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Los constantes focos de tensión entre Estados Unidos y China

Ambos aseguran que no quieren una “guerra fría”, pero sus altisonantes
advertencias y proceder parecen indicar lo contrario.
Estados Unidos y China, las dos principales potencias económicas del mundo y,
por ende, en imparable competencia al igual que por la influencia global, han
tenido constante ‘guerra’ comercial y rivalidad geoestratégica, ahora en máxima
tensión por la visita de la comisión congresional norteamericana, liderada por
Nancy Pelosi, a Taiwán, lo que según China “ha impactado severamente la base de
las relaciones sino-estadounidenses”. (Ver página siguiente)
Si bien este es más reciente hecho de alta tensión no es el único foco de
enfrentamiento entre estos gigantes territoriales y potencias
político-económicas. La política del presidente Biden de recuperar peso
internacional frente al sostenido ascenso de China y Rusia están en el centro de
esta conflictividad, pese a que en diálogo telefónico la semana pasada con su
homólogo Xi Jinping acordaron planear una cumbre presencial. Aquí algunos de
ellos.
Taiwán:

Es la fuente de tensiones recurrentes entre Washington y Pekín desde hace
décadas y hoy exacerbadas por la visita de Pelosi a Taipei. El 1 de octubre de
1949, el líder comunista Mao Zedong proclamó en Pekín la fundación de la
República Popular de China, tras derrotar a los nacionalistas en la guerra
civil.
Las tropas nacionalistas del Kuomintang, encabezadas par Chiang
Kai-shek (1887-1975), se replegaron a Taiwán y el 7 de diciembre formaron un
gobierno, que
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consideraron como la continuación de la República de China fundada tras la caída
del Imperio en 1911. Los nacionalistas prohíben cualquier relación con china
continental.
Taiwán se convierte en 1950 en aliado de Estados Unidos, entonces en guerra
contra China en Corea. En 1979, EE.UU. rompe sus relaciones diplomáticas con la
isla y reconoce a Pekín, pero el Congreso estadounidense mantiene el suministro
de armas a Taiwán para su autodefensa, aunque adopta la política de “una sola
China”.
Hechos posteriores generan nuevos picos de tensión pero que desembocan en un
acuerdo de cooperación y al encuentro de los mandatarios chino y taiwanés, en
noviembre de 2015. Un año después, la victoria presidencial de una
‘secesionista”, Tasai Ing-wen, fortalece las relaciones con Washington y una vez
reelecta habla de Taiwán como un país.
El presidente chino Xi Jinping ha sido reiterativo en que no renunciará a la
fuerza para recuperar esa ‘región’ y advierte a su homólogo Joe Biden del riesgo
de "jugar con fuego" si cambia el statu quo en la zona, lo que recibe como
respuesta estadounidense su disposición a defender militarmente a Taiwán en caso
de agresión china.
Microchips:

Además de geoestratégico en el mar meridional (donde China reclama soberanía),
Taiwán es clave en la disputa por su hegemonía en la producción de estos
pequeños pero potentes adminículos, claves en la industria automotriz,
computadores, teléfonos inteligentes, electrodomésticos y varios dispositivos
electrónicos.
Así los semiconductores son considerados el “nuevo petróleo” y, de allí, la
importancia esta pequeña nación insular -a 180 km al este de China- tiene para
las dos potencias mundiales.
Para tener una idea de la concentración del mercado de estos pequeños aparatos
tienen baste con señalar que Taiwán Semiconductor Manufacturing Company abarca
la mitad del mercado mundial de fundición de semiconductores y junto a otro
gigante taiwanés, United Microelectronics Corporation, y la surcoreana Samsung,
las tres empresas representan el 78% del mismo.

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Mar meridional

Es una de las rutas más transitadas del mundo. El mar de la China Meridional o
el mar del Sur de China es el nombre usado para referirse al cuerpo principal de
agua del Sudeste Asiático, con el que tienen límites Brunéi, Camboya, China,
Indonesia, Malasia, Filipinas, Singapur, Taiwán, Tailandia y Vietnam.
Pekín, en 2009, protestó por el nine-dash line o mapa de los
nueve trazos y reclamó la pertenencia del 80% del total de la vasta zona,
alegando derechos históricos. Cinco años después presentó su demanda a derechos
económicos sobre el atolón de Scarborough y parte de las islas Spratly y pese a
perder construyó cerca a ellos cuatro islas artificiales donde instaló bases
militares para ‘proteger la soberanía territorial, intereses y derechos
marítimos del Estado’.
Desde el punto de vista de Pekín, esas maniobras son normales para lo que Xi
denomina un “gran país”. China quiere lo que ya tiene Estados Unidos: vecinos
aliados, influencia en su periferia y la capacidad de controlar sus vías de
acceso por mar. Los países pequeños del sureste asiático se oponen, y algunos
han pedido protección a Estados Unidos.
Pacífico sur

La rivalidad entre dos grandes potencias se libra en esta vasta zona y amenaza
con convertirse en un importante conflicto geopolítico.
Aunque no tienen recursos naturales lucrativos y el turismo es lo
que concita el interés en varios atolones y archipiélagos volcánicos, el plan
chino de firmar un acuerdo de seguridad regional en el Pacífico Sur, para
contrarrestar al coloquialmente conocido como el “Quad”, el foro estratégico
informal entre Australia, India, Japón y Estados Unidos para proteger esa
región, se convirtió en otro frente de tensión.
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