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La Capilla
Sixtina se convierte en un búnker digital para el próximo
cónclave

El Vaticano se prepara para un nuevo cónclave y,
esta vez, no deja nada al azar. Más allá del tradicional
encierro “cum clave” de los cardenales, la Santa Sede ha
desplegado un impresionante blindaje tecnológico y físico para
proteger la elección del próximo Papa. Con 650 cámaras de
videovigilancia, inhibidores de señal, agentes armados y
sofisticados sistemas de ciberseguridad, la Capilla Sixtina se
transforma en un verdadero búnker digital.
El objetivo es claro: garantizar el secreto absoluto del
proceso. Desde el día de hoy, miércoles 7 de mayo, a las tres de
la tarde hora italiana, todos los sistemas de telefonía móvil
dentro del Vaticano serán desactivados. “La señal se
restablecerá únicamente cuando se anuncie el nuevo pontífice”,
aseguró Matteo Bruni, portavoz de la Santa Sede.
Los cardenales no podrán usar teléfonos, tabletas ni ordenadores
durante el cónclave. Cualquier intento de comunicación con el
exterior será inútil gracias a los inhibidores de frecuencia que
bloquean señales dentro del perímetro. Además, antes de cada
votación serán registrados en busca de dispositivos ocultos.
Las ventanas de la Capilla Sixtina han sido cubiertas con
películas especiales anti-drones y anti-láser. Técnicos del
Vaticano han revisado minuciosamente cada rincón del templo para
asegurar su completo aislamiento, no solo físico, sino también
virtual.
Incluso el personal que atiende a los purpurados ha jurado no
grabar, escuchar ni divulgar ningún aspecto del proceso. “La
discreción es un deber sagrado en este contexto”, comentó una
fuente cercana al Vaticano.
La vigilancia no solo es visual. Un sistema de radio encriptado
y una red de comunicaciones cifradas garantizan que ni los
hackers más sofisticados puedan irrumpir en este momento clave
de la Iglesia. Entre 2022 y 2024, la Santa Sede sufrió varios
ciberataques, algunos coincidiendo con declaraciones del Papa
sobre la guerra en Ucrania. Se sospecha que algunos pudieron
provenir de Rusia.
Aunque el Vaticano ha recurrido a compañías de ciberseguridad
internacionales y posiblemente incluso a sistemas de
inteligencia artificial para detectar anomalías, la lección
parece clara: la tecnología es una aliada, pero también una
amenaza. Por eso, la estrategia más antigua sigue siendo la más
efectiva: cerrar puertas y ventanas... y guardar silencio.
¿Será suficiente este despliegue para preservar el misterio del
humo blanco? En tiempos de vigilancia global, el secreto del
Espíritu Santo también necesita protección.
Crimen
organizado detrás del asesinato de 13 mineros en Pataz, Perú

El hallazgo de 13 cuerpos dentro de un socavón en
la región minera de Pataz, al norte de Perú, estremeció al país.
Los trabajadores, empleados como guardias de seguridad por la
minera Poderosa, aparecieron maniatados, desnudos,
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torturados y ejecutados. Su
desaparición había sido denunciada días antes por sus familias, ante la
aparente indiferencia de las autoridades.
Durante más de una semana, la versión oficial minimizó
los hechos. La Policía y altos funcionarios, incluido el presidente del
Consejo de Ministros, Gustavo Adrianzén, pusieron en duda la veracidad
de las denuncias. Pero el 2 de mayo, la propia empresa minera confirmó
el secuestro de sus trabajadores. Dos días después, los cadáveres fueron
recuperados.
El crimen ha sido atribuido a bandas ligadas a la minería ilegal, que
desde hace años siembran el terror en esta zona rica en oro. Según
Poderosa, 39 de sus trabajadores han sido asesinados desde 1980. Y, en
su más reciente comunicado, la compañía cuestionó duramente la falta de
acciones del Estado, pese a la presencia de más de 800 efectivos en un
operativo anterior que ignoró los socavones ilegales cercanos.
La respuesta del Gobierno llegó tarde, pero llegó. La presidenta Dina
Boluarte decretó el 5 de mayo un toque de queda en Pataz y ordenó el
despliegue del Ejército y la Policía para controlar la zona. Además,
suspendió la actividad minera en el distrito por 30 días y señaló a una
banda liderada por alias "Cuchillo", presuntamente liberado por la
Fiscalía en 2023, como responsable del crimen. “No vamos a permitir
actos de esta brutalidad”, sentenció Boluarte.
El trasfondo del conflicto es complejo. Perú es una potencia minera
global, pero también es el único país que permite operar a mineros
informales mientras tramitan su legalización, gracias al programa Reinfo.
El problema es que solo una minoría cumple con los requisitos para
formalizarse, y muchos se aprovechan de los beneficios estatales sin
intención de regularizar su actividad.
Los costos elevados y las exigencias ambientales hacen que la minería
ilegal, que generó unos 3.000 millones de dólares en 2024, siga siendo
un negocio lucrativo. En zonas como Pataz, esta riqueza ha sido
colonizada por el crimen organizado, que busca desplazar a empresas y
mineros formales mediante la violencia.
Mientras las familias de las víctimas lloran, el país vuelve a
preguntarse cuánto más costará la pasividad del Estado. El oro brilla,
pero también mancha de sangre. Y en Perú, entre la codicia y el
abandono, la vida humana parece haberse vuelto un recurso más.
EE.UU. podría anunciar
nuevos acuerdos comerciales esta semana

