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Corte Constitucional
ordena a EPS garantizar medicamentos pese a desabastecimiento

En una decisión que pone en el centro los derechos de los
pacientes, la Corte Constitucional reiteró que las EPS están obligadas a
garantizar el suministro de medicamentos, incluso en contextos de
desabastecimiento. La sentencia surge tras el análisis de 30 acciones de
tutela en las que ciudadanos denunciaron la falta de entrega oportuna de
fármacos prescritos por sus médicos tratantes.
El alto tribunal, a través de su Sala Segunda de Revisión —integrada por
los magistrados Juan Carlos Cortés González, Diana Fajardo Rivera y
Vladimir Fernández Andrade— fue enfático: la falta de un medicamento no
puede traducirse en la interrupción de un tratamiento médico. Por el
contrario, las EPS deben gestionar la reformulación con base en la
valoración clínica del paciente y asegurar el acceso a una alternativa
terapéutica.
En los casos revisados, la Corte identificó tres situaciones
recurrentes. En algunos, los medicamentos ordenados nunca fueron
entregados; en otros, existían vacíos en la actualización de la
información por parte de las entidades y los pacientes; y en un tercer
grupo, se trataba de tratamientos continuos cuya entrega de nuevas dosis
no fue programada adecuadamente.
En respuesta, la Corte ordenó a las EPS involucradas garantizar la
entrega de los medicamentos en la dosis, forma y periodicidad
prescritas, incluso si la fórmula médica ya perdió vigencia debido a
demoras en la entrega inicial. Así mismo, en tratamientos de largo
aliento, los fármacos deben ser suministrados con al menos 72 horas de
anticipación a la fecha de vencimiento de la fórmula anterior.
Uno de los puntos más sensibles del fallo se refiere a los medicamentos
desabastecidos. La Corte instruyó a las EPS a gestionar valoraciones
médicas inmediatas para recetar bioequivalentes o alternativas seguras,
de manera que el tratamiento no se interrumpa bajo ninguna
circunstancia.
La decisión también ordena a entidades como la Procuraduría General, la
Defensoría del Pueblo y la Superintendencia Nacional de Salud establecer
canales eficaces de seguimiento para asegurar que estas directrices se
cumplan y que los pacientes no queden desprotegidos.
Esta sentencia representa un espaldarazo para cientos de colombianos que
enfrentan barreras burocráticas para acceder a sus tratamientos. En un
sistema de salud en crisis, la Corte recuerda que el derecho a la salud
no admite excusas.
Pánico en la vía El
Zulia–Santiago por maniobras del Ejército en medio de creciente
violencia en Norte de Santander

Lo que parecía una noche tranquila en la vía que conecta
a El Zulia con Santiago, en Norte de Santander, se convirtió en una
escena de pánico para decenas de conductores y pasajeros que quedaron
atrapados en medio de ráfagas de fusil y detonaciones. Eran
aproximadamente las 9:00 p. m. del viernes 16 de mayo cuando los
disparos resonaron con fuerza, provocando temor y confusión entre
quienes transitaban por el corredor vial, a solo media hora de Cúcuta.
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Los videos compartidos en redes sociales evidenciaron
cómo motociclistas y conductores de carros particulares se detuvieron de
golpe, buscando refugio ante lo que muchos creyeron era un
enfrentamiento entre el Ejército y grupos armados ilegales. Sin embargo,
el mismo Ejército Nacional aclaró más tarde que no se trataba de un
combate, sino de “maniobras disuasivas” ejecutadas por los pelotones
blindados del Grupo Maza.
Según voceros militares, estas acciones forman parte de una estrategia
operativa diseñada para evitar que estructuras armadas ilegales, como el
ELN o las disidencias del frente 33 de las FARC, se tomen el control del
territorio. “Estas maniobras buscan replegar a los grupos que pretenden
sembrar miedo en esta vía estratégica hacia el Catatumbo”, explicó un
oficial de la institución.
Aun así, la zozobra fue real. En los videos se escuchan explosiones y se
observan vehículos estacionados a un lado de la carretera mientras los
ocupantes intentan protegerse. Los testimonios recogidos por medios
locales dan cuenta de la angustia vivida por los civiles, que por varios
minutos creyeron estar en medio de un combate.
El temor no es infundado. Norte de Santander, especialmente la región
del Catatumbo, vive una de las peores crisis humanitarias del país.
Desde enero, más de 60.000 personas han sido desplazadas y otras 10.000
permanecen confinadas por la violencia. Apenas la noche anterior a los
hechos en El Zulia, un ataque con dron explosivo en zona rural de Tibú
cobró la vida de un niño de 12 años y dejó gravemente herida a su madre.
Las autoridades aún no han logrado confirmar los detalles del ataque
debido a las dificultades para acceder a la zona, lo que ha generado
preocupación entre líderes comunitarios. El episodio de anoche, aunque
atribuido a una acción preventiva del Ejército, vuelve a poner sobre la
mesa el temor constante que viven los habitantes del departamento,
atrapados entre el fuego cruzado y la incertidumbre.
Colombia busca
fortalecer su alianza con la OTAN en medio de creciente tensión en
seguridad nacional

