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EDITORIAL
La
narrativa del enemigo interno
La polarización
política en Colombia no es un fenómeno reciente, sino una
constante histórica que ha fragmentado a la sociedad. La
construcción del Estado, que debería ser un ejercicio de
cohesión y representación colectiva, se ha visto empañada por
conflictos internos, odios y venganzas. En lugar de consolidar
un proyecto común, el país ha oscilado entre acuerdos de paz
incumplidos y luchas de poder que perpetúan el resentimiento
entre diversos sectores.
La dinámica de conflicto entre las instituciones estatales, las
insurgencias y otros actores armados ha generado acuerdos de paz
que, lejos de cerrar ciclos de violencia, a menudo dejan a
grupos descontentos. Los gobiernos, históricamente, han sido
incapaces de honrar plenamente los pactos alcanzados,
perpetuando la desconfianza en las instituciones. Este
incumplimiento no solo socava la legitimidad del Estado, sino
que también alimenta narrativas que refuerzan la polarización,
debilitando cualquier intento de reconciliación nacional.
En el panorama actual, el gobierno del presidente Gustavo Petro
enfrenta una oposición que parece más motivada por
resentimientos personales y luchas de poder que por un interés
genuino en debatir políticas públicas. Los ataques hacia Petro
no siempre giran en torno a sus decisiones como gobernante, sino
que se centran en su pasado como insurgente y en su discurso
contra la corrupción. En este contexto, los llamados a la unidad
nacional se enfrentan a una muralla de odio y desinformación que
imposibilita el diálogo constructivo.
Sin embargo, el verdadero desafío no radica únicamente en
superar esta oposición visceral, sino en construir consensos
sólidos en torno a lo fundamental: el aseguramiento de derechos
fundamentales, la protección ambiental, la soberanía alimentaria
y la búsqueda de soluciones integrales para problemas como el
narcotráfico y el conflicto armado. Estos pilares no solo
fortalecerían el tejido social, sino que también establecerían
las bases para una paz duradera y una gobernabilidad más
inclusiva.
Colombia necesita abandonar la narrativa del enemigo interno y
enfocarse en un proyecto de nación donde las diferencias sean
canalizadas hacia la construcción conjunta, no hacia la
confrontación. Dependerá de la voluntad política y ciudadana
desarticular la polarización que tanto daño ha causado y
encaminar al país hacia un futuro más justo y cohesionado. Solo
así podrá la nación emerger de su largo ciclo de conflictos y
cumplir su verdadero potencial como sociedad democrática.
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El engaño y la
mentira son más destructivos que una epidemia viral

Por: Zahur
Klemath Zapata
zapatazahurk@gmail.com
Grandes instituciones se han edificado a través del engaño y la
mentira. Porque una mentira bien contada permanece anidada como
una verdad hasta que el inocente la descubre. Esto ha sido
tradición desde el comienzo de las civilizaciones como
herramientas para perpetuarse en el poder.
La mediocridad es una condición muy abundante en nuestros días.
Porque se han superado etapas en el entendimiento humano donde
el inocente es movido por las cosas básicas para subsistir sin
causar daño en su entorno. Y ser mediocre es una condición que
se da en la naturaleza de quienes creen que a través de esta
actitud van a estar en superior condición que el resto de la
humanidad.
El engaño nace por la insuficiencia de capacidades para poder
movilizarse en un mundo competitivo y este individuo busca esta
paradoja para impresionar y hacer presencia donde él no tiene el
poder para enfrentar la realidad. Ese engaño establece una
mentira que crea otros engaños y mentiras que van creciendo
hasta que no se puede sostener.
Las sociedades no son homogéneas a pesar que tienen una
idiosincrasia que los hace mover como una familia. Dentro de
ellas hay multitud de opiniones e ideas que se entrelazan,
aunque no sean las mismas, y esto hace que el grupo social se
mantenga unido a pesar que no todos piensan igual.
El engaño y la mentira viven dentro de la sociedad porque ellas
son las tenazas que mantienen al grupo social alerta y unido
para no ser engañado a pesar que siempre este presente esta arma
de doble filo. Esto es como un virus, que aparece en el momento
menos pensado y sacude a toda la sociedad causando todo tipo de
estragos.
Hoy en día se está viviendo esta oleada de engaños y mentiras
que vienen de diferentes frentes en Colombia, y no solo en este
país sino en USA.
Los acuerdos con el ELN, la arremetida de Benedetti, y todo ese
trasfondo político que se está viviendo, crean un malestar que
no deja espacio para manejar la cosa pública como verdaderamente
se debería manejar. Profesionalmente.
No es fácil manejar un país tan complejo como lo es Colombia,
donde los dos extremos no tienen nada que ver el uno como el
otro. Donde todo está por hacer a pesar de sus más de doscientos
años de vida republicana. Donde lo que produce dinero no le
ponen atención y se vende la materia prima para que otros la
transformen y la regresen a precios altos.
Este es un país que necesita que
sus gentes revisen la agenda o la bitácora de ruta para
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saber hacia donde realmente van
sin engañarse y mentirse. Van más de 70 años
de confrontación entre los mismos. Es un país con billones de
dólares escondidos en caletas que solo benefician a los Estados
Unidos y los colombianos siguen esperando las remesas del norte
o Europa.
Mientras siga centralizado los poderes administrativos se
seguirán mintiendo y engañando los unos y los otros.
BANDERAS BLANCAS
CONTRA PUGNACIDAD

Por: Gustavo Álvarez Gardeazábal
Crónica 1133
Audio:
https://youtu.be/Q8KTKOOds8M
Generosa acogida ha tenido la
propuesta que hice ayer de izar banderas blancas mañana y el
jueves, como respuesta pacífica al paro programado por las
centrales obreras y que el presidente Petro, inverosímilmente,
ha resuelto apoyar.
La respuesta que más aprecio, porque me llena de esperanza de
que podemos evitar el enfrentamiento, provino del profesor
Hildebrando Vélez, el papá de la ministra Irene, conocido como
el ideólogo del gobierno de izquierda y miembro de la junta de
Ecopetrol quien me wasapeó: “Queremos paz no las guerras. Paz es
tierra fértil, semillas nativas, agua, educación, salarios
dignos, ética y respeto de las ideas, instituciones idóneas y
libres de corrupción.”
Eso es exactamente lo que todos queremos pero rebajándole al
tono de pugnacidad conque este gobierno ha presentado todos sus
proyectos de reforma. Si hubiese existido diálogo y no deseo de
armar camorra, habría salido una reforma al régimen de las
explotadoras EPS dialogada y ajustada a la realidad, desprovista
del aire de venganza que brotaba de la propuesta de la Corcho.
Así mismo podría haberse hecho con la pensional y con la
laboral. Pero se prefirió generar pugna. Y para mañana se
convoca y se apoya otra camorra innecesaria porque la tal
consulta no tiene obligación de ley sino satisfacción electorera
anticipada.
Izar las banderas blancas mañana en puertas y ventanas, balcones
y vehículos, es la manera pacífica de establecer un punto de
vista diferente del se quiere imponer con la algazara de las
caducas centrales obreras.
Este país puede encontrar su senda si como dice Hildebrando,
haya respeto por las ideas y existan las instituciones idóneas
capaces de juzgar el orden constitucional de las leyes y,
agregaría yo, sin miedo para purgar los robagallinas que han
terminado siendo los alfiles del prometido gobierno del cambio.
El Porce, mayo 28 del 2025
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