La posibilidad de que Estados Unidos anuncie nuevos
acuerdos comerciales en los próximos días ha tomado fuerza tras las
declaraciones del secretario del Tesoro, Scott Bessent, quien aseguró el
martes ante el Congreso que podrían concretarse "esta misma semana".
Durante su intervención ante la Subcomisión de Asignaciones de la Cámara
de Representantes, Bessent señaló que la administración del presidente
Donald Trump está avanzando en negociaciones con varios de sus
principales socios comerciales, aunque evitó mencionar específicamente
con cuáles países se estarían cerrando los pactos.
La afirmación se suma a lo dicho por el propio presidente Trump el
domingo, cuando aseguró que los acuerdos "podrían muy bien" concretarse
en el corto plazo. El lunes, Bessent también había adelantado a CNBC que
Estados Unidos estaba "muy cerca" de cerrar estos tratos. En las últimas
semanas, desde la Casa Blanca se ha sugerido la posibilidad de acuerdos
con países como India, aunque aún no se han oficializado.
En contraste, China parece estar completamente fuera del panorama.
Durante la misma audiencia en el Congreso, Bessent afirmó que no existen
conversaciones
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comerciales activas entre Washington y
Pekín. “Aún no hemos negociado con China”, dijo tajantemente, en
oposición a declaraciones previas de Trump que apuntaban a un posible
diálogo.
Bessent también expresó su esperanza
de que futuras negociaciones permitan reducir aranceles y barreras no
arancelarias, así como prácticas como la manipulación cambiaria y los
subsidios estatales.
Aunque actualmente el enfoque está en acuerdos bilaterales, Bessent no
descartó la posibilidad de pactos multilaterales si se logra consenso en
torno a una estructura arancelaria compartida. Por ahora, el mundo
espera señales claras de hacia dónde se moverá la política comercial de
EE.UU. esta semana.
Tensión máxima: India
lanza ataque militar contra Pakistán tras masacre en Cachemira

India lanzó una operación militar contra Pakistán en las
primeras horas del miércoles (horas de la tarde del martes en Colombia),
apuntando a lo que describió como “infraestructura terrorista” en
territorio paquistaní y en Cachemira administrada por Islamabad. La
ofensiva representa una peligrosa escalada entre las dos potencias
nucleares del sur de Asia, cuyos vínculos atraviesan su momento más
tenso en años.
El Ministerio de Defensa indio explicó que la acción fue una respuesta
al brutal atentado en Pahalgam, ocurrido el mes pasado, donde murieron
25 ciudadanos indios y un turista nepalí. "Nuestras acciones han sido
enfocadas, mesuradas y no escalatorias", aseguró el comunicado, al
señalar que se evitaron blancos militares y se actuó con “considerable
moderación”.
Sin embargo, del otro lado de la frontera, el impacto ha sido
devastador. Las Fuerzas Armadas de Pakistán confirmaron que India lanzó
misiles contra al menos cinco localidades, entre ellas Muzaffarabad,
Kotli y Bagh, ubicadas en la conflictiva región de Cachemira bajo
control paquistaní. También fueron atacadas Ahmadpur East y Muridke, en
la provincia de Punjab. Tres personas murieron, incluyendo un niño, y al
menos 12 resultaron heridas.
El portavoz militar paquistaní, Ahmed Sharif Chaudhry, condenó la
agresión y prometió represalias. “Pakistán responderá en el momento y
lugar que elija. Esta atroz provocación no quedará sin respuesta”,
declaró.
Cachemira, reclamado por ambos países, ha sido el detonante de tres
guerras desde la independencia de India y Pakistán en 1947. La región,
dividida por la Línea de Control (LOC), es considerada uno de los puntos
de mayor riesgo geopolítico en el mundo. Y el ataque en Pahalgam, el más
sangriento en años contra civiles indios, reavivó la llama.
India responsabilizó a grupos terroristas apoyados por Islamabad, una
acusación que Pakistán rechaza y ha respondido ofreciendo una
investigación internacional. Aun así, la presión interna sobre el
gobierno del primer ministro Narendra Modi se tradujo en una reacción
contundente.
En cuestión de días, ambas naciones suspendieron acuerdos diplomáticos,
comerciales y hasta un tratado sobre aguas compartidas. Los espacios
aéreos fueron cerrados mutuamente y los intercambios de fuego en la
frontera se intensificaron. Ahora, con ataques directos y víctimas
civiles, la posibilidad de una escalada mayor se cierne sobre la región.
Por ahora, el mundo observa con preocupación mientras esta nueva crisis
entre India y Pakistán continúa en desarrollo.
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