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NADAÍSMO
PAZ Y POESIA III

Por: Efer Arocha
Lo anterior es un
bosquejo a la ligera del conflicto colombiano que nos lleva como
todos los que toquen el tema de una u
otra manera, a formularse la misma pregunta. Por qué en los
tiempos actuales y en América existe
por años una guerra civil que no ha encontrado solución. La
primera respuesta es que en la crítica de
las armas, la acción militar está agotada porque no hay
victoria para para ninguno de los dos bandos,
siempre terminan en tablas como dicen los ajedrecistas.
Al encontrarse cerrada la vía militar, no hay solución distinta
al acuerdo político que dé como resultado la paz.

La primera respuesta no es satisfactoria para los habitantes
extranjeros. El primer problema real que originó el actual
conflicto, es de tipo político. En Colombia los sectores
populares siempre han estado marginados del poder, y mucho menos
sus intereses se han tenido en cuenta. Todos los gobiernos de la
república han sido hasta hoy de derecha. Lo único que cambia en
ocasiones, es el grado del accionar político, que oscila entre
una derecha moderada y su extrema. De otra parte, la acción
violenta ha creado en una franja del sector popular y sectores
medios de la población, la conciencia de la resistencia activa,
sedimento que ha permitido el enfrentamiento indefinido, lo
demás son factores en grado distinto.
Para un europeo es un absurdo, o para cualquier persona, el
ejercicio hegemónico de una sola tendencia política en la
administración de una nación en forma perpetua. La existencia de
una verdadera
democracia, es el de permitir el libre ejercicio político de la
oposición y garantizar el acceso a la administración en caso de
resultar vencedora en el juego
comicial. Esto no es cosa distinta al ejercicio de la
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democracia clásica burguesa. Pero en Colombia, una tendencia
política de verdadera oposición es barrida a punta de bala, basta con señalar un
caso reciente, la Unión Patriótica fue eliminada del panorama político al
asesinarle 5.000 de sus militantes, lo mismo sucede con los dirigentes
opositores, los matan. Ante semejante realidad lo único que cabe preguntarse, es
cómo ha logrado sobrevivir Colombia para no desintegrarse como país.
Superar la
violencia endémica mediante el acuerdo de la Paz, es una acción que beneficia a
todos los colombianos sin excepción. En el caso de los ganaderos, en la realidad
del mundo actual, lo que necesita el
país y en beneficio de sus propios intereses, es que se actualicen
modernizándose al máximo para producir con altos niveles de ganancia en el campo
de la exportación, ampliando fuentes de empleo con salarios dignos que le
permitan al trabajador subir su nivel de vida. Los salarios de miseria son la
ruina a largo plazo. Lo anterior es válido para todo el que es o se sienta
capitalista. No hay que tener un concepto pobre de la riqueza, sino ricos de
verdad. Que la Paz les permita andar libremente sin guarda espalda, llevar la
familia al parque y gozar de su dinero. La riqueza no es el problema en
Colombia, el problema es la pobreza. Colombia en Paz, debe iniciar una cruzada
nacional para extirpar de raíz los focos de miseria, desterrar el hambre de las
calles y de los campos; y en ese orden acercar a los de abajo hacia los de la
mitad; y los de la mitad hacia los de arriba. La Paz es una bondad para todos,
no para unos sí y para otros no. Pensando en esto debemos hacernos una asepsia
de predisposición de tolerancia y sin odios, por esto pienso en el expresidente
Alvaro Uribe, en su vida personal y familiar, custodiado por decenas de hombres
armados, soportando la presión de un posible atentado, en todo aquello de una
personalidad pública. Concibo al senador Uribe en un ambiente de Paz al servicio
del estado como representante de nuestra diplomacia durante un lapso disfrutando
de la vida del común, verdadero deleite para quienes son famosos.
El socialismo de verdad, el del hombre nuevo, es una utopía irrenunciable que no
ha sido posible en parte alguna, apenas un intento fallido, pero que pasará
mucho tiempo para que sea posible, por razón simple, los medios materiales no
han llevado al cosmos, pero la conciencia humana se encuentra en la edad de
piedra; una muestra simple, hoy continuamos matándonos entre colombianos, por
problemas que se arreglan en un par de conversaciones.
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Retomando el nadaísmo, al acto
asistieron viejos amigos de Jotamario, el pintor Mario Ossaba, el pintor Miguel
Ángel Reyes, el escritor Eduardo García, la poeta Ángela García participante en
el acto, el poeta Jorge Gálvez, el poeta Jorge Torres, las periodistas Angélica
Pérez y Nora Parra y una larga lista. Otros asistentes entre los que se cuentan
el poeta peruano Elquin Burgos, El escritor peruano Mario Wong, las sociólogas
Liliana Galindo y Rosalba Betancourt, los lingüistas Yves Monino y Carolina
Ortiz y personalidades francesas, colombianas y latinoamericanas. Siguiendo la
tradición vericueténse a la sombra y calor del zumo de los viñedos, se abrió la
sociabilidad donde el palique transitó por la añoranza, anécdota, carcajadas,
abrazos, citas y todo lo que brota en un encuentro en el que el arte y la
cultura son los anfitriones.

Con los amigos de La Vaca Azul, acordamos una segunda presencia de Jota al día
siguiente en vista del entusiasmo del público que no cabía y no podía hacer
presencia en el acto de Vericuetos y Ciudadan@s por la Paz. Pero también porque
el visitante tenía por La Vache Bleue perennes reminiscencias de su primera
lectura parisina hecha en dicho lugar. El espacio de la Vaca también resultó
insuficiente con la presencia de otras caras donde reinó la rica lectura y
curiosidades de la asistencia satisfechas por el expositor ampliamente. El humor
proverbial de Jota en las dos lecturas saturaba los espacios por las risas y los
interminables aplausos. Por motivos de espacio no puedo hacer otras alusiones de
gran interés. La presentación del poeta en la Vache estuvo a cargo de Julián
Rodríguez, Jorge Gálvez y Jorge Torres. En el acto del día anterior, por
Ciudadan@s por la Paz Hernando Franco y por Vericuetos, Efer Arocha.
El llamado del arte por la Paz de Colombia a través de la poesía y por su
nutrida asistencia proveniente de distintos horizontes sociales, políticos,
ideológicos y filosóficos, son motivo de una inmensa alegría, pero sobre todo de
un optimismo cargado de realidad y presagio, que nos permiten avizorar la
Colombia anhelada que nos hace ya coquitos en el horizonte.
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