En un contexto de creciente presión interna por la
expansión de grupos armados ilegales y el recrudecimiento del crimen
transnacional, una comitiva de alto nivel de las Fuerzas Militares de
Colombia viajó esta semana a Bélgica para afianzar su relación con la
Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). El objetivo central
del viaje fue la renovación del Programa de Asociación Personalizado (ITPP),
una herramienta clave en la cooperación entre Colombia y la Alianza
Atlántica.
La delegación estuvo encabezada por el almirante Francisco Cubides,
comandante general de las Fuerzas Militares, e integrada por
representantes del Ejército, la Armada y la Fuerza Aeroespacial. Durante
las reuniones en Bruselas y Mons, las autoridades colombianas destacaron
la necesidad de extender el ITPP por tres años más, subrayando que esta
alianza no solo aporta respaldo estratégico, sino también acceso a
estándares de interoperabilidad, educación militar, tecnología y
ciberseguridad.
Colombia es el único país de América Latina con estatus de socio global
de la OTAN. Desde 2013, cuando firmó su primer acuerdo de cooperación en
seguridad de la información, ha venido consolidando su rol dentro del
organismo, especialmente en áreas como la lucha contra el terrorismo, el
crimen organizado y el narcotráfico. El programa ITPP, firmado en 2021,
también incluye compromisos en derechos humanos, cambio climático,
inclusión de género y respuesta a amenazas compartidas.
El almirante Cubides aprovechó su intervención ante el
Comité Militar de la OTAN, presidido por el almirante italiano Giuseppe
Cavo Dragone, para destacar los avances de Colombia en materia de lucha
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contra el narcotráfico y la consolidación de capacidades
militares bajo estándares internacionales. Asimismo, mencionó los
progresos en el proceso de certificación del Centro Internacional de
Desminado del Ejército como centro de formación acreditado por la OTAN,
modelo que se espera replicar en otras ramas de las Fuerzas.
La visita también incluyó una reunión con el embajador
colombiano en Bélgica, Daniel Prado Albarracín, a quien se le presentó
un balance detallado de las operaciones militares recientes en el país,
marcadas por una escalada violenta en regiones como el Catatumbo, el sur
de Bolívar y el Pacífico nariñense.
En un momento en el que Colombia enfrenta desafíos
crecientes en su seguridad interna, la renovación de esta alianza cobra
especial importancia. Más allá del simbolismo diplomático, el
fortalecimiento de los lazos con la OTAN se traduce en capacidades
concretas para enfrentar amenazas globales y regionales, en un esfuerzo
por garantizar una mayor estabilidad en el país.
JEP imputa a cuatro
excomandantes de las FARC por crímenes de guerra y lesa humanidad

Una nueva decisión de la Jurisdicción Especial para la
Paz (JEP) volvió a poner en el centro del debate judicial las heridas
abiertas por el conflicto armado en Colombia. El pasado 16 de mayo, el
tribunal de justicia transicional imputó a cuatro exintegrantes del
Bloque Magdalena Medio de las extintas FARC por crímenes de guerra, lesa
humanidad y secuestros cometidos entre los años más crudos del
enfrentamiento armado.
Los excomandantes señalados son Erasmo Traslaviña Benavides, alias Jimmy
Guerrero; Pedro Trujillo Hernández, alias Alberto Cancharina; Jairo
Reinaldo Cala Suárez, conocido como Jairo Quintero o Jairo Mechas; y
Fabio Gil Forero, alias Norbey Narváez. Según informó la JEP, los
delitos incluyen toma de rehenes, homicidios, tortura, violencia sexual,
desaparición forzada, desplazamiento y atentados contra la dignidad
humana.
La magnitud de los crímenes y el sufrimiento causado a miles de víctimas
excluyen a los imputados de cualquier posibilidad de amnistía. La JEP
subrayó, además, que muchos de los delitos tuvieron un impacto agravado
por razones de género y por las secuelas psicológicas que persisten
hasta hoy en los sobrevivientes.
El Bloque Magdalena Medio operó durante años en regiones como Santander,
Norte de Santander, Antioquia, Bolívar, Boyacá y Cesar. Allí, el grupo
armado impuso su ley mediante secuestros, extorsiones y control
territorial. El tribunal documentó “decenas de secuestros individuales y
colectivos”, ejecutados incluso contra personas sin capacidad económica
para pagar un rescate.
Uno de los casos más recordados es el de la hija del dueño de la empresa
lechera Algarra, secuestrada en Bogotá el 20 de septiembre del 2000
mediante un “paseo millonario”, modalidad delictiva en la que se obliga
a las víctimas a retirar dinero de sus cuentas bajo amenaza.
Hasta la fecha, el Caso 01 de la JEP ha acreditado 4.213 víctimas de
secuestro por parte de las FARC, de las cuales al menos 189
responsabilizan directamente al Bloque Magdalena Medio.
Los excomandantes tienen 30 días hábiles para aceptar o rechazar los
cargos. Si los aceptan, deberán comparecer en audiencia pública para
reconocer su responsabilidad ante las víctimas y la sociedad. De lo
contrario, el caso pasará a la Unidad de Investigación y Acusación para
continuar con el proceso judicial.
Este nuevo paso de la JEP refuerza su compromiso con la verdad, la
justicia y la reparación en medio de un país que aún busca cerrar las
heridas de su conflicto armado.
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