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La violencia
se ensaña también con la misión internacional liderada por Kenia
en Haití

El caos no cede en Haití. La violencia que desde
hace años azota al país caribeño ha cobrado una nueva víctima:
un policía keniano, miembro de la misión internacional de Apoyo
Multinacional a la Seguridad (MSS), fue asesinado por una
pandilla en la región de Artibonite el pasado 25 de marzo. Es el
segundo agente de esa nacionalidad que pierde la vida desde que
la fuerza desembarcó en el país en junio de 2024.
La misión, liderada por Kenia y avalada por Naciones Unidas,
pretendía restaurar un mínimo de seguridad frente al poder
creciente de las pandillas. Sin embargo, nueve meses después, la
percepción de los haitianos es desalentadora: la situación no
mejora, y en algunas regiones, como Artibonite, incluso empeora.
Los ataques de las bandas armadas han dejado huellas profundas.
En los últimos meses, dos masacres estremecieron a esta zona
agrícola del país: más de 115 personas fueron asesinadas en Pont-Sonde
en octubre, y otras 70 en diciembre en Petite-Rivière-de-l'Artibonite.
El miedo paraliza a los agricultores, impide el trabajo en el
campo y agrava el hambre.
"Es el infierno en la tierra", dijo un residente a medios de
comunicación de talla internacional, al describir cómo las
pandillas han tomado control de carreteras, bloqueado la ayuda
humanitaria y empujado a la población al borde del colapso.
Mientras tanto, el Estado haitiano sigue ausente. Las pandillas
avanzan sin resistencia efectiva y crece el temor de que incluso
Puerto Príncipe, la capital, caiga completamente bajo su
control.
Las cifras son estremecedoras: más de 5.600 personas fueron
asesinadas en 2024 y más de un millón han sido desplazadas. En
Haití, el terror ya no es una amenaza: es la realidad diaria.
Kevin
Farrell, el cardenal irlandés que dirigirá el Vaticano hasta la
elección del nuevo Papa

En momentos de transición, el Vaticano necesita
de una figura capaz de sostener su estructura con firmeza,
diplomacia y profundo conocimiento de la Iglesia. Esa persona es
el cardenal Kevin Farrell, un irlandés de 77 años con una
extensa carrera pastoral fuera de su país natal, que ha asumido
un rol central como camarlengo del Vaticano tras la muerte del
Papa Francisco.
Este cargo, de
profundas raíces históricas, toma protagonismo solo en
circunstancias excepcionales. Y ese momento ha llegado. Farrell
será quien lidere las operaciones prácticas del Vaticano, desde
la confirmación oficial del fallecimiento del Pontífice hasta la
coordinación del cónclave que elegirá a su sucesor. A él le
corresponde también organizar el funeral papal y asegurar que la
maquinaria eclesiástica funcione mientras la silla de San Pedro
permanece vacante.
Aunque nacido en Dublín, Farrell ha desarrollado
su carrera entre Estados Unidos, el Vaticano, México, España e
Italia. Sus
primeros pasos en la formación
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religiosa los dio en Salamanca, ciudad
donde estudió filosofía y teología. Aunque no está claro si lo hizo en
la Universidad pública o en la Pontificia, el Vaticano reconoce
oficialmente su paso por la ciudad del Tormes. Más tarde, se especializó
en dirección de empresas en la Universidad de Notre Dame, en Indiana.
En 1966, se unió a los Legionarios de Cristo, congregación que años
después se vería sacudida por los escándalos protagonizados por su
fundador, Marcial Maciel. Farrell, entonces administrador general de la
congregación en México, España e Italia, nunca fue vinculado
directamente con los abusos, aunque su pasado en esa organización genera
hoy algunas incomodidades.
Su labor pastoral continuó en Estados
Unidos, donde se convirtió en un referente para las comunidades
hispanas, gracias a su fluido español. Fue obispo auxiliar en Washington
y, más tarde, obispo de Dallas. Uno de sus momentos más memorables en
ese país fue dirigir la oración en el aniversario del asesinato de John
F. Kennedy. “Nunca imaginé estar aquí, orando donde cayó el primer
presidente católico de Estados Unidos”, confesó entonces, conmovido.
Farrell fue nombrado cardenal en 2016 por el Papa Francisco, quien
confió plenamente en él a pesar de ciertas controversias, como su
cercanía al cardenal Theodore McCarrick, figura caída en desgracia por
abusos sexuales. Aunque algunos sostienen que Farrell conocía las
conductas de su mentor, Francisco nunca le retiró su respaldo.
Su designación como camarlengo en 2019 fue una clara muestra de esa
confianza. Francisco quedó impresionado por su labor organizativa
durante su visita a Irlanda y lo eligió para liderar el Vaticano cuando
él ya no estuviera. Ahora, Farrell se enfrenta a la mayor
responsabilidad de su vida: mantener la estabilidad de una Iglesia
global en uno de sus momentos más delicados.
Con un fuerte sentido del deber y una larga experiencia diplomática y
pastoral, Kevin Farrell ya ha comenzado a escribir su propio capítulo en
la historia de la Iglesia Católica.
EE.UU. e India
refuerzan su alianza para hacer frente a China en el Indopacífico

Con sonrisas infantiles y obsequios tradicionales como
telón de fondo, el vicepresidente de Estados Unidos, J. D. Vance, selló
en Nueva Delhi un estrechamiento de lazos con el primer ministro de la
India, Narendra Modi. La visita, que mezcló cálidos gestos familiares
con contundentes acuerdos geopolíticos, confirmó lo que muchos
anticipaban: Washington y Nueva Delhi están decididos a construir un
frente común en contra de la influencia creciente de China en el
Indopacífico.
Acompañado de su esposa Usha —de
raíces indias— y sus tres hijos, Vance desplegó una diplomacia
cuidadosamente orquestada. Modi, acostumbrado a cultivar relaciones
desde el simbolismo cultural, correspondió el gesto con regalos a los
pequeños y un recibimiento cargado de cercanía. Más allá del protocolo,
el clima distendido sirvió de antesala para abordar los temas de fondo:
seguridad, comercio y estrategia global.
Ambos mandatarios coincidieron en la
necesidad de intensificar la cooperación en áreas clave como defensa,
energía y tecnología. “Estados Unidos realiza más ejercicios militares
con India que con cualquier otra nación del mundo”, subrayó Vance al
hablar del rol conjunto dentro del Quad, alianza que también incluye a
Japón y Australia. La
próxima cumbre de este
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bloque será en India, en otoño y se
espera la participación de Donald Trump.
El vicepresidente no escatimó en elogios al primer ministro indio, a
quien calificó como “el líder más popular de las democracias mundiales”.
También aprovechó su discurso en Jaipur para insistir en que la
cooperación bilateral es vital para garantizar un siglo XXI próspero,
contrastándolo con un “futuro oscuro” dominado por la influencia china.
La narrativa populista, basada en la amenaza común, volvió a marcar la
pauta.
En el ámbito económico, el encuentro activó un nuevo Acuerdo Comercial
Bilateral que busca reducir los altos aranceles actuales —que podrían
alcanzar el 26 % a partir de junio—. El objetivo: movilizar más de
435.000 millones de dolares en intercambios antes de 2030. Solo en 2024,
el comercio bilateral ya superó los 166.000 millones de dolares.
Mientras EE.UU. posiciona a India como pieza clave para contrarrestar a
Pekín en la cadena global de suministros, Modi encuentra en Washington
un socio estratégico para reducir la dependencia de China. El equilibrio
del tablero mundial está en juego, y tras este encuentro, la pelota está
en el campo chino. Beijing, de momento, responde con su propia ofensiva
diplomática en el sudeste asiático.
Terror en el Himalaya:
Al menos 26 muertos tras ataque armado contra turistas en Cachemira

Lo que debía ser un día de descanso en medio de los
paisajes montañosos del Himalaya terminó en tragedia. Al menos 26
personas murieron y una docena resultaron heridas luego de un ataque
armado perpetrado por presuntos militantes en la región de Jammu y
Cachemira, al norte de la India. El hecho ocurrió en el valle de
Baisaran, una zona turística cercana a Pahalgam, a la que solo se accede
a pie o a caballo.
Los disparos sorprendieron a un grupo de turistas que recorría el valle.
Una sobreviviente relató que su esposo recibió un disparo en la cabeza,
mientras que otros siete visitantes fueron alcanzados por las balas.
“Fue todo tan rápido... Solo escuché los gritos y luego el caos”, contó
a medios locales.
Aunque aún no se ha confirmado si entre los fallecidos hay ciudadanos
extranjeros, las autoridades locales informaron que la mayoría de las
víctimas eran turistas indios. La policía, el Ejército y fuerzas
especiales desplegaron una operación de búsqueda para dar con los
responsables.
El ataque fue calificado por el ministro principal de Jammu y Cachemira,
Omar Abdullah, como uno de los peores dirigidos contra civiles en los
últimos años. La región, disputada entre India y Pakistán, ha sido
escenario de tensiones durante décadas, aunque los atentados contra
turistas son poco comunes.
El primer ministro Narendra Modi condenó enérgicamente el atentado y
prometió justicia para las víctimas. “Nuestra determinación de luchar
contra el terrorismo se fortalece con cada intento de sembrar miedo”,
declaró. También el presidente estadounidense Donald Trump y su
vicepresidente J. D. Vance, de visita en India, expresaron su
solidaridad.
Desde el oficialismo indio no tardaron en señalar a Pakistán como
responsable indirecto, acusándolo de no tolerar el crecimiento del
turismo en la región. La comunidad internacional, desde Israel hasta los
Emiratos Árabes Unidos, manifestó su repudio al ataque.
En medio del dolor, Cachemira vuelve a ser noticia por la violencia. Una
región que busca mostrarse al mundo por su belleza natural, pero que aún
enfrenta heridas abiertas por un conflicto sin resolver.
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