Bogotá, Colombia -Edición: 804 Fecha: Viernes 30-05-2025 |
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CIENCIA |
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Un “tiburón cósmico” al acecho: Hallan un agujero negro errante tras devorar una estrella
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entre observatorios terrestres, telescopios espaciales y proyectos de mapeo tridimensional fue clave. Primero, varios telescopios en la Tierra captaron la nova que provocó el TDE. Luego, se compararon las lecturas ópticas con mapas del cielo profundo para descartar que el evento tuviera relación con el agujero negro central de la galaxia. Posteriormente, el observatorio espacial Chandra, especializado en la detección de rayos X, identificó el origen preciso de la radiación liberada. Finalmente, el telescopio Hubble, con su inigualable resolución óptica, despejó las últimas dudas y confirmó la presencia del agujero negro errante.
Este tipo de colaboración científica internacional, apoyada en distintas tecnologías y especializaciones, es cada vez más frecuente en la astronomía moderna. El cielo es un lienzo colosal y oscuro en el que muchos de sus secretos solo se revelan cuando se combinan distintas miradas, desde diferentes ángulos y longitudes de onda. El descubrimiento de AT2024tvd no solo pone de manifiesto la eficacia de esa cooperación, sino que invita a repensar lo que sabemos sobre la población de agujeros negros solitarios en el universo.
Más allá de lo técnico, la imagen que deja este hallazgo es profundamente evocadora. Un agujero negro solitario, desplazándose como un depredador cósmico por los límites de una galaxia, esperando pacientemente a que una estrella se cruce en su camino, es un recordatorio del carácter salvaje y misterioso del universo. No todo está bajo control, ni siquiera bajo observación. A veces, basta un fugaz destello en la oscuridad para recordarnos que allá afuera, en la inmensidad del espacio, todavía quedan muchas criaturas ocultas por descubrir.
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Este hallazgo representa una rareza astronómica. No se trata de un agujero negro supermasivo ubicado en el centro de su galaxia —una estructura relativamente común en el universo—, sino de un objeto independiente, errante, libre de ataduras gravitacionales con el núcleo galáctico. Fue identificado gracias a un fenómeno conocido como evento de disrupción de marea (TDE, por sus siglas en inglés), cuando una estrella incauta fue capturada por la intensa gravedad del agujero negro y despedazada por completo. La violenta interacción generó un repentino destello, una nova, que alertó a los instrumentos ópticos del Hubble y de otros telescopios.
Ese destello fue lo único que delató al agujero negro errante, bautizado como AT2024tvd. Según los datos recogidos, el TDE se produjo a unos 2.600 años luz del centro de la galaxia, lo que permitió confirmar que este agujero negro no pertenece al centro galáctico y que se encuentra, literalmente, vagando por el espacio interestelar. Es un hallazgo excepcional: la gran mayoría de los agujeros negros son detectados únicamente cuando están consumiendo materia activamente o al producir efectos gravitacionales evidentes sobre cuerpos cercanos. En su estado habitual, los agujeros negros son invisibles. Captar uno en plena acción, devorando una estrella, es una oportunidad que se presenta quizás una vez cada decenas de miles de años.
El astrónomo Yuhan Yao, autor principal del estudio que se publicará en The
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Astrophysical Journal Letters, subraya la importancia del
hallazgo: “AT2024tvd es el primer evento de disrupción de marea descentrado
capturado mediante estudios ópticos del cielo, y abre la posibilidad de
descubrir esta esquiva población de agujeros negros errantes con futuros
estudios del cielo”. Para Yao, esta clase de eventos podría cambiar el paradigma
en la búsqueda de agujeros negros solitarios, un tema que hasta ahora ha
recibido poca atención por parte de la comunidad científica.
Los investigadores plantean dos hipótesis principales sobre cómo
pudo llegar este agujero negro a su posición actual. La primera apunta a una
interacción dinámica entre tres agujeros negros, en la cual uno de ellos —el de
menor masa— fue expulsado al perder el “juego gravitacional” con los otros dos.
Este fenómeno, aunque extremadamente raro, puede ocurrir cuando galaxias
colisionan y sus respectivos núcleos, cada uno con su agujero negro, interactúan
entre sí. La segunda hipótesis considera que este agujero negro podría ser el
vestigio de una antigua galaxia que fue absorbida por otra más grande, dejando
atrás restos estelares y, por supuesto, su agujero negro central ahora condenado
a vagar en solitario.
Pero lo más notable del descubrimiento no es solo el objeto en sí, sino la metodología que permitió detectarlo. La colaboración
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