EDITORIAL

 

Decisión

 

Las multitudes ciudadanas en Colombia tienen el derecho a participar, pero si en una localidad no hay participación, es porque la comunidad no se organiza para hacerlo. Lo que no tienen las comunidades, salvo que sea por vías de hecho, es voluntad de decisión. En lo cotidiano, las personas participan y deciden, ejerciendo la función que le corresponde a cada cual en el enlace de la cadena productiva propia de la ecología y la economía.

En Colombia, y en buena parte de las naciones del mundo, se ha declarado la igualdad de mujeres, hombres y no binarios ante la ley. Esto significa que ante la humanidad, sin distingo de sexo, género y etnia, los seres humanos gozan de protección. Los derechos de la mujer y su equidad jurídica ante los hombres son un hecho constituido, así que cualquier acto que los vulnere es juzgado y castigado con pena severa.

La igualdad se desprende de la ley de origen de la humanidad. De la especie binaria que engendra los géneros las personas pueden desarrollar sus capacidades, talentos, destrezas y habilidades. Con tiempo y paciencia, disciplina, constancia y entusiasmo, aprenden a hacer las cosas, registrando los hechos y contabilizando los datos.

En Colombia el pueblo se está informando, y pronto tomará las acciones propias de lo que en los territorios la gente sabe que es lo que cada uno tiene que hacer en pro del buen vivir, con la acción vinculante del día. Es a través de la responsabilidad de cada cual como sujeto colectivo en la trinchera íntima del sentir-pensar que se es una presencia de luz, energía y fuerza protectora de la vida.

Protectores amorosos, es obligación amar la vida. A los suicidadas se les consiente. La esperanza es una sociedad consentida, conformada por seres humanos diversos y distintos. Amar en la diferencia la humanidad de cada uno. Evolución mental clama la vida, reevolución de la vida, o del ciclo de vida y muerte de los ejemplares de las especies. Hay que amar la gente y la tierra en la que se vive, se conoce y se convive.

En las localidades, el mundo global tiene flujos de energía, raíces culturales, canales de comercio y comunicación y se adapta a los tiempos estacionarios o a los de lluvias y sequias, procurando ordenar los territorios alrededor del agua, protegiendo nacederos, quebradas y ríos que abastecen acueductos veredales y municipales.

La sociedad civil en Colombia va resolviendo mediante resoluciones los usos del suelo tanto rural como urbano. Otros, en campaña, van a las elecciones de 2026 para legitimar su puesto en una lista cerrada y paritaria que los partidos y movimientos políticos avalarán para que salgan elegidos a la presidencia y al congreso.

Lo importante es que la comunidad sepa que lo apropiado es establecer coaliciones, para acciones coordinadas en los territorios: trabajo de restauración, mantenimiento y embellecimiento en campos y ciudades; mingas campesinas para construir las artes de las vías secundarias y terciarias. Las cunetas constituyen la primera línea de la ordenación del territorio alrededor del agua.

Vías agropecuarias y forestales en perfecto estado para felicidad de los productores y el tránsito oportuno de los alimentos frescos del campo se logran mediante la asociatividad. Es menester la cooperativización de la clase campesina alto andina de la sabana de Cundinamarca y Bogotá. País de regiones diverso.

 

 

 

Los miedos a perder lo poco que se tiene

Por: Zahur Klemath Zapata

zapatazahurk@gmail.com  

 

Colombia es un territorio de más de un millón trescientos mil kilómetros cuadrados en la actualidad. Se han desplumado otro tanto más grande de lo existente por el mal manejo de la cosa pública y nadie se conduele ni se avergüenza. Hoy unos separatistas antioqueños quieren pegarle otra mordida al inerte país.

La base mental del pueblo hispano-americano-colombiano se arrastra como el chichi del pato después de perseguir a la pata y coronarla, luego aletear como si todo estuviera consumado. Así viven la gran mayoría de ciudadanos que solo piensan en rebuscarse la comida del día a día sin que exista un futuro cercano. Jamás ha existido un futuro para los colombianos excepto para pagar la deuda externa que se acumula y que cada niño nace con ella en su partida de nacimiento.

