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EDITORIAL
Brote de
improvisación
La declaración de emergencia
sanitaria por la circulación activa de la fiebre amarilla en
Colombia revela no solo la presencia de un virus potencialmente
letal, sino también una preocupante fragilidad institucional en
la respuesta a emergencias de salud pública. Con una tasa de
letalidad que supera el 45 %, el brote ha desnudado vacíos de
planeación, fallas en la vigilancia epidemiológica y una gestión
tardía de una crisis que comenzó a gestarse hace meses.
El anuncio de una vacunación
masiva en un plazo de dos meses para toda la población, aunque
ambicioso, parece más una reacción desesperada que una medida
basada en la realidad operativa del sistema de salud. A la fecha,
ni el país cuenta con la capacidad logística para movilizar
millones de dosis en tan corto tiempo, ni existe un censo
confiable de cuántas vacunas hay disponibles, cuántas se
necesitan, ni dónde exactamente deben priorizarse.
Además, la decisión de extender la alerta a todo el territorio
nacional, pese a que los casos se concentran en ciertas regiones,
puede entenderse como una medida preventiva. Pero sin una
estrategia clara de focalización y sin recursos asignados
explícitamente, la declaratoria corre el riesgo de convertirse
en un gesto simbólico, más útil para titulares que para salvar
vidas.
La preocupación se profundiza cuando se mezclan los anuncios
técnicos con mensajes cargados de presión política, que apelan
al miedo colectivo o al heroísmo sanitario, pero que evaden
responsabilidades previas. ¿Dónde estaban los mecanismos de
prevención y vigilancia cuando comenzaron a aparecer los
primeros casos? ¿Por qué no se actuó antes, cuando la expansión
del mosquito vector aún podía ser contenida?
Más allá del virus, lo que se expande es la sensación de que las
decisiones se toman con improvisación y sin una lectura adecuada
del contexto epidemiológico. En lugar de una respuesta
articulada, basada en evidencia y respaldada por datos públicos,
lo que se ha visto es una seguidilla de declaraciones que
intentan tapar el sol con un dedo.
La fiebre amarilla es real, y su amenaza no puede subestimarse.
Pero igual de peligrosa es la desinformación, la falta de
transparencia y la gestión ineficiente de una crisis que, con
voluntad técnica y previsión, pudo haberse contenido antes de
alcanzar estas dimensiones. La emergencia sanitaria no debería
ser un recurso para alimentar el discurso político, sino una
herramienta para proteger la vida de quienes hoy, más que
discursos, necesitan vacunas, médicos y soluciones concretas.

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Somos una potencia en
tecnología y los bufones se ríen de nuestra capacidad

