Bogotá, Colombia -Edición: 722

 Fecha: Miércoles 20-11-2024

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\\ OPINIÓN //

 

 

 

EDITORIAL

 

Entre el desencanto y la oportunidad

 

En la actualidad, muchos colombianos han asumido una postura que parece perpetuar un ciclo de desencanto hacia el país. Esta perspectiva, cargada de críticas hacia lo propio y de anhelos hacia lo ajeno, refleja una desconexión que va más allá de la queja superficial. En el fondo, radica una falta de responsabilidad colectiva sobre el presente y el futuro del país.

Colombia, con toda su complejidad, no es el problema en sí mismo. El verdadero desafío está en cómo los ciudadanos perciben y viven su relación con el territorio. Se ha vuelto común escuchar que en "otros países las cosas funcionan mejor", como si el simple cambio geográfico fuera de la panacea. Sin embargo, esta narrativa ignora un elemento crucial: el compromiso individual que muchas veces define el éxito en el extranjero. La disciplina, el respeto por las normas y la dedicación al trabajo son valores que florecen fuera, pero que parecen marchar al cruzar nuestras fronteras.

 

El discurso pesimista hacia Colombia ha sido alimentado, en parte, por una falta de reconocimiento hacia los logros y el potencial del país. En lugar de celebrar nuestras fortalezas, muchos se centran en sus carencias. Es cierto que enfrentamos problemas profundos: la desigualdad, la corrupción y la inseguridad no son elementos menores. Pero reducir a Colombia a una "cárcel" o un espacio "tóxico" es una simplificación que impide avanzar hacia una solución.

 

El amor por la patria no debe entenderse como una ceguera frente a sus fallos, sino como un motor para transformarla. Este amor implica responsabilidad, compromiso y acción. Requiere dejar de vivir a partir del "qué dirán" y de la comparación constante con otros. La envidia y el conformismo son enemigos silenciosos que nos alejan del cambio. En su lugar, el país necesita ciudadanos que reconozcan que su bienestar individual está intrínsecamente ligado al colectivo.

Colombia no se transformará únicamente con deseos o ensoñaciones, sino con un cambio profundo en nuestra actitud. Es hora de construir un futuro donde el orgullo por nuestras raíces no sea solo un discurso vacío, sino un pilar de acción. Donde la educación, el respeto y la colaboración sean las herramientas que destruyen los muros de desencanto.

El desafío no está en buscar refugios fuera, sino en convertir a Colombia en ese refugio. Es una tarea titánica, pero posible, si comenzamos a vivir con autenticidad y amor por la tierrita. Solo entonces, como sociedad, dejaremos de ser prisioneros de nuestras propias quejas y encontraremos en el país no una cárcel, sino un hogar lleno de oportunidades.

 

 

 

La reforma tributaria es igual que pedir dinero al que está secuestrado

Por: Zahur Klemath Zapata

zapatazahurk@gmail.com  

 

Los malos economistas al igual que los banqueros viven de los secuestrados. El pueblo colombiano está secuestrado e indefenso desde el primer momento que el gobierno hizo un préstamo a un banco cuando la nación nacía. Estos individuos que han sido los padres de la patria y que hoy son los congresistas y gobernadores del establecimiento han vivido del trabajo y de los bienes que el pueblo ha conseguido con su esfuerzo, trabajo y tesón.

Apenas hoy se están percatado que estamos secuestrados por el establecimiento que ha firmado acuerdos comerciales y económicos a nombre de los colombianos y respaldados por ese capital humano que representamos.

Ningún político históricamente ha salido a saldar la cuenta que se debe de esos préstamos existentes, al contrario, han aumentado la deuda y la hemos venido pagando gota a gota con la miseria que dejan ellos en el erario. El pueblo no se ha dado por enterado que ha venido siendo usado por cuanto demagogo llega a la casa de Nariño y reina por cuatro años y se va dejando a los colombianos encadenados a los préstamos que haya hecho en su administración.

¿Por qué tenemos que seguir pagando por ellos?

Ellos están en el congreso devengando lo que ningún colombiano ha logrado ganar en un año de trabajo. ¿Por qué no los obligamos a pagar lo que han gastado de sus salarios y mesadas, eliminando congresistas o el congreso entero? Para eso están los jueces para que dicten las leyes y pongan el orden en el país.

El país es muy rico, pero ellos son ladronzuelos que ni siquiera saben robar. Lo que hacen es mantener el país en conflicto y de esta forma mantenerlo entretenido para poder esquilmar y decir que hay un desorden institucional y ellos son la institución.

Cuando alguien nace en Colombia ya está endeudado y jamás va a poder pagar la deuda que heredó, no de su familia sino del establecimiento. Hasta los mismos políticos han nacido con esa deuda y no se han dado por enterados porque la ignorancia es tan grande que alcanza para todos.

Nadie es rico en Colombia, aunque tenga mucho dinero guardado. Tiene una deuda que lo persigue y no está en Data Crédito y nadie se la reporta.
 

 

 

Si no nos organizamos como sociedad civilizada seguiremos secuestrados por gente más estúpida que nosotros.

El dólar seguirá creciendo y el peso colombiano va a servir para empapelar las paredes que nos detienen de alcanzar la libertad.

 

VERDADERO GOLPE DE ESTADO
Crónica #1008

Por: Gustavo Álvarez Gardeazábal

Audio: https://youtu.be/5_5FsYqpweA

 

El país se niega a dimensionar la magnitud del atrevimiento de la Superintendente de Industria y Comercio, doña Cielo Rusinque, de meterse al sancta sanctorum de nuestra democracia, la Registraduría Nacional del Estado Civil, donde se nos garantiza la intocabilidad númerica de nuestros documentos de identidad y la organización y realización del sistema electoral.

Por atizar probablemente la división interna del otrora Pacto Histórico que eligió a Petro, la SIC resolvió investigar el contrato o los contratos que para poder funcionar ha hecho el Registrador Nacional, en pleno derecho, con la firma Thomas Greg & Son y, de paso, se introduce en lo intocable de nuestra democracia, en los archivos de las cédulas con las cuales se vota.

La Superintendencia disimula su intromisión contra la Registraduría Nacional del Estado Civil alegando posibles prácticas monopolísticas relacionadas con la gestión del sistema de identificación y la entrega de documentos oficiales, como cédulas de ciudadanía y otros registros vitales.

Pero como resulta que la Registraduría no es ni una empresa ni industrial ni comercial no es a doña Cielo a quien le corresponde asomarse a ese santuario. Es a la Procuraduría o en algunos casos, al Consejo Nacional. Electoral.

Pero como aquí se gobierna de acuerdo a los odios y venganzas del ejecutivo y ya hay una pelea transada con la firma Thomas Gregg & Son desde cuando el lío de los pasaportes, y ella ya le costó la cabeza y la condena al canciller Leiva, lo que se ha camuflado es un verdadero golpe de estado a través de una funcionaria menor, pero cabeza de uno de los grupúsculos enfrentados entre las tortugas zurdas que nos gobiernan.

Asomarse al registro de todas las cédulas que van a votar en el 2026 es ir metiéndose en el control independiente que garantiza la Constitución para que podamos acudir a depositar nuestro voto y estemos confiados en sus resultados. Ese si es un verdadero golpe de estado.

El Porce, noviembre 20 del 2024

 

 

 

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