La desconfianza entre cada uno alcanza para no mirarse a los ojos cuando se hablan, porque nadie confía en el vecino ni en la familia, este fenómeno viene por décadas, crece porque quienes manejan el establecimiento son más perversos que los mismos criminales que señala el Estado, por lo menos ellos se la rebuscan para alcanzar su propio estatus y compartir sus utilidades con quienes los apoyan y los rodean, hacen que su entorno florezca y haya comida servida en la mesa.

Colombia no es pobre, son pobres quienes administran y dilapidan el esfuerzo de todos. Jamás presentan un superávit económico de lo que el pueblo les entregó para que administren y así demostrar que sí saben manejar lo que el pueblo les confió.

El miedo a perderlo todo aflora a la piel porque no hay como confiar en quien está al frente de los bienes sociales. Simplemente gobiernan creyendo que gobernar es apropiarse de la cosa pública y que nada va a pasar porque no existe condenas eternas, ni la pena de muerte por delitos contra el bien común.

Huir no es la solución, tomar las armas es un error, enfrentarse al enemigo en solitario es un suicidio, tomar la justicia por nuestras manos es un acto criminal, denunciar es gritar a las piedras para que se muevan.

Mientras la sociedad no sea autónoma y libre no podrá establecer sus manuales de manejo de sus bienes y nombrar a sus administradores fuera de la democracia, porque esta es la generadora de la corrupción y el mal manejo. Si hay democracia habrá negociación entre bandidos para repartirse el país.

 

El miedo es el peor enemigo de una sociedad cuando se enfrenta a los administradores públicos.

 

 

 

QUÉ LEE GARDEAZÁBAL

Por: Gustavo Álvarez Gardeazábal

 

El loco de Dios en el fin del mundo
De Javier Cercas
Editado por Random House

 

Audio: https://www.youtube.com/watch?v=3RjHOj7CvoI

 

Cercas es un escritor sesentón, serio en sus planteamientos y muy hábil en la narración. Algunas de sus obras como Los soldados de Salamina o Anatomía de un instante las he comentado elogiosamente antaño.

Ahora, nos sale con un mamotreto de 485 páginas para disque narrarnos el viaje del Papa Francisco a Mongolia, donde fue invitado por el Vaticano para que hiciera parte de la comitiva hace dos años.

No es un libro de viajes, aunque tiene descripciones hasta paisajísticas de ese olvidado país de estepas frígidas, tampoco es una novela, si bien posee estructura de tal y hasta asomos de thriller.

 

A la larga, montado siempre en una narrativa alucinante, aunque estratificadamente repetida, el libro termina siendo una confesión de fe de un ateo que hace hasta malabarismos filosóficos para interpretar el pensamiento del Papa Francisco y su casi siempre contradictoria actitud.

Está construida sobre la necesidad de satisfacer el deseo de su madre, una viejecita de 92 años, picada de las brumas del alzhéimer, que desea saber si al morir se va a encontrar nuevamente con su marido muerto un cuarto de siglo antes.

Aunque en verdad lo que trata de ocultar es la necesidad de resolvernos el enigma de si el núcleo de la religión católica, la eternidad y la resurrección de la carne, son explicables para sus lectores y de pronto, hasta para el mismo incrédulo autor.

De ese esfuerzo surge empero una tomografía en 4D del Papa argentino, destacando su bonhomía de cura de parroquia, detallando su enfrentamiento durante casi dos décadas con los jesuitas de los cuales había sido provincial en la Argentina, y concluyendo que estamos ante un Papa tan transformador como Juan XXIII.

 

Pero como a la batalla narrativa la convierte en definición ideológica, alcanza a esbozar la posibilidad de que creamos que las creencias en la resurrección y en la vida eterna son la máxima forma de insurgencia que está al alcance de los hombres.

Tal vez por todo ello y como sacada de un bombín de mago, llega a la afirmación de que la victoria suprema de Cristo es haber postulado que no estamos aquí para aceptar la muerte, sino para sublevarnos contra la muerte.

Empero, como ni el autor cree en lo que ha descubierto, prefiere con insistencia, hasta cerrar el libro, la frase de su madre: "¡Qué cosa! ¿Verdad?, ¿Y si lo imposible es cierto?"

El Porce, abril 13 de 2025

 

 

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