Por: Zahur
Klemath Zapata
zapatazahurk@gmail.com
Una de las cosas que siempre han hecho los
miserables es reírse de quien están innovando a la humanidad. La
inquisición fue un arma asesina que uso la religión católica
para detener el avance en el conocimiento y en el desarrollo de
los seres humanos.
Gracias al atrevimiento y a la mente abierta que le dieron al
ser humano en Norteamérica el mundo comenzó a desarrollar
tecnología y hoy ella la usufructúan la gran mayoría de países
en el planeta.
Ya estoy acostumbrado a escuchar decir que ese es un loquito que
no sabe dónde gastar su dinero. Pero aquí no es cuestión de
dinero sino de la capacidad de desarrollar ideas y llevarlas a
su fin.
Colombia es un país lleno de cerebros fugados por la falta de
atención en quienes administran la cosa pública. Son políticos
de segunda clase, incapaces de producir algo bueno, fomentar la
productividad del intelecto o establecer centros de operación o
desarrollo tecnológico para que la nación avance al ritmo
saludable y pueda estar en el concierto de los países
desarrollados.
No es de tratar de abarcar mucho, como dice el dicho, “el que
mucho abarca poco aprieta”. Si poco aprieta es porque tiene la
mano chiquita y es imposible lograr lo que quiere. Pero aquí la
mano del país es grande porque se lo están robando a manotazo
limpio y aún sigue siendo grande.
Entonces por qué no abarcar lo que está ahí a disposición y
recoger a todos esos cerebros fugados y ponerlos a que la nación
tenga todo lo que puede tener en tecnología y desarrollo
económico.
Construir aviones no es cosa del otro mundo, la aerodinámica ya
la conocemos. Lo que se necesita es el apoyo del Estado e
impulsar al empresario a que trabajen en lo que saben hacer en
tecnología. No cerrándose las puertas, a la industria nacional,
a los laboratorios que investigan en nuevas medicinas y así
veremos un país ubicado en la lista de los que sí han salido del
subdesarrollo.
La miseria existe porque hay miserables apoyando que ella exista
y de ella viven como príncipes en medio del lodazal.
Hablo porque leo y he visto como al país lo han manejado unos
políticos mediocres y los que pretendieron hacer que las cosas
funcionaran bien, los arrinconaron, los mataron o los condenaron
a no poder actuar en la vida política del país.
Cuando hablan del petróleo, éste ha hecho más
daño que todas las pestes juntas. Pero
si ha
enriquecido a unas familias que
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gobiernan el mundo económico. La energía está ahí
gratis, pero los intereses económicos no permiten que salga al
mercado libre. Hay quienes tienen que vivir de la explotación de
ella. Nikola Tesla demostró que hay energía gratis, pero todos
los que han intentado ponerla al servicio de la humanidad están
muertos.
El mundo está lleno de estúpidos que siguen a
ignorantes que gobiernan el mundo. Pero hay seres humanos que se
salen de este esquema y los acorralan para que el mundo siga
gravitando como satélite de estos personajes. Pero hay una
sociedad que está entendiendo que hay que salvarnos ahora antes
que el desastre lo avasalle todo.
EL FATUO ORGULLO DE LA VISA
Crónica #1100

Por: Gustavo Álvarez Gardeazábal
Audio:
https://youtu.be/DpBhTOrSTlA
Poder entrar a Roma en las épocas cuando el
imperio latino llegaba desde Britania hasta el mundo de los
partos, en el antiguo reino de los asirios, obligaba a quienes
no siendo ciudadanos romanos pretendían llegar a la entonces
capital del mundo, conseguir un permiso del pretor de su
territorio.
Desde cuando los Estados Unidos se fueron convirtiendo en la
primera potencia del mundo y, en especial cuando reemplazaron a
Inglaterra en su poder imperial, volvieron la visa una
herramienta indispensable para entrar a su país.
Como tal le fueron imponiendo condiciones a quien pretendía
recibirla y delegando el poder primero en los consulados y luego
en las embajadas, convirtieron la visa desde instrumento
diplomático hasta en un bien muy apreciado por quien la tuviese.
En Colombia, donde colocaron tantas trabas para otorgar a los
ciudadanos que la solicitaban, la visa gringa dio estatus social
y sirvió de filtro a los caprichos clasistas de nuestra
anacrónica estructura social.
Tener o no la visa fue motivo para muchos de fatuo orgullo y
para otros de distinción o juicio clasificatorio anticipado. Por
eso, quizás, la ambigua declaración del vocero del Departamento
de Estado ni afirmando ni negando que el gobierno de Washington
le hubiera quitado la visa al presidente Petro, llega a ser
motivo de controversia y de apoyo a la polarización entre
quienes quieren o no al presidente.
Como el señor Petro hizo una declaración igual de ambigua y no
preguntó por las vías oficiales si le han quitado o no la visa,
el tema no adquiere importancia cuando mucha es la que tiene.
Y,curiosamente, no se vuelve un problema diplomático, como
debería ser, aunque tenemos 6 bases militares norteamericanas en
nuestro territorio.
El Porce, abril 25 del 2026
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