Bogotá, Colombia -Edición: 689

 Fecha: Miércoles 04-09-2024

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\\ OPINIÓN //

 

 

 

EDITORIAL

 

El complejo de carlomagno


Generalmente la lucha contra el trabajo informal se estanca bajo el derecho básico al trabajo. Gracias a tener derecho a laborar es que la ciudad se ha llenado de puestos informales de tintos, ropa y demás cositas que en ciertos momentos pueden salvarnos de no gastar grandes cantidades de dinero que no hay, es decir, estos emprendimientos benefician a todos de cierta manera. Sin embargo, existen casos en los que estos emprendedores pasan a ser terratenientes, dueños de lugares, esquinas, o incluso cuadras enteras, y al igual que los grandes terratenientes de nuestro país, todo es tomado por la fuerza y lo protegen de la misma manera.

En esta forma neurótica de autoproclamarse dueños de un pedazo de la calle, los sujetos comienzan a tener fieles problemas psicológicos, tales, como pérdida de realidad, en la medida que creen tener potestad para afirmar quien puede y quien no puede estar en su lugar de trabajo, neurosis que trasciende a una neuropatía que le impide reconocer al otro como un igual, procediendo de esta manera a general un narcisismo y este a su vez lo lleva a tener pasos al acto, en pro de proteger su pequeño pedazo, es decir, desarrollar el complejo de carlomagno.

El complejo de Carlomagno consiste, en la intercambiar la realidad por aquello que posee en su mente, misma que le da la posibilidad de justificar todos sus actos inhumanos y anticonstitucionales en busca de alcanzar que la realidad se acomode a su capacidad imaginativa, impidiendo de esta manera todas las construcciones externas, tal cual lo pueden ser las personas, por tan complejo es que estos sujetos tienen la capacidad de negar la posibilidad que alguien trabaje, pues su neurosis les confiere este poder divino.

En efecto, las calles de Pereira se encuentran llenas de sujetos con este particular complejo, causando de esta manera que las calles tengan dueños. Pero, si nos detenemos a pensar esto, significa que estos sujetos al logrado esquivar las leyes que impiden el apropiamiento de un bien público, y de paso a comenzado a generar reglas precisas que los beneficien a ellos, reglas amañadas, no debería ser esto razón justa para bajarlos de estos pedestales una visita de espacio público, que logre hacerles entender, que: o todos trabajan en paz o no trabaja nadie de manera informal.
 

 

 

 

Sociedades en extinción

Por: Zahur Klemath Zapata

zapatazahurk@gmail.com  

 

Las sociedades son cuerpos orgánicos que existen igual que un organismo vital, que viven dependiendo el tratamiento que se den a sí mismas o a su condición genética.

Todo es circunstancial en razón de sí, pero en relación a una sociedad todo está relacionado a su manejo intrínseco, o la conducta de quienes están al frente de ellas.

Colombia es un territorio que podría decirse es el paraíso que todos buscaban en la antigüedad, y que hoy está colonizado por bárbaros invasores. Estos no entienden de nada, y se creen los dueños de todo, sin pensar cómo vivir a la altura de lo que hay, ni hacer daño a la misma naturaleza.

Colombia sigue siendo de colones mediocres que creen que quitándole al otro lo que tiene, envidiando la prosperidad del otro, no dejando por último no dejando que los demás prosperen, van a lograr alcanzar lo que nunca tuvieron.

Esa ignorancia y falta de razonabilidad mantiene al margen a todos y viviendo como miserables en medio de la riqueza. Esto deja muchas circunstancias indeseadas que hace que la gente huya de esos territorios en busca de mejores oportunidades. Y todo esto es dado por el mal manejo de quienes asumen las riendas de los Estados, elegidos por sociedades sin experiencia en la elección que terminan eligiendo a estos farsantes.

Estas situaciones de mal manejo de la cosa pública o el Estado son como una verruga que aparece en el cuerpo y poco a poco va creciendo, y se convierte en un cáncer que tarde o temprano hace metástasis. Por eso se ha visto en Europa como han nacido y desaparecido países, y América Latina no ha estado exenta de ese síndrome social.

Colombia necesita sacudirse o tener buenos médicos que le diagnostiquen la enfermedad que tiene, la hospitalicen para hacerle el tratamiento que le impida una muerte segura, y que pueda restablecerse de la quimioterapia y demás tratamientos que le pongan.

Posiblemente esto que se está diciendo sea confuso para muchos por la inexperiencia en el manejo de la política o la economía de un país. Pero, aquellos que pasaron por las universidades más prestigiosas saben de qué se está hablando y que es lo que hay que hacer.

Colombia tiene gente muy preparada en todos los niveles que pueden administrar y dirigir el país. Pero para eso se necesita organización social y ganas de hacer las cosas bien. De lo contrario seguirán viviendo como criminales que son, tal cual el Estado colombiano los ha colocado. Porque él es el mayor creador del crimen organizado.

Cada ciudadano es un criminal, un estafador,
un delincuente o un infractor bajo

 

 

 

las leyes que existen en el país. Porque nadie puede decir que no ha cometido ninguno de los delitos a los que el Estado los obliga a cumplir. Por ejemplo, el pago de impuestos o darle a alguien algo para que agilice o haga cualquier favor.

Ya es tiempo de visitar al doctor para que formule lo que hay que hacer, espero que sea solo un antiparasitario para tomar todos los colombianos.

 

CÓCTEL PESIMISTA
Crónica #956

Por: Gustavo Álvarez Gardeazábal

Audio: https://www.youtube.com/watch?v=1m4QkdxlqaM

 

A mi edad y después de que se ha leído tanto y aprendido quizás muchas más cosas de las que la vida podía enseñarme, no hay momentos para declararse pesimista. La historia de la humanidad, por el contrario, nos llena de esperanza.

El mundo ha pasado por peores momentos y de todos ha salido, de no, yo no estaría aquí y usted, que me lee o me escucha, tampoco. Pero hay espacios en el trajinar donde se juntan tantas cosas que, por lo menos, debemos admitir lo que está sucediendo y no ir a achacarle a los agujeros negros la responsabilidad.

Hoy el mundo, acostumbrado a la injusticia que encierran todas las guerras, apenas si se mosquea con el espectáculo trágico de la guerra de Ucrania o las masacres sin fin de Gaza. Paralelo a esos focos de miserabilidad humana, la más grande potencia del mundo corre el riesgo de reelegir a Trump, capaz de burlarse de la ley, de saltarla o de llevarnos a una hecatombe a su país o al mundo por su arrogante vanidad imperial.

Y como si no fuera poco el peligro, los alemanes le dieron el triunfo el domingo a la ultraderecha heredera hasta en formas externas del nacional socialismo hitleriano, en Sajonia y Turingia.

Mientras tanto los internautas vamos descubriendo poco a poco que el Internet no es libre, que estamos esclavizados a unas pocas empresas tecnológicas arrolladoras que han tomado el control de nuestras vidas.

Con la determinación del juez amigo del presidente Lula de vetar a la red X de Musk dejando a los brasileros sin el servicio del antiguo tuiter, nos encontramos de frente con esa esclavitud y, al mismo tiempo, con la posibilidad de que la libertad de usar o no las redes sea limitada por los gobernantes.

Ya en China, Irán y Korea del norte esa libertad no existe y, como tal, la peste puede ser contagiosa. Y como además para todas las guerras siempre hubo justificaciones parece que o nos tomamos el cóctel de pesimismo o guardamos para el futuro el veneno letal de la IA que nos permita suicidarnos.

El Porce, septiembre 4 del 2024

 

 

 

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