Bogotá, Colombia -Edición: 792

 Fecha: Viernes 02-05-2025

 

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COLUMNISTA

 

 

 

ÚLTIMO ADIÓS A DAVID BONELLS

Por: Jotamario Arbeláez

 

Antes del año 60 el profeta Gonzalo Arango me incorporó a la hueste nadaísta para hacer añicos por medio de la palabra este mundo que nos había sido legado. Si el mundo le había quedado mal hecho a Dios era porque Dios le había quedado mal hecho al hombre y había que tratar de replantear el cielo y la tierra a partir de la creación literaria. Nos engatusó a todos los jóvenes que iba seduciendo con el sambenito de que éramos geniales, locos y peligrosos. Las sedes principales eran Medellín y Cali. Pero hicimos giras capturando juventudes que no tenían nada qué perder, pero mucho menos qué ganar. Teníamos la mirada puesta en Cúcuta puesto que de allí eran dos titanes de la poesía colombiana que salvaba nuestra insolencia: Eduardo Cote Lamus y Jorge Gaitán Durán, director de la legendaria revista Mito, que venía rompiendo esquemas e incorporando monstruos mundiales de la creación literaria. Y por algo sería que su último número fue dedicado a nosotros. Y en esta ciudad encontramos al apuesto joven que iba a representarnos con su estilo de escribir y vivir, David Bonells Rovira, gran amigo de ese otro estupendo poeta, Miguel Méndez Camacho -otro dueto hoy de antaño-, quien a pesar de su cercanía y afecto no participó de la militancia. David suscribió manifiestos, escribió ensayos, dictó conferencias, publicó libros poéticos que merecieron distinciones y premios, como el Gaitán Durán con La noche de madera. Este libro lo había escrito a los 17 años, y continuó su tarea lírica con Poemas al padre, La carcoma y el tiempo, y Las cenizas del día. Sobre este último título el crítico peruano Edgar O’Hara comentó que: “sorprende el que haya militado en el nadaísmo y después integrara la Generación sin nombre… Los excesos del nadaísmo (empezando por la truculencia) no se notan en sus poemas guiados todos por la reflexión sobre el tiempo, la memoria, el olvido y la misma crueldad ejercida sobre todos los seres humanos. Puede tener algo de razón el crítico O’Hara, pero hay que tener en cuenta también el testimonio de David al respecto: “El Nadaísmo le dejó a Colomba un nuevo estilo de vida, la libertad de pensar y de decir las cosas como son, en

 

 

 

un ambiente de represión y de violencia. El Nadaísmo le dejó al país un puñado de buenos escritores y poetas, y la certeza de que era posible hacer la revolución sin derramar una gota de sangre”. Por eso siempre consideramos a David uno de los nuestros. Lo que no impidió que manejara con brillantez y decoro su destino profesional. Impulsado siempre por la energía solidaria y afectiva de su esposa Claudia García Herreros. Compartimos ratos amables frente a la mesa del restorán, evocando lo que hicimos que no resultó tan mal y evocando a los amigos que se nos fueron.

 

 

Han pasado 66 años desde la fundación del inventico, por el que nadie daba un centavo cuando surgiera. Muchas veces estuvimos por las calles cucuteñas atendiendo invitaciones de bibliotecas y universidades. Hace un año estuve de nuevo por un motivo emotivo, emocionante, regocijante. La participación en un nuevo homenaje, esta vez popular por cuanto el oficial lo había recibido en la Fiesta del Libro en 2017, con el premio a su vida y a su obra a nuestro amigo legendario, de quien recibo la recopilación de sus Poemas, más algunos documentos entre ellos un análisis del Nadaísmo a los 10 años de su existencia, donde explicaba por qué el nadaísmo es la única palabra del idioma que no tiene definición: “El nadaísmo es un misterio, y como todo misterio es inexplicable”. Habíamos acabado con los nuevos movimientos que se iban creando para atacarnos, con la divisa de que: “Contra el nadaísmo no hay necesidad de crear otros movimientos, porque el nadaísmo está en el aire, y nadaísmo y antinadaísmo son la misma cosa”. Y un famoso diccionario enciclopédico no se aguantó verse vetado y aclaró el enredo con este enunciado feliz: “Existen cien definiciones del nadaísmo, todas falsas”.

Me pasé toda la noche leyendo la obra completa de David y me llenó de placer descubrir un paralelo con la estética que aplico a la poesía urbana, o de entrecasa, como la llamaba Méndez Camacho. Pero miren el poema que he encontrado hoy y que no se lo había oído nunca.

 

 

 

LUTO ANTICIPADO PARA MI PROPIA MUERTE

 

Hoy me he puesto las gafas oscuras

como si los ojos presintiendo la tragedia

hubiesen mandado a anticipar mi luto.

 

He entrado a la ciudad con pasos lentos,

Como entran los profetas bohemios

después de haber vivido en el exilio.

Me asomo a las esquinas

para mirar avisos:

“David Bonells ha muerto”.

Me quito los anteojos

para mirar de nuevo,

y vuelvo a ver mi muerte

colgada de los muros,

mi nombre confundido entre avisos de cine

y afiches de toreros.

Aglomerados en letras más pequeñas,

mis mejores amigos, invitan al entierro…

Ahora están velando un cadáver que no es mío,

mis amantes están llorando

una muerte que no es mía.

Una muerte grande, para mis pocos años:

y a la vez muy estrecha para mi gran cuerpo.

Una muerte equivocada, absurda,

que han querido asignarme sin motivos.

Dentro de poco van a enterrar un muerto.

Van a mandar mi nombre hacia el olvido.

Van a cantar responsos por el amigo muerto

(que está vivo),

Cuando salga el cortejo de los muros del templo,

yo lo estaré esperando

en el umbral desteñido

del viejo cementerio.

Yo esperaré gritando que me he ido,

pero que ahora vuelvo.

Que esta muerte no es mía;

yo estoy vivo.

Que esta muerte es de otro,

yo no he muerto.

 